Puerto Rico: Loros criados en cautiverio desarrollaron nuevos dialectos
La cría en cautiverio evitó que los loros puertorriqueños se extinguieran, pero, al cambiar su forma de comunicación, se generaron dudas acerca del futuro de la especie.
Un loro puertorriqueño recién liberado come fruta del camasey. Solo quedan unos 600 de estos loros.
Hoy los graznidos, chillidos y silbidos de los loros resuenan por toda la selva tropical de Puerto Rico. Pero unas décadas atrás, estos sonidos estuvieron a punto de desaparecer.
La deforestación había perjudicado a los loros puertorriqueños de forma significativa. Antes de la colonización europea en el 1500, la población ascendía a aproximadamente un millón de loros. En la década de 1970, tan solo quedaban 13 loros puertorriqueños en estado silvestre, más precisamente, en una de las únicas áreas de bosque que quedaron en la isla, El Yunque.
En un último esfuerzo por recuperar a la especie, los conservacionistas comenzaron a criar loros en cautiverio. Fue una estrategia exitosa: si bien los pájaros parlanchines de color verde esmeralda todavía se consideran en peligro crítico de extinción, hoy el número supera los 600.
Pero los conservacionistas sostienen que puede haber una nueva amenaza para su supervivencia. Los loros cautivos han desarrollado un dialecto completamente nuevo, un fenómeno que no se ha observado antes en otras poblaciones de aves cautivas, afirma la líder del estudio Tanya Martínez, bióloga conservacionista del Proyecto de Recuperación de Loros Puertorriqueños del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico.
En 2013, Martínez se encontraba cursando su maestría en la Universidad de Puerto Rico, y comenzó a notar que los loros puertorriqueños no sonaban todos iguales. “Te metías en el bosque de El Yunque para trabajar con la población silvestre, y notabas que, por su sonido, parecía una especie diferente a las aves cautivas”, cuenta Martínez, cuyo artículo apareció recientemente en la revista Animal Behaviour.
Con curiosidad por saber más, se dedicó a escuchar y grabar las cuatro poblaciones de loros que existían, dos silvestres y dos cautivas. Tras analizar las grabaciones, confirmó su sospecha: las vocalizaciones variaban de una población a otra.
La potencial barrera comunicativa es una preocupación, explica Timothy Wright, biólogo de la Universidad Estatal de Nuevo México que no participó en la investigación. Para reintroducirse con éxito, los loros deben poder comunicarse con sus compañeros, en especial, para fortalecer las relaciones en sus comunidades individuales.
Tres huevos de loro puertorriqueño en el hueco de un árbol.
Dos loros puertorriqueños con radio collar se asoman por la cavidad de su nido. Los collares les permiten a los científicos monitorear la ubicación de las aves.
Martínez terminó su investigación justo a tiempo. En 2017, cuando acababa de completar las grabaciones, se produjo una tragedia en el bosque de El Yunque: el huracán María acabó con toda la bandada de loros silvestres, que sumaban, aproximadamente, 50 loros.
“Este fue el último refugio del loro silvestre. Si no hubiera sido por este bosque, esta especie se habría extinguido”, explica. Ahora se encuentra preservada en bandadas de loros cautivos y reintroducidos cuyos antepasados vivieron en ese bosque hace casi 50 años.
Tutores de idiomas
Wright, quien estudia el loro de nuca amarilla (Amazona auropalliata) de Costa Rica, cuenta que los cambios en las vocalizaciones pueden afectar el comportamiento de los loros. Cuando realizó la prueba de trasladar varios loros a una población con un dialecto desconocido, las aves más jóvenes aprendieron rápidamente la nueva lengua, pero las aves más viejas no lograron dominarla: “Los adultos no parecían estar predispuestos a aprender el nuevo dialecto; simplemente se juntaban con pájaros del mismo dialecto".
Si bien, luego de haber sido transferidos a una población diferente, algunos loros puertorriqueños adoptaron un nuevo dialecto, no todas las aves mostraron la misma habilidad, señala Thomas White, un biólogo de vida silvestre que ha trabajado en el programa de recuperación del loro puertorriqueño del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. durante más de 20 años.
“Lo mismo les ocurre a los seres humanos cuando aprenden un idioma extranjero: para algunas personas resulta mucho más rápido y más fácil que para otras”, comenta White.
Entonces, para ayudar a las aves cautivas a aprender las vocalizaciones silvestres, el programa de recuperación ha reintroducido loros que hacen el trabajo de tutores.
Antes de ser liberadas en el bosque de El Yunque, las aves permanecen durante un período de tiempo en un sitio donde pueden observar, escuchar y aprender de sus futuros compañeros. Hoy, los conservacionistas ya han dejado de usar cotorras de La Española como sustitutos, dado que ya hay suficientes loros puertorriqueños para criar sus propios polluelos.
Y a principios de este año, el equipo liberó 30 loros cautivos en el bosque de El Yunque para reemplazar a la población que murió durante el huracán. Sus dialectos, aunque no sean exactamente iguales, volverán a resonar por todo el bosque.
Martínez terminó su investigación justo a tiempo. En 2017, cuando acababa de completar las grabaciones, se produjo una tragedia en el bosque de El Yunque: el huracán María acabó con toda la bandada de loros silvestres, que sumaban, aproximadamente, 50 loros.
“Este fue el último refugio del loro silvestre. Si no hubiera sido por este bosque, esta especie se habría extinguido”, explica. Ahora se encuentra preservada en bandadas de loros cautivos y reintroducidos cuyos antepasados vivieron en ese bosque hace casi 50 años.
Tutores de idiomas
Wright, quien estudia el loro de nuca amarilla (Amazona auropalliata) de Costa Rica, cuenta que los cambios en las vocalizaciones pueden afectar el comportamiento de los loros. Cuando realizó la prueba de trasladar varios loros a una población con un dialecto desconocido, las aves más jóvenes aprendieron rápidamente la nueva lengua, pero las aves más viejas no lograron dominarla: “Los adultos no parecían estar predispuestos a aprender el nuevo dialecto; simplemente se juntaban con pájaros del mismo dialecto".
Si bien, luego de haber sido transferidos a una población diferente, algunos loros puertorriqueños adoptaron un nuevo dialecto, no todas las aves mostraron la misma habilidad, señala Thomas White, un biólogo de vida silvestre que ha trabajado en el programa de recuperación del loro puertorriqueño del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. durante más de 20 años.
“Lo mismo les ocurre a los seres humanos cuando aprenden un idioma extranjero: para algunas personas resulta mucho más rápido y más fácil que para otras”, comenta White.
Entonces, para ayudar a las aves cautivas a aprender las vocalizaciones silvestres, el programa de recuperación ha reintroducido loros que hacen el trabajo de tutores.
Antes de ser liberadas en el bosque de El Yunque, las aves permanecen durante un período de tiempo en un sitio donde pueden observar, escuchar y aprender de sus futuros compañeros. Hoy, los conservacionistas ya han dejado de usar cotorras de La Española como sustitutos, dado que ya hay suficientes loros puertorriqueños para criar sus propios polluelos.
Y a principios de este año, el equipo liberó 30 loros cautivos en el bosque de El Yunque para reemplazar a la población que murió durante el huracán. Sus dialectos, aunque no sean exactamente iguales, volverán a resonar por todo el bosque.