¿Por qué las señales de vida en Marte continúan siendo tan misteriosas?
Los recientes descubrimientos de los róvers de la NASA se ven como si se trataran de rastros alienígenas. Sin embargo, los científicos aún no han explicado completamente cómo funciona este planeta.
El rover Curiosity de la NASA tomó muestras del cráter Gale de Marte (que se observan en esta imagen) enriquecidas en un isótopo ligero de carbono, componente que se asocia con la vida en la Tierra.
Para los científicos que buscan tipos de vida extraterrestre, los cantos de sirena de Marte van in crescendo. Múltiples y recientes observaciones realizadas por los dispositivos en el "planeta rojo" podrían implicar rastros de microbios, lo que sería una posible señal de que la Tierra no es el único refugio para la vida en el sistema solar.
A principios de este mes, se hizo un esperanzador anuncio: el róver Curiosity de la NASA, observó una mezcla de isótopos de carbono en las rocas del cráter Gale que, de verse en la Tierra, serían consideradas una señal de vida. El róver, también capturó aumentos tanto ocasionales como estacionales de metano, un gas que en este planeta se produce predominantemente de manera biológica.
Aproximadamente, a 3.700 kilómetros de distancia, en el cráter Jezero, el róver de la NASA Perseverance, detectó extraños recubrimientos púrpuras en las piedras del suelo del cráter. Los mismos son extendidos y se asemejan a los barnices del desierto en la Tierra que se generan en presencia de microbios.
El Curiosity se tomó esta selfie en la ubicación llamada “Mary Anning”, en honor a la paleontóloga inglesa del siglo XIX. El rover capturó tres muestras de roca perforada en este sitio en su camino de regreso de la región Glen Torridon, donde los científicos creen que antiguas condiciones pueden haber sido favorables para la vida.
Sin embargo, por el momento los científicos no están listos para concluir que Marte fue habitado alguna vez. Cada indicio atractivo de biología podría ser explicado también por algún aspecto desconocido de la geología o de la química de ese planeta. Es demasiado lo que aún no se sabe sobre el funcionamiento del planeta y sobre cómo fenómenos inanimados podrían actuar como falsos indicios de vida.
“Estamos observando un mundo extraterrestre. Entonces, quién sabe lo que todavía ni se nos ha ocurrido", comenta Abigail Fraeman, subjefa del proyecto Curiosity del Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
Los científicos afirman que el próximo paso para probar la vida en Marte es traer muestras del planeta a los laboratorios terrestres, donde los instrumentos más sofisticados, pueden buscar las respuestas a una de las preguntas más antiguas de la humanidad.
En ese sentido, el dispositivo Perseverance ya está tomando la primera serie de muestras, la que podría contener evidencia sobre microorganismos que vivieron en Jezero hace miles de millones de años.
No importa cuál sea la respuesta, nos aportará algo profundo sobre los orígenes de la vida en nuestro propio planeta.
“Gran parte de la historia antigua (de ambos planetas) es muy similar, y es muy intrigante el hecho de que, en nuestra evolución planetaria, los caminos se hayan apartado tanto”, explica Amy Williams, astrobióloga de la Universidad de Florida. “Si no hay vida en Marte, ¿por qué no la hay? ¿Qué cambió? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no habría vida allí? Y si la hubo, ¿qué pasó con ella?", reflexiona.
¿Hay vida en Marte?
En nuestras fantasías, Marte estuvo casi siempre habitado, si no era por extraterrestes, era por la futura humanidad. Sin embargo, observaciones realizadas por naves espaciales, rompieron rápidamente nuestros sueños de civilizaciones avanzadas, vegetación de estación o, incluso, de vegetarianos benignos o gelatinosos.
“No tenemos nada que brille, no tenemos nada que diga ‘hola’, no tuvimos pistolas de rayos cuando aterrizamos allí”, relató Andrew Steele del Instituto de Ciencia Carnegie.
Por el contrario, imágenes desde la órbita y de los experimentos dirigidos por las sondas Viking de la NASA, en la superficie del planeta, indicaron claramente que Marte no fue un planeta habitable fácilmente de detectar. “Eso hizo que la investigación sobre Marte se estanque por un largo tiempo”, confirma Steele.
En 1996, los científicos anunciaron que un meteorito marciano recuperado de la región de Allan Hills de la Antártida, parecía contener microfósiles pequeños (con forma de lombriz y mineralizados), muestra de que hubo vida que se desplazó por la superficie del planeta hace, aproximadamente, 4100 millones de años. Estas observaciones fueron ambiguas y extremadamente divisorias, provocando debates que persisten hasta el día de hoy. Sin embargo, tuvo su lado positivo.
