Incautan 10.000 tortugas radiadas en una casa de Madagascar
Este hallazgo realizado por las autoridades locales pone de manifiesto una grave amenaza para una especie de tortuga en peligro de extinción.
A principios de abril, Soary Randrianjafizanaka se unió a un grupo formado por varios policías, compañeros y otras personas para investigar un olor rancio procedente de una casa de dos pisos en Toliara, una localidad en la costa suroeste de Madagascar. Se encontró con una escena que nunca había visto antes en su trabajo como directora regional de la agencia medioambiental de Madagascar: miles de tortugas de varios tamaños cubrían el suelo, unas encima de otras sin espacio para moverse.
Randrianjafizanaka dijo que el hedor de las heces y la orina era abrumador.
“No puedes ni imaginártelo. Era horrible”, reconoció. “Tenían tortugas en el baño, en la cocina, por todas las habitaciones de la casa”, agregó.
En total, la casa contenía 9.888 tortugas radiadas vivas, una especie rara de Madagascar, y 180 muertas. Randrianjafizanaka ayudó a contarlas mientras las autoridades las cargaban en seis furgonetas y hacían varios viajes a Le Village Des Tortues, un centro privado de rehabilitación de fauna silvestre en Ifaty, a 29 kilómetros al norte de Toliara. El transporte de las tortugas al centro de rescate llevó hasta la mañana siguiente.
La gran mayoría de los animales están vivos y relativamente en buen estado, según Na Aina Tiana Rakotoarisoa, veterinaria que las está cuidando. Pero una semana después de encontrarlas, 574 tortugas habían muerto por deshidratación o infección.
Las autoridades tienen pistas sobre los responsables. Han detenido a tres sospechosos, dos hombres y una mujer, la propietaria de la casa. Según Randrianjafizanaka, los hombres estaban enterrando a las tortugas muertas en la propiedad cuando llegó el equipo.
Rick Hudson, presidente de la Turtle Survival Alliance con sede en Estados Unidos, que ha ayudado en las labores de rescate, cree que las tortugas de tamaño pequeño y mediano —más fáciles de ocultar que las grandes, que pueden pesar hasta 16 kilos con caparazones de 40 centímetros de ancho— podrían haber sido sacadas clandestinamente del país.
Randrianjafizanaka cree que el gran número de tortugas indica un esfuerzo organizado. “No sabemos exactamente quién es el pez gordo, pero sabemos que hay un jefe mayor”, aseguró.
Sacar tortugas radiadas de los bosques es ilegal en Madagascar y un tratado firmado por 182 países y la Unión Europea prohíbe el intercambio comercial de la especie. Sin embargo, los animales se están convirtiendo en el objetivo de los furtivos, quienes o bien las venden a nivel local como carne de caza, o bien las pasan de contrabando vivas al sureste asiático o China, donde las venden a coleccionistas de reptiles. Las tortugas radiadas son muy preciadas debido a los intrincados patrones en forma de estrella amarilla sobre sus caparazones.
La pérdida de superficie forestal también ha pasado factura a la población de tortugas radiadas. Una estimación de 2013 las situaba en los seis millones de ejemplares, un descenso desde los 12 millones en los años 90. Hoy en día, la población ronda probablemente los tres millones, según Hudson. En 2008, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que evalúa el estado de conservación de los animales salvajes, cambió su clasificación de “preocupación menor” a “en peligro crítico de extinción”, un inusual salto de cuatro categorías que las pone un paso más cerca de “extintas»”.
Hudson dijo que le sorprendió la escala de la incautación. Pero para él también es “totalmente creíble” que tantas tortugas fueran capturadas en la naturaleza. “Las están capturando a un ritmo que yo describiría como alarmante y catastrófico”, afirmó.
La caza furtiva de animales salvajes se intensificó en Madagascar después de 2009, cuando un golpe político situó al país en una espiral económica descendente que debilitó los esfuerzos de protección medioambiental. En los últimos años, las incautaciones de tortugas radiadas —así como de tortugas angonoka, también nativas de Madagascar y aún más raras— se han convertido en algo rutinario. Por ejemplo, en 2015, las autoridades confiscaron 453 tortugas radiadas vivas en el Aeropuerto Internacional de Ivato, Madagascar, e incautaron 316 en el sureste de China en 2016 como parte de un plan en el que participaba un empleado del aeropuerto que las guardaba en su apartamento tras llegar de Madagascar.
Es poco probable que las 10.000 tortugas sean liberadas en la naturaleza pronto, según Jordan Gray, coordinador de comunicaciones de la Turtle Survival Alliance. La caza furtiva rampante, según él, implica que mantenerlas en cautividad es lo mejor para su supervivencia.