Los glaciares de Alaska se derriten cien veces más rápido de lo que se creía

Haciendo un nuevo uso de la tecnología vigente, un equipo de científicos analizó el deshielo submarino de los glaciares de marea. Los resultados fueron sorprendentes.

Por Jenny Howard
Publicado 30 jul 2019, 12:54 GMT-3
El deshielo submarino de los glaciares de marea, como este de Alaska, ocurre 100 veces más ...
El deshielo submarino de los glaciares de marea, como este de Alaska, ocurre 100 veces más rápido de lo que habían estimado los científicos a partir de modelos teóricos.
Fotografía de Jim Mone, Ap

Gracias a una nueva forma de medir el deshielo submarino de algunos glaciares, se ha conseguido un hallazgo sorprendente: algunos glaciares se derriten 100 veces más rápido de lo que creían los científicos.

En un nuevo estudio publicado en Science, un equipo de oceanógrafos y glaciólogos ha revelado información novedosa sobre los glaciares de marea —aquellos que acaban en el mar— y sus procesos dinámicos.

“Han descubierto que el deshielo que se está produciendo difiere en gran medida de algunas de nuestras hipótesis previas”, afirma Twila Moon, glacióloga del National Snow and Ice Data Center (Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve) en la University of Colorado-Boulder, quien no ha participado del estudio.

Parte de este desprendimiento y deshielo son procesos normales de los glaciares durante transiciones estacionales del verano al invierno e incluso durante el verano. Pero el calentamiento del clima acelera el deshielo glaciar en todo el mundo, en primer lugar, mediante el deshielo en la superficie del glaciar, pero también mediante el deshielo submarino.

Ellyn Enderlin, glacióloga de la Boise State University que no participó en el estudio, explica que los glaciares pueden extenderse decenas de metros debajo de la superficie. Estos ritmos superiores de deshielo submarino nos indican que “los glaciares son mucho más sensibles a los cambios del océano de lo que creíamos”. Es fundamental comprender los procesos de derretimiento y calcular la cantidad de deshielo con precisión para poder planificar el contexto ante el aumento del nivel del mar.

“El hecho de que esto sea posible nos sorprende muchísimo”, afirma el autor principal David Shuterland, oceanógrafo de la University of Oregon. “No estábamos totalmente seguros de que fuera a funcionar”.

La supervisión de glaciares específicos a largo plazo puede dar a los investigadores —y los alumnos de escuela secundaria— una idea del deshielo inducido por el cambio climático. Los estudiantes de la escuela Petersburg High School, cerca de la bahía LeConte, empezaron a recopilar datos sobre la posición del frente glaciar. Hace varios años, lo que anotaron sobre la retirada del glaciar alertó a los científicos de la University of Alaska Southeast, quienes se interesaron por comprender mejor el deshielo del glaciar.

Medir enormes deshielos

Según Sutherland, LeConte era un glaciar ideal que estudiar, por su accesibilidad pese a ser un glaciar de marea. En un entorno complejo, el proyecto exigía tantas series de datos que los equipos de oceanógrafos y glaciólogos debieron recopilar datos simultáneamente en el glaciar.

Calcular la velocidad del deshielo glaciar no es tan sencillo como medir un cubito de hielo que se derrite en un vaso con agua. En el caso de un glaciar, debes conocer la velocidad a la que se desplaza el hielo por el fiordo, así como la proporción que se derrite y la proporción que se desprende.

“En mi cabeza parecía bastante sencillo y sonaba bien en el texto”, afirma Sutherland. Pero navegar por el fiordo, donde el glaciar LeConte desemboca en el mar, ya es complicado incluso con buen tiempo. Los científicos pasaron semanas a bordo del barco, trabajando 24 horas por día, y haciendo turnos de 12 horas cada uno.

Las cabras blancas se desplazaban por las cornisas sobre sus cabezas, las ballenas frecuentaban el fiordo y las aves marinas se zambullían en el agua. “En los momentos en que no tienes que rezar para que mejore el tiempo, el contexto es increíble”, afirma Sutherland.

Desde el MV Stellar de 24 metros, los oceanógrafos llevaron a cabo estudios con sónar bajo el agua, como los que se utilizan para medir las profundidades marinas. Pero en lugar de dirigir el sónar hacia el fondo marino, lo inclinaron para captar la parte submarina del frente glaciar en 3D.

Luego, los oceanógrafos se propusieron averiguar la velocidad a la que se desplazaba el sónar por el agua del fiordo para hacer cálculos precisos. Sutherland explica que necesitaron más mediciones “básicas” de las propiedades del agua, como la salinidad y la temperatura. A veces, colgar equipos carísimos de un lado del barco puede resultar tenso.

Los científicos repitieron las observaciones durante dos veranos y obtuvieron varios escáneres en cada expedición.

“No es fácil escanear repetidas veces toda la superficie glaciar durante un verano”, afirma Eric Rignot, glaciólogo de la University of California, Irvine, que no ha participado del estudio.

