La pandemia podría arruinar los esfuerzos para proteger a monos en peligro de extinción

Como consecuencia de la propagación de COVID-19 por todo Brasil, se frenó un importante programa de vacunación para proteger de la fiebre amarilla al tití león dorado.

Por Jill Langlois
Publicado 25 ago 2020, 10:29 GMT-3
Dos ejemplares de tití león dorado, especie en peligro de extinción, sobre una rama en la ...

Dos ejemplares de tití león dorado, especie en peligro de extinción, sobre una rama en la Mata Atlántica de Brasil. Aunque su número ha crecido algo, de unos cientos en la década de 1970 a unos pocos miles en la actualidad, los brotes de fiebre amarilla podrían detener ese aumento.

Fotografía de Leo Correa, Associated Press

La propagación desenfrenada de COVID-19 en Brasil amenaza con destruir más de medio siglo de esfuerzos de conservación para proteger a un pequeño mono anaranjado: el tití león dorado.

Estos monos, denominados así por su melena leonina característica, se encuentran únicamente en Brasil, y en la década de 1970, eran solo 200, ya que la cantidad de ejemplares había disminuido por las capturas para el comercio de mascotas y la destrucción y fragmentación de su hábitat. Pero el número se recuperó y llegó a los 3.700 ejemplares para 2014 gracias a una serie de esfuerzos que comprendieron desde la investigación genética y reproductiva hasta la cría en cautiverio y la reubicación en áreas de hábitat que necesitan una mayor recuperación de la población.

Pero más tarde sufrieron otro revés: un brote de fiebre amarilla en 2017 acabó con el 30 por ciento de los números recuperados. Y hoy, el esfuerzo de años para poder vacunar a los monos contra la fiebre amarilla se ha suspendido debido a la pandemia de coronavirus.

“Nos sorprendió que los tamarinos murieran de fiebre amarilla”, comenta Russ Mittermeier, director de conservación de la organización sin fines de lucro Global Wildlife Conservation, que viene estudiando al tití león dorado desde la década de 1970. Se sabía que otras especies de monos eran susceptibles a la enfermedad, pero no los titíes león dorado. "Otro brote sería desastroso".

Disminución abrupta

Fue a mediados de 2017 cuando los titíes león dorado comenzaron a desaparecer.

Carlos Ramon Ruiz-Miranda, primatólogo de la Universidad Estatal del Norte de Río de Janeiro, se encontraba realizando un estudio sobre la población del pequeño mono. Brasil estaba atravesando su peor brote de fiebre amarilla en 80 años, que se había extendido por el sureste del país, y ocasionó la muerte de más de 250 personas y miles de monos en el Bosque Atlántico.

Ruiz-Miranda se sorprendió al no poder encontrar ningún tití león dorado en la Reserva Biológica Poço das Antas, una de las principales regiones de estudio desde 1985.

“Sentí una gran preocupación y me asusté bastante porque se trataba de una población grande; enseguida supe que algo malo estaba pasando”, cuenta.

Los lugareños comenzaron a contactar al investigador para informarle sobre titíes león dorado en grave estado, tirados en el suelo sin poder trepar los árboles.

“Es raro encontrar titíes león dorado yaciendo en un pastizal”, expresa Ruiz-Miranda, quien también es presidente de la Golden Lion Tamarin Association, un grupo de conservación sin fines de lucro con sede en Brasil. Los monos suelen quedarse en el bosque, solo recorren el pastizal cuando pasan de un fragmento de bosque a otro, y sus cadáveres desaparecen enseguida como consecuencia de los depredadores y la alta humedad del entorno. "En todos los años que trabajé con ellos, nunca había visto eso".

En mayo de 2018, los científicos confirmaron la primera muerte de un tití león dorado por fiebre amarilla. Al año siguiente, un estudio reveló la gravedad de la situación; el brote de fiebre amarilla provocó que la población se redujera en casi un tercio, y hoy solo quedan 2.516 monos. En la Reserva Biológica Poço das Antas en Río de Janeiro, los investigadores finalmente confirmaron que allí todavía vivían 30 titíes león dorado, pero que la población de la reserva había disminuido un 70 por ciento.

Ruiz-Miranda y miembros de la Golden Lion Tamarin Association y Save the Golden Lion Tamarin, una organización benéfica con sede en EE. UU., decidieron que debían poner en marcha una vacuna para salvar a la especie.

En muchos casos, sería imposible la vacunación de poblaciones enteras de primates, pero los titíes león dorado viven en una región pequeña y los investigadores pueden monitorearlos muy de cerca, por lo que vacunarlos sería más factible, según Sérgio Lucena, primatólogo y director del Instituto Nacional de la Mata Atlántica. Para tener éxito "la vacuna debe usarse de una forma muy precisa y dentro de un área muy restringida".

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    Hasta el 2018, los científicos no sabían que la fiebre amarilla podía afectar a los titíes león dorado, pero las pruebas y los estudios de la población han confirmado que un brote reciente provocó que su número haya disminuido un 30 por ciento.

    Fotografía de Silvia Izquierdo, Associated Press

    Luego de administrarse en titíes león dorado sanos y en cautiverio la primera ronda de vacunas -una versión diluida de la sustancia que se aplica a los humanos-, el mayor obstáculo fue obtener el permiso para aplicársela a los monos del bosque. Se hizo entonces una solicitud al gobierno y, como se trató de un pedido nunca antes realizado, no había un procedimiento claro para obtener la aprobación.

    Luego, justo cuando Ruiz-Miranda y su equipo esperaban el último permiso antes de dirigirse al campo para vacunar a cinco de los grupos de monos, aparece la pandemia de COVID-19.

    Vacunar monos durante una pandemia

    Obligados a permanecer en casa y sin poder salir al campo para continuar con el trabajo, los investigadores ya han perdido siete meses.

    “Sentíamos una gran frustración e indignación por la burocracia”, cuenta Ruiz-Miranda. "Llamábamos todas las semanas para tratar de avanzar y obtener una respuesta rápida sabiendo que habíamos perdido muchos tamarinos".

    Finalmente, en agosto hubo novedades. Con el permiso en mano, ya están listos para regresar al campo en septiembre. Una vez que se vacunen y transfieran los primeros grupos, se los mantendrá en observación de seis meses a un año antes de que otros reciban el mismo tratamiento.

    Para prevenir que los investigadores se contagien COVID-19, ahora viajarán al bosque en equipos de dos, lo que requiere de más vehículos y tiempo, y aumenta los costos necesarios para realizar el trabajo. En el laboratorio, solo se permitirán tres personas a la vez, y deben usar mascarillas todo el tiempo, no solo mientras manipulan a los monos.

    Para encontrar a los titíes león dorado que se monitorean con telemetría, se necesitan hasta tres días; localizar a aquellos sin transmisores de radio puede tomar dos meses. Una vez que se encuentran, se los coloca en una trampa especial donde se los seda para tomarles muestras de sangre, hacerles hisopados y realizarles un chequeo de salud completo. La vacuna contra la fiebre amarilla puede aplicarse con los monos despiertos.

    Si todo va bien, el objetivo es vacunar a 500 titíes león dorado, la población mínima viable para mantener viva a la especie en estado silvestre. Ruiz-Miranda espera que el tiempo que perdieron por la pandemia de COVID-19 no haya afectado la salud de la población.

    “Cuanto más pequeña sea la población, mayor será la probabilidad de que cualquier desgracia acabe con ellos. Si no se hace nada, es posible que haya extinciones a nivel local", expresa.

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