La Amazonía arde a un ritmo récord... y la deforestación es la culpable
Las llamas son tan grandes que el humo se puede ver desde el espacio y los expertos afirman que los incendios podrían tener importantes consecuencias climáticas.
Los incendios forestales arden con tanta intensidad en la selva amazónica que el humo de las llamas ha cubierto las ciudades cercanas con una neblina oscura.
Múltiples medios de comunicación han informado que el Instituto Nacional de Investigación Espacial (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, INPE) de Brasil reportó un récord de 72.843 incendios en lo que va de 2019. Esto significa un aumento del 80% respecto al año pasado. Más de 9.000 de esos incendios se han detectado en la última semana.
Todavía no está definida la magnitud de los incendios, pero se sabe que se extienden a lo largo de varios estados amazónicos en el noroeste de Brasil.
Nota del editor: según los últimos datos publicados por medios de comunicación e instituciones oficiales (22 de julio de 2019) los incendios forestales se extienden a más zonas de la Amazonía, afectando también territorios en Perú, Paraguay y Bolivia.
El 11 de agosto pasado, la NASA mencionó que los fenómenos eran lo suficientemente grandes como para observarse desde el espacio.
“Esta es, sin lugar a dudas, una de las dos veces en las que ha habido incendios de esta magnitud en el Amazonas”, señala Thomas Lovejoy, ecólogo y explorador de National Geographic.
“No hay dudas de que es consecuencia del aumento de la deforestación”, agrega.
¿Cómo se relaciona con las políticas ambientales de Brasil que favorecen a las empresas?
Los ambientalistas comenzaron a alertar sobre la deforestación cuando el actual presidente Jair Bolsonaro fue electo. Gran parte del mensaje de su campaña estaba a favor de abrir el Amazonas para las empresas, y, desde que se encuentra en el poder, es lo que ha hecho.
De acuerdo a los datos publicados por INPE a principios de mes, solo en este verano, la deforestación en Brasil ha sido mayor que en los últimos tres años juntos.
“En años anteriores, [los incendios forestales] estaban vinculados a la falta de lluvia, pero, este año ha sido bastante húmedo”, explica Adriane Muelbert, ecóloga que ha estudiado cómo la deforestación en el Amazonas desempeña un papel importante en el cambio climático.
Y agrega que “eso nos hace pensar que estos son incendios impulsados por la deforestación”.
Además de la tala por madera, muchos árboles son talados para plantar soja o para convertirse en tierras de pastoreo lucrativas. Comúnmente, se utiliza la quema para despejar el terreno de árboles más rápidamente. Al igual que los incendios que atormentan a California, la mayoría comienzan por la acción del ser humano, pero luego se vuelven incontrolables.
Lovejoy describe un sistema cíclico en el cual la deforestación alimenta la perdida de bosques, hace que la región se vuelva más seca, estimulando aún más la deforestación. Gran parte de la lluvia en la Amazonía es generada por la misma selva, pero, a medida que los árboles desaparecen, la lluvia merma. Los expertos están preocupados ya que creen que este espiral descendente podría secar el bosque cada vez más y llevarlo a un punto sin retorno, donde se va a parecer más a una sabana que a una selva.
“El Amazonas tiene este punto de inflexión porque genera la mitad de sus precipitaciones”, señala Lovejoy. Esa es la razón por la que, él cree, “el Amazonas tiene que ser gestionado como un sistema”.
¿Cuál es la relación entre estos incendios y el cambio climático?
Lovejoy y Muelbert advierten que, si la deforestación y la mala gestión de la tala por el fuego continúan, los incendios forestales de esta escala no cesarán. Y semejante pérdida de bosque se sentirá a escala global.
En general, proteger la Amazonía se publicita como una de las maneras más efectivas de mitigar los efectos del cambio climático. El ecosistema absorbe millones de toneladas de emisiones de carbono por año. Cuando los árboles son talados o quemados, no solo liberan el carbono que almacenaban, sino que desaparecen como herramienta para absorber las emisiones de carbono.
“Cualquier bosque destruido es una amenaza a la biodiversidad y a las personas que usan esa biodiversidad”, afirma Lovejoy. Y agrega que “la gran amenaza es que mucho carbono ingrese a la atmósfera”.
Muelbert explica que es demasiado pronto para calcular cuánto carbono podría emitirse mediante estos incendios de agosto. A principios de mes, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático publicó un informe en el que manifestaba que el mundo no tenía bosques de más si deseaba evitar los peores efectos del cambio climático.
“Es una tragedia”, señala Muelbert sobre los incendios, y la deforestación que hay tras ellos. Y sentencia: “Un crimen contra el planeta y un crimen contra la humanidad”.