Frente a la amenaza de la caza furtiva, los elefantes tienden a no desarrollar colmillos
En Mozambique, los investigadores buscan comprender la genética de aquellos elefantes que nacieron sin colmillos, y las consecuencias que implica este rasgo.
Los elefantes más viejos que viven en el Parque Nacional de Gorongosa, en Mozambique, llevan marcas imborrables de la guerra que se apoderó del país por 15 años: muchos de ellos no tienen colmillos. Son los sobrevivientes solitarios de un conflicto que mató a más del 90 por ciento de estos animales en peligro, asesinados por su marfil para financiar armas y por su carne para alimentar a los combatientes.
La caza le dio una ventaja biológica a aquellos elefantes de Gorongosa que no desarrollaron colmillos. Cifras recientes indican que aproximadamente un tercio de las hembras más jóvenes— la generación que nació luego de que la guerra finalizara en 1992— nunca desarrolló colmillos. Normalmente, la falta de colmillos tendría lugar solo entre el dos y el cuatro por ciento de los elefantes africanos hembra.
Hace décadas en Gorongosa vivían unos 4000 elefantes, según Joyce Poole—una experta en el comportamiento de los elefantes y exploradora de National Geographic, que estudia los paquidermos del parque. Sin embargo, este número se redujo a los tres dígitos luego de la guerra civil. Una nueva investigación todavía no publicada que Poole recopiló indica que de las 200 hembras adultas conocidas, , el 51 por ciento de las que sobrevivieron a la guerra—animales de 25 años o más—no tienen colmillos. Y el 32 por ciento de los elefantes hembra nacidos desde la guerra no tienen colmillos.
Poole, que trabaja como directora científica de una organización sin fines de lucro llamada ElephantVoices, afirma que los colmillos de un elefante macho son más grandes y más pesados que los de una hembra de la misma edad. “Sin embargo, cuando hay mucha presión sobre una población por parte de la caza furtiva, los cazadores comienzan a fijarse también en las hembras mayores “, explica. “Con el tiempo, y con la población de mayor edad, empiezas a tener esta proporción realmente muy alta de hembras sin colmillos”.
Esta tendencia de falta de colmillos no se limita solo a Mozambique. Hay otros países con una historia importante de caza furtiva de marfil, que también atravesaron cambios similares entre las hembras supervivientes y sus crías hembras. En Sudáfrica, el efecto ha sido particularmente extremo: según se informó, a principios de la década del 2000, el 98 por ciento de las 174 hembras del Parque Nacional de Elefantes Addo carecían de colmillos.
“La prevalescencia de la falta de colmillos en Addo es realmente extraordinaria, y enfatiza el hecho de que los altos niveles de presión por parte de la caza furtiva pueden hacer mucho más que tan solo eliminar individuos de una población”, explica Ryan Long, un ecólogo conductual de la Universidad de Idaho y explorador de National Geographic. “Se están comenzando a descubrir las consecuencias de estos cambios tan drásticos en las poblaciones de elefantes”.
Josephine Smit, que estudia el comportamiento de los elefantes como investigadora del Programa de Elefantes de Tanzania Meridional, explica que entre los elefantes hembra que observa en el Parque Nacional de Ruaha, una zona que fue muy afectada por la caza furtiva en las décadas de los 70 y 80, el 21 por ciento de las hembras mayores de cinco años no tienen colmillos. Tal como en Gorongosa, las cifras más altas se presentan en las hembras mayores. Según Smit, aproximadamente el 35 por ciento de las hembras mayores de 25 años no tienen colmillos. Y de los elefantes de entre cinco y 25 años, el 13 por ciento de las hembras no tienen colmillos. (Smit, candidata a un doctorado de la Universidad de Stirling en Escocia, explica que los datos todavía no han sido publicados, si bien ella presentó sus hallazgos en una conferencia científica sobre fauna y flora en diciembre pasado).
Por otro lado, la caza furtiva llevó a que disminuyeran los tamaños de colmillos en algunas zonas altamente afectadas por la caza, como en Kenia Septentrional. Un estudio llevado a cabo en 2015 por la Universidad de Duke y el Servicio de Vida Silvestre de Kenia comparó los colmillos de los elefantes capturados entre 2005 y 2013 y los de aquellos asesinados entre 1966 y 1968 (es decir, antes de que una importante caza furtiva tuviera lugar a fines de la década del 70 y principios del 80), y halló considerables diferencias. Los elefantes que sobrevivieron a ese período de intensa caza furtiva tenían colmillos mucho más pequeños; eran aproximadamente un quinto menores en machos y más de un tercio menores en hembras.
Este patrón se repitió en sus crías. En promedio, los elefantes machos nacidos luego de 1995 tenían colmillos un 21 por ciento más pequeños que los de los machos de los años 60, y un 27 por ciento más pequeños que los de las hembras de ese período. Según los autores del estudio, “si bien las pruebas de rol que juega la genética en el tamaño de los colmillos son indirectas”, algunos estudios en ratones, babuinos y humanos determinaron que el tamaño de los incisivos—homólogos de los colmillos de elefantes—es hereditario y tiene “una influencia genética considerable”.
Las consecuencias de la falta de colmillos
Según Poole, a pesar de la ola de falta de colmillos causada por los humanos en las últimas décadas, los elefantes sin colmillos sobreviven y parecen ser saludables. Los científicos afirman que la proporción considerable de elefantes con esta ventaja podría alterar el comportamiento de los individuos y sus comunidades, y quieren averiguar, por ejemplo, si estos animales tienen áreas de distribución más grandes que otros elefantes, ya que podrían necesitar cubrir más terreno para hallar alimentos recuperables.
