Canibalismo entre serpientes: las cobras macho comen miembros de su propia especie
Si bien no es una novedad que las cobras comen otras serpientes, investigaciones recientes sugieren que el comportamiento es muy común, y que incluso pueden comer miembros de su propia clase.
Suele decirse que vivimos rodeados de perros salvajes que se devoran unos a otros. Pero el canibalismo existe también entre otros animales del reino animal. El caso de las serpientes se considera una excepción porque raramente comen miembros de su propia especie, excepto en épocas hostiles.
Sin embargo, este paradigma parece estar derrumbándose, pues cada vez surgen más estudios que presentan pruebas de canibalismo entre serpientes. En un artículo reciente, un grupo de investigadores afirmó que algunas cobras, las serpientes más conocidas de la Tierra, consumen con frecuencia animales de su propia clase.
Cuando el herpetólogo Bryan Maritz escuchó en su radio que le comunicaban: "Hay dos grandes serpientes amarillas luchando", corrió hacia ellas. Maritz, investigador de la Universidad de Western Cape (Universidad del Cabo Occidental), Sudáfrica, viajó al desierto de Kalahari en busca de cobras del Cabo (Naja nivea) y culebras arborícolas del Cabo (Dispholidus typus) para su actual investigación sobre uso de recursos.
Junto con sus colegas, Maritz encontró a las serpientes, y a los 15 minutos, la más grande ya estaba a punto de acabar con su rival más pequeño. "En lugar de capturar dos potenciales animales de estudio, encontramos un solo animal bien alimentado", explicaron Maritz y sus colegas en su artículo publicado esta semana en la revista Ecology. La cobra llevaba un transmisor de radio y había recibido el apodo de "Hannibal".
Las cobras del Cabo son depredadoras generalistas, no tienen ningún reparo en comer otras serpientes, y no les importa si ya están muertas. De hecho, muchas especies de serpientes cazan otras serpientes de manera oportunista, y algunas, como la infame cobra real (Ophiophagus hannah), se alimentan principalmente de serpientes. Pero en su mayor parte, se cree que estas serpientes se aprovechan de otras especies, no de la suya. Por lo tanto, luego de presenciar el acontecimiento, Maritz se preguntó si la práctica era realmente poco común.
Junto con sus colegas, Maritz revisó la bibliografía existente para recabar información sobre la opiofagia —el término científico para referirse a la práctica de comer serpientes—, en las seis especies de cobra que viven en el sur de África. También estudiaron informes que un grupo de científicos locales realizó a través de un grupo público de Facebook.
"Sabíamos que comían serpientes", afirma Maritz. "Lo que no sabíamos era que las serpientes constituyen gran parte de su dieta". Encontraron que entre el 14 y el 43 por ciento de la dieta de cada especie consistía en serpientes. Al parecer, las cobras prefieren especialmente la víbora bufadora (Bitis arietans); la víbora del Gabón representaba casi un tercio de las presas de serpiente registradas.
Lo más sorprendente fue que cinco de las seis especies se estaban comiendo a su propia especie. Las cobras del Cabo mostraban un comportamiento claramente caníbal, pues se contabilizó un 4 por ciento de miembros de su propia especie en las observaciones. Eso resultó notable, dado que hace 11 años se había realizado un estudio exhaustivo que no reveló ninguna prueba de canibalismo en la especie.
Pelea de machos
Lo que resultó extraño fue que en cada ejemplo encontrado de canibalismo en las cobras del Cabo, un macho se comía a otro macho. Eso sugiere que la práctica podría haber sido consecuencia de una lucha por los recursos o el apareamiento.
"Es tentador presuponer un vínculo entre el combate de machos y el canibalismo", explica Maritz. Es cierto que los datos son acotados, y es posible que las hembras también practiquen el canibalismo. Solo que este equipo no ha encontrado ningún caso.
La exclusividad de canibalismo entre machos también interesó a William Hayes, un experto en serpientes y ecólogo conductual de la Universidad de Loma Linda en California, quien comenta que el estudio le parece "fascinante".
"Podríamos suponer que los efectos de la opiofagia en este grupo son insignificantes, pero los acontecimientos relativamente poco frecuentes a veces pueden tener profundas implicaciones", explica. "Comerse a un solo competidor podría, de hecho, marcar la diferencia entre sobrevivir o garantizar un apareamiento".
Sin embargo, no resulta sorprendente que estas serpientes aprovechen la oportunidad de comer una serpiente más pequeña con la que se topen o derroten en alguna pelea, afirma Kate Jackson, una herpetóloga de Whitman College en Washington, quien no participó en este estudio. "Si eres larga y delgada, el alimento que puedes ingerir también debe ser largo y delgado", señala.
Jackson, quien ha estudiado los mecanismos de depredación entre serpientes en las serpientes reales (Lampropeltis), está "encantada" de que se esté realizando este tipo de trabajo. Según ella, casi todo lo que se sabe de la alimentación de las serpientes salvajes se obtiene de las listas de animales de presa que figuran en guías de campo, y no en investigaciones novedosas.
Jackson señala que el estudio es muy importante debido a las consecuencias negativas de las cobras sobre las personas. Por el fuerte veneno que tienen, las cobras se encuentran entre las serpientes más peligrosas de África. Las proporciones e incluso los tipos de toxinas de los venenos, sin embargo, pueden variar según la alimentación de las serpientes; entonces, si la dieta de estas especies varía según la zona, las serpientes podrían tener diferentes venenos, y un antídoto que salve la vida en una región sería menos eficaz en otra.
El trabajo sugiere que el canibalismo entre serpientes podría cumplir un rol importante en la estructuración de las comunidades de serpientes y determinar el tipo y tamaño de las serpientes en una zona determinada. Esto podría observarse a menor escala en su área de estudio, donde las cobras grandes asaltan los grandes nidos coloniales de los tejedores. "Visitar los nidos puede ser peligroso para las cobras más pequeños si a su vez los nidos atraen cobras más grandes y posibles caníbales", afirma.