“La controversia de Allan Hills ha potenciado gran parte del campo de la astrobiología”, expresa la astrobióloga del Instituto Lunar y Planetario, Kennda Lynch, quien añade: “Me siento muy agradecida a esa roca, ya que realmente nos hizo pensar lo que conocemos sobre la vida”.
Esta imagen muestra el orificio de perforación de Highfield, realizado por el rover Curiosity, mientras estaba recolectando una muestra en la Cumbre Vera Rubin del cráter Gale. El polvo de perforación de dicho pozo se encontraba enriquecido en un ligero isótopo de carbono, una posible señal de vida, aún no confirmada.
Una nueva etapa de exploración de Marte comenzó en 2012, cuando el róver de seis ruedas de la NASA, Curiosity, aterrizó en el cráter Gale.
En la actualidad, esta hendidura de 154 kilómetros de ancho alberga una gran montaña que contiene muchas capas de sedimentos que conservan un registro del pasado marciano. El primer objetivo de Curiosity es buscar signos de habitabilidad pasada, como agua, compuestos orgánicos y fuentes de energía, los elementos necesarios para la vida tal y como se conoce en la actualidad.
Encontrar evidencia de agua fue sencillo; después de todo, los científicos ya sospechaban que el cráter estuvo cubierto por un profundo lago. Curiosity, identificó casi inmediatamente, una franja de rocas que sólo se pueden formar en presencia de agua.
El resto no fue tan sencillo.
A través de los años, Curiosity descubrió en el cráter evidencia de numerosas moléculas orgánicas, los componentes químicos para las formas de vida basadas en carbono. También detectó señales de actividad hidrotermal, en las que compuestos químicos se mezclaban con agua, creando posibles fuentes de energía.
El róver también determinó que el gas metano en el cráter aumenta o disminuye con el cambio de estaciones. Asimismo, registró ritmos ocasionales y masivos del gas, confirmando las observaciones en la Tierra que desafían la explicación por más de una década. Tal fluctuación en el planeta Tierra sería un fuerte indicio de existencia de seres con metabolismos activos.
Sin embargo, ninguna de estas observaciones ha sido conectada, hasta ahora, con biología y siempre es posible que procesos que no entendemos del todo estén imitando indicios de vida.
“La mayoría de los procesos relacionados con el carbono en la superficie de la Tierra, son biológicos. Entonces, cambiar nuestra mentalidad y pensar un mundo donde esto pueda no ser cierto es realmente un desafío”, describe el astrobiólogo Christopher House, de la Universidad Estatal de Pensilvania. “Una vez que te apartas de la mentalidad geocéntrica, se puede empezar a pensar en estas otras maneras en las que puede funcionar Marte”, agrega.
Vida en Marte: el curioso caso del carbono marciano
La observación más curiosa y atractiva del Curiosity surgió recientemente. En múltiples muestras de rocas tomadas de varios lugares en el cráter, el dispositivo encontró componentes orgánicos que contenían extraños índices de isótopos de carbono o átomos del mismo elemento que contienen diferentes números de neutrones en su núcleo.
En la Tierra, los organismos prefieren utilizar la forma más ligera de carbono, ya sea en reacciones metabólicas o fotosintéticas, loq ue da lugar a una proporción distorsionada en la que la forma ligera es mucho más abundante que la más pesada.
En cinco lugares del cráter Gale, los científicos encontraron exactamente lo mismo: los isótopos de carbono más ligeros eran mucho más abundantes que sus primos más pesados, en comparación a lo que los científicos habían visto en la atmósfera y en los meteoritos marcianos. Estas observaciones se asemejan a los índices recopilados en la formación Tumbiana en Australia, una composición rocosa de 2700 millones de años que contiene huellas de carbono de antiguos microbios metabolizadores de metano.
“Estos mermados resultados de isótopos de carbono son tan intrigantes, tan emocionantes. En la Tierra, el único modo de realizar esto es a través de la biología”, reconoce Williams.
Pero House, quien dirigió los análisis, sostiene que la historia está lejos de ser clara. Él y sus colegas ofrecieron tres posibles explicaciones para este desbalance.
