Famoso gorila de espalda plateada es asesinado por cazadores furtivos en Uganda

La muerte de Rafiki, un gorila macho de montaña de 25 años, se ha producido tras el incremento de las actividades ilegales ante la disminución del turismo en Uganda.

Por Jack Losh
Publicado 16 jun 2020, 16:41 GMT-3
Rafiki (en la foto con una hembra) había encabezado este grupo de 17 gorilas desde 2008.

Rafiki (en la foto con una hembra) había encabezado este grupo de 17 gorilas desde 2008.

Fotografía de Allan Carlson, WWF

El asesinato Rafiki, un famoso gorila de montaña, a manos de cazadores furtivos supone un revés tras las décadas de labores de conservación para alejar a la especie del precipicio de la extinción.

Según un comunicado del 12 de junio de la Autoridad de Fauna Silvestre de Uganda, las autoridades de Uganda detuvieron a cuatro presuntos cazadores furtivos tras la muerte de Rafiki, un espalda plateada de 25 años que lideraba un grupo de 17 gorilas en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi desde 2008.

El gran simio, el favorito de muchos turistas, falleció cuando un cazador furtivo le clavó una lanza en el vientre, que penetró hasta sus órganos internos según un informe post mortem. La última vez que murió un gorila de montaña a manos de los humanos fue en 2011.

La familia de Rafiki buscaba comida en las fronteras del parque con regularidad y era "un grupo simbólico en lo que respecta a la coexistencia", con las personas, señala Anna Behm Masozera, directora del Programa Internacional de Conservación de Gorilas, una coalición regional de grupos medioambientales. "La muerte de Rafiki y las circunstancias que la rodean son importantes. Él era el único macho maduro de este grupo emblemático".

Rafiki desapareció el 1 de junio y una partida de búsqueda halló su cadáver mutilado al día siguiente. Los guardabosques rastrearon a un sospechoso hasta una aldea cercana, donde presuntamente lo encontraron con carne de caza y trampas, una lanza y campanillas que se colocan en los collares de los perros de caza. Admitió que él y otros tres hombres habían estado cazando antílopes en el parque y que habían asesinado a Rafiki para defenderse cuando el animal los atacó.

Conforme a la estricta legislación de Uganda, los cuatro hombres se enfrentan a una pena de cárcel o a una multa de 5,4 millones de dólares si se los declara culpables de matar a una especie en peligro de extinción.

Aunque Rafiki no fue asesinado por su carne, el incidente se ha producido tras las advertencias de los conservacionistas y las autoridades gubernamentales de que la pandemia de coronavirus y el confinamiento subsiguiente podrían obligar a las personas desesperadas a recurrir a la caza furtiva. El toque de queda del país ha cerrado los parques nacionales y suspendido las expediciones de ecoturismo para ver a los gorilas en su hábitat natural, la fuente de ingresos principal para la conservación de los gorilas.

"Los gestores de los parques del área de distribución de los gorilas de montaña observan más actividades humanas de lo normal, muchas de ellas ilegales", afirma Behm Masozera.

A su vez, eso incrementa los riesgos complementarios. La caza ilegal podría hacer que las personas entren en contacto con los gorilas de montaña, como en el caso de Rafiki, y aumenta el riesgo de transmitir el coronavirus a estos primates, que pueden contraer enfermedades respiratorias de los humanos debido a nuestras similitudes genéticas.

Supone un gran revés, pero aún hay esperanzas

En los últimos años, los gorilas de montaña se han recuperado de forma asombrosa tras décadas de guerra civil devastadora y caza furtiva desenfrenada que redujeron su población a unos 350 animales en los años ochenta. Las poblaciones de grandes simios, que ahora cuentan con más de mil individuos, están divididas en dos grupos principales en Bwindi y una red de parques en la cordillera de volcanes extintos de Virunga. En 2018, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza subió su clasificación de especie en peligro de extinción a especie en peligro crítico de extinción.

Behm Masozera señala que parte de la estrategia de éxito para recuperar a la especie consiste en colaborar con comunidades locales y apoyar sus iniciativas de ecoturismo. Pero la ausencia de occidentales con dinero en los últimos meses ha destruido el sustento de los porteadores, comerciantes, personal de hostelería y otros trabajadores locales de las comunidades linderas del parque nacional. Los turistas pagan hasta 600 dólares por persona a cambio de un permiso para visitar a los gorilas durante una hora.

Aunque algunas personas pueden recurrir a la agricultura de subsistencia, la cercanía de la estación seca reducirá la producción agrícola y empeorará su situación económica.

Además de la caza furtiva, a los conservacionistas les preocupa que la muerte de Rafiki pueda separar a su familia, conocida como grupo Nkuringo.

"Los gorilas de espalda plateada como Rafiki desempeñan un papel muy importante en la estabilidad y la cohesión grupales, así que esta pérdida tendrá repercusiones importantes en el grupo", afirma Cathy Lawson, primatóloga y gestora regional de WWF-UK en África oriental. "Su muerte es trágica".

Es posible que otro espalda plateada no tan acostumbrado a las personas se haga cargo del grupo y aleje a los animales de los turistas, lo que afectará más a la economía de la región.

Cuando han muerto espaldas plateadas en el pasado, los miembros restantes acostumbraban a dispersarse en otros grupos en los que otros gorilas dominantes pueden matar a las crías.

Pese a los retos, los conservacionistas están decididos a no perder los logros resultantes de décadas de trabajo para proteger a los gorilas de montaña.

"Esto supone un revés", dijo Behm Masozera. "Pero nuestro objetivo es la coexistencia pacífica y no se consigue de la noche a la mañana".

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