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    Rignot afirma que el exceso de hielo en el frente glaciar significa: “el barco no podrá atravesar el hielo”. A veces, eso implicaba que había que retirar el barco de forma repentina, y los científicos cruzaban los dedos para que el equipo no se cayera al agua.

    Al mismo tiempo, un equipo de glaciólogos acampó en un saliente desde donde se veía el glaciar. Llevaban consigo un delicado radar para medir el movimiento natural del glaciar. Jason Amundson, glaciólogo y coautor del estudio de la University of Alaska Southeast, explica que se utilizaron imágenes a cámara rápida para medir el flujo glaciar y deducir a qué velocidad se desplazaba el hielo hacia el mar.

    Según indica Moon, el hielo acelera a medida que se acerca al frente glaciar, donde desemboca en el océano. Compara el movimiento del hielo con lo que ocurre cuando exprimimos un dentífrico: cuando no queda casi nada de pasta y ya no hay contenido que bloquee el avance, la pasta se mueve más rápido. El hielo cerca del frente glaciar puede desplazarse casi 23 metros al día y conocer su velocidad es fundamental para calcular el deshielo.

    A partir de los datos recopilados, los investigadores pudieron calcular la tasa de deshielo glaciar de la parte submarina del glaciar: magnitudes más elevadas de lo esperado. Rignot afirmó que uno de los modelos teóricos, empleado durante 20 o 30 años, era una versión simplificada que no funcionaba a la perfección.

    En un glaciar de marea ocurre una variedad de procesos de deshielo; por eso los científicos buscaron abordar el misterio del deshielo desde varios ángulos. Si tenemos un enorme bloque de hielo en una bañera y no ocurre otra cosa, este simplemente se derretirá a un nivel regular.

    Cuando una columna de agua dulce, producto del derretimiento en la superficie, penetra el fiordo, acaba en el fiordo cerca del frente del glaciar. El agua dulce, con más flotabilidad, sube a la superficie y socava o erosiona el frente glaciar.

    Y después está el deshielo submarino que ocurre allí donde el océano toca la superficie del glaciar. Según Sutherland, la parte más interesante del nuevo método es que pueden detectar la ubicación exacta donde se produce más deshielo.

    “Una cantidad considerable de hielo que se empuja al mar se derrite allí, cuando entra en contacto con este, así que el glaciar pierde una gran cantidad de masa debido a ese deshielo”, afirma Enderlin.

    “El agua marina caliente derrite un gran porcentaje del hielo que desemboca en el mar”, afirma Amundson.

    Calcularon que el glaciar se derretía bajo el agua a un ritmo de casi 1,5 metros al día en mayo y hasta cinco metros al día en agosto. En una época posterior de la estación, el agua más caliente fomentó el deshielo submarino. El agua de la bahía LeConte, que suele estar a menos de 6 grados centígrados, está a una temperatura muy superior comparada con el hielo y otros fiordos del mundo.

    ¿Y los otros glaciares?

    El éxito del nuevo método “invita a otros investigadores a hacer lo mismo en otras partes del mundo”, afirma Sutherland. La información del glaciar LeConte de Alaska podría aplicarse específicamente para estudiar los glaciares de Groenlandia y la Antártida. “El deshielo submarino también podría ser importante en otras partes”, afirma Enderlin.

    Solo 50 de los casi 100.000 glaciares de Alaska son glaciares de marea, pero son unos de los más grandes. Estos “glaciares pueden sufrir cambios mucho más rápido que los glaciares de valle por los procesos que ocurren justo en el punto donde el glaciar desemboca en el mar”, afirma Amundson.

    Groenlandia, que constituye básicamente una enorme capa de hielo, tiene unos 200 glaciares de salida, pero el agua de esa zona está mucho más fría si se compara con la temperatura de la bahía LeConte.

    Según Rignot, en los glaciares de Alaska ocurre, principalmente, deshielo en superficie, ya que pocos acaban en el mar. Groenlandia tiene deshielo en superficie, así como deshielo por glaciares de marea. Pero en la Antártida, este deshielo submarino es el único tipo de deshielo, y por eso es tan importante comprender los procesos que se dan fuera de Alaska.

    Según Sutherland, si hay un aumento de la temperatura del agua y del aire, como ocurre con el cambio climático, lógicamente, habrá más deshielo. Sin embargo, puede ser difícil deducir esto a partir del deshielo natural.

    “Estas observaciones nos demuestran claramente que hemos pasado por alto unas cuantas cosas”, afirma Moon. “Lo entendemos como un llamado de atención para actuar”, para comprender mejor el funcionamiento de estos sistemas.

    Afortunadamente, los científicos disponen de tiempo suficiente para averiguarlo.

    “No estamos perdiendo estos glaciares de forma súbita, en las próximas décadas seguirán estando aquí”, afirma Sutherland.

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