La primera es que los indicios provengan efectivamente de antiguos microbios. Otra posibilidad es que el sistema solar, mucho tiempo atrás, atravesó una nube de polvo interestelar con un índice de isótopos de carbono en particular (cuyas nubes se sabe que existen) y esta dejó sus rastros en Marte. Y una tercera explicación posible ,es que la luz ultravioleta que interactúa con el dióxido de carbono en la atmósfera de Marte produjo esta extraña marca.
“No sabemos la respuesta”, advierte House, quien ahonda: “Puede ser biológica y puede que no lo sea. Las tres explicaciones se ajustan con la información”.
Una extraña cobertura sobre las rocas de Marte
El dispositivo Perseverance de la NASA aterrizó, el año pasado, en el cráter Jezero de Marte y también se encuentra en la búsqueda de señales de vida antigua.
Durante sus recorridos por Jezero, Perseverance encontró numerosas rocas con una cobertura púrpura rica en hierro. Bradley Garczynski, de la Universidad de Purdue (Estados Unidos), quien está estudiando dicha cobertura, sostiene que no es nada que los dispositivos no hayan registrado anteriormente en Marte, aunque se han visto rocas con diferentes revestimientos en otras partes del planeta.
En la Tierra, estos recubrimientos suelen observarse en los desiertos, donde crecen los conglomerados de microbios que se alimentan de las rocas.
“Son realmente intrigantes y, definitivamente, son de interés biológico en la Tierra, como también astrobiológico", enfatiza Williams.
Lynch, quien estudia analogías terrestres de los entornos marcianos, manifiesta que no sería descabellado encontrar indicios biológicos en los barnices de las rocas de Jezero. “Los microbios hacen cosas maravillosas. Colocan recubrimientos o barnices sobre las rocas porque les gusta alimentarse de ellas”, cuenta.
Sin embargo, los científicos tienen mucho más contexto sobre los entornos de la Tierra en los que se forman esos barnices, dice Lynch, lo que es crucial para interpretar correctamente una observación. Incluso en nuestro propio planeta, los investigadores necesitan evaluar rigurosamente si ese material fue producido por seres vivos o por algún otro proceso. Esa pregunta es mucho más difícil de contestar a la distancia.
“Es un sistema hermosamente complicado y complejo el que estamos explorando en Marte”, exclama Fraeman.
Los estudios científicos para detectar si hay vida en Marte
Por el momento, la detección definitiva de vida requiere traer trozos de Marte a la Tierra. De esta manera, los científicos pueden utilizar los instrumentos más capaces disponibles para examinarlos en detalle.
Una de las principales tareas de Perseverance es identificar y recolectar muestras de rocas para que una futura nave espacial las envíe a casa.
“Las muestras que estamos recolectando en este momento, son seleccionadas con mucho cuidado”, explica Freaman, quien suma: “Generalmente, conocemos el contexto del cual vienen. Eso será clave para responder estas grandes preguntas.”
Pero aún el hecho de contar con trozos de Marte en el laboratorio no es la salvación para la ambigüedad. Los científicos todavía debaten sobre qué habrá vivido o no (en ALH84001) aquel trozo de corteza antigua marciana que se estrelló en la Antártida hace 13.000 mil años, aproximadamente. Steele, quien recientemente dirigió un nuevo análisis del meteorito, ha estado estudiando la roca por 25 años.
“Uno de los motivos por el cual continúo estudiándolo es: si no hay vida, entonces, ¿qué hay?”, reflexiona.
Steele y sus colegas informaron a principios de mes, que han trabajado en ALH84001 sobre componentes orgánicos complejos sin registro de vida, y que se debía a reacciones químicas normales que ocurren cuando los fluidos subterráneos interactúan con las rocas y minerales.
“¿Esto significa que no hay vida en aquel meteorito? Bueno, no, la verdad no puedo probarlo”, responde Steele, quien detalló: “Si allí existe algún organismo marciano, no nos está mostrando algo que sea común para los organismos de la Tierra. Es algo totalmente diferente, y aún estoy en su búsqueda.”
¿Es posible que estas reacciones geológicas sean la fuente del metano marciano, o de los componentes orgánicos que cubren el planeta, o los recubrimientos de las rocas de Jezero? Los astrobiólogos dicen que es completamente plausible. Marte es otro mundo, un lugar con distinta química y distintos paisajes que, aún cuando parecen similares, continúan siendo de otro mundo.
“Una y otra vez Marte ha demostrado que no se trata de la Tierra. No es la Tierra antigua congelada en el tiempo,” explica Williams, quien concluye: “Se trata de un planeta aparte en evolución y, de los procesos que ocurren allí, algunos son similares a los de la Tierra y otros son muy distintos”.