Los colmillos son básicamente dientes gigantes. Sin embargo, los elefantes comúnmente los utilizan para la mayoría de las tareas cotidianas: excavan para conseguir agua o minerales esenciales en la tierra, quitan la corteza de los árboles para obtener alimentos fibrosos, y sirven para que los machos compitan por las hembras.
La labor que los elefantes realizan con sus colmillos también es esencial para otros animales. La “función que cumplen los elefantes como especie clave para derribar árboles y excavar hoyos para acceder al agua es fundamental para una serie de especies inferiores que dependen de ellos”, explica Long. La acción de los colmillos también favorece la creación de hábitats. Algunos lagartos, por ejemplo, prefieren crear sus hábitats en árboles destruidos o derribados por elefantes al explorar.
Si los elefantes cambian de hábitat, la rapidez con la que se desplazan o a dónde van, podría tener consecuencias esenciales para los ecosistemas que los rodean. “Cualquier cambio en su comportamiento podría causar cambios en la distribución de los elefantes a lo largo del paisaje, y son esos grandes cambios los que tienen más posibilidades de producir consecuencias en el resto del ecosistema”, explica Long.
Hoy en día, Long y un equipo de investigadores de ecología y genética están comenzando a estudiar cómo los elefantes sin colmillos pasan sus vidas. En junio, el equipo comenzó a observar a seis hembras adultas en Gorongosa—la mitad de ellas tenía colmillos y la otra no— de tres manadas de reproducción distintas. Les colocaron collares GPS, tomaron muestras de sangre y de excremento, y decidieron supervisarlas por un par de años— o hasta que los collares se queden sin batería—tomando más muestras fecales periódicamente para analizar la alimentación de los elefantes.
Su objetivo es encontrar más información sobre cómo estos animales se desplazan, se alimentan y cómo son sus genomas. Long espera poder detallar cómo los elefantes, sin el beneficio de tener colmillos como herramientas, podrían alterar su comportamiento para obtener nutrientes. Rob Pringle, de la Universidad de Princeton, planea analizar muestras de excremento para obtener información acerca de la alimentación y el ejército de microbios y parásitos que viven dentro de los intestinos de los elefantes. Otro colaborador, Shane Campbell-Staton, un biólogo evolutivo de la Universidad de California en Los Ángeles, analizará la sangre para hallar respuestas sobre la influencia de la genética en el fenómeno de la falta de colmillos.
Según Campbell-Staton, la forma en que se hereda este rasgo es “desconcertante”. La falta de colmillos no parece ocurrir de forma desproporcionada entre las hembras. Según el biólogo, tiene sentido que los machos sin colmillos no pudieran competir por el acceso reproductivo a los elefantes hembra. Sin embargo, si este rasgo está relacionado con el cromosoma X—si pasa por ese cromosoma, que sirve para determinar el sexo y transporta genes para diversos rasgos heredados—, creeríamos que es debido a que los machos siempre obtienen su cromosoma X de sus madres, y tendríamos una gran población de machos sin colmillos. “Pero no observamos eso. Es poco habitual que haya elefantes africanos machos sin colmillos”.
Joyce Poole corrobora esto. Afirma que en toda su carrera solo ha visto tres o cuatro machos sin colmillos—ninguno de ellos en Gorongosa.
Soluciones alternativas
Si bien las características nutricionales y conductuales de los elefantes sin colmillos todavía no han sido comparadas formalmente con aquellas de los elefantes de colmillos de ninguna manada, Smit cuenta como anécdota que en su investigación ha observado que los elefantes sin colmillos parecen haber encontrado soluciones alternativas.
“He observado elefantes sin colmillos que se alimentan de corteza, y son capaces de quitarla con sus trompas, muchas veces usando sus dientes”. También podrían contar con la ayuda involuntaria de otros elefantes, dice Smit. Es posible que los elefantes estén buscando distintos tipos de árboles con una corteza más fácil de quitar, o que ya haya sido un poco extraída por otros elefantes—dándoles un punto de ventaja ya preparado para quitarla.
Las recientes restricciones en el comercio de marfil en China y Estados Unidos podrían causar una reducción en la demanda de colmillos, pero el tiempo en el que una población con una alta proporción de falta de comillos puede recuperar algunos de sus individuos—y sus colmillos—varía. En el caso de los elefantes asiáticos, por ejemplo, su larga historia de caza por el marfil—además de la captura de elefantes con colmillos de su hábitat natural para trabajar—posiblemente haya contribuido a un aumento en la falta de colmillos.
“Si observas a los elefantes asiáticos, las hembras no tienen colmillos, y dependiendo de la población en cada país, la mayoría de los machos tampoco tienen colmillos”, explica Poole. Todavía se desconocen las razones por las que los porcentajes de falta de colmillos en las poblaciones de elefantes asiáticas y africanas varían tanto.
Sin embargo, Poole y otros señalan que en aquellas zonas de Asia que han sido afectadas históricamente por la caza de marfil, los niveles de falta de comillos son altos—como en África—, y destacan que los humanos estamos dejando una marca permanente en el mayor mamífero terrestre de la Tierra.
Wildlife Watch es un proyecto de investigación periodística entre National Geographic Society y National Geographic Partners, que se enfoca en delitos y explotaciones contra la fauna y la flora silvestre. Aprende más sobre la misión sin fines de lucro de National Geographic Society en www.nationalgeographic.org.
* El título de este artículo fue modificado de su versión original el 29 de noviembre de 2018. Se cambió el término "evolucionan" por "tienden a no desarrollar colmillos".