Turistas que se toman selfies con gorilas salvajes podrían transmitirles COVID-19 y otras enfermedades
Una gran cantidad de publicaciones de Instagram revela que los turistas no cumplen con las medidas de distanciamiento social establecidas para resguardar a los grandes simios en peligro de extinción.
Un gorila de montaña en el Parque Nacional de los Volcanes en Ruanda. Estos animales pueden contraer enfermedades que padecen los seres humanos, por eso es importante cumplir con las medidas de distanciamiento.
La COVID-19 no es una enfermedad que afecta únicamente a los seres humanos…los animales también pueden contraerla. Hasta ahora, se habían difundido casos en gatos domésticos, leones, tigres, visones y perros. Y en enero, dieron positivo tres gorilas del San Diego Zoo Safari Park, los primeros primates no humanos con casos confirmados.
Para recuperarse, los gorilas, que probablemente se hayan contagiado de un cuidador asintomático, debieron recibir asistencia médica. Winston, el líder de la manada, de 49 años y con una afección cardíaca de base, tuvo neumonía y recibió antibióticos, medicamentos para el corazón y terapia con anticuerpos monoclonales.
Los investigadores no se sorprenden de que los gorilas puedan contraer COVID-19, dada la similitud entre humanos y primates, como gorilas, chimpancés y orangutanes. La preocupación ahora es que estos animales puedan estar expuestos al virus en su hábitat natural.
Un nuevo estudio publicado en la revista científica People and Nature demuestra que el riesgo realmente existe.
Para analizar la distancia que mantenían los turistas con respecto a los gorilas de montaña en los tres países donde viven los primates en peligro de extinción (Uganda, Ruanda y la República Democrática del Congo), un equipo de científicos analizó las selfies que se tomaron junto a los animales antes de que comenzara la pandemia. Descubrieron que la mayoría de las personas que publicaban estas fotos se acercaban a los gorilas más de lo permitido, a una distancia en la que era posible transmitir enfermedades como el coronavirus.
“Lo que hemos visto es que no siempre se cumplen las normas y que la distancia promedio entre turistas y gorilas es cada vez menor”, afirma Magdalena Svensson, profesora de la Oxford Brookes University, Reino Unido, y coautora del estudio de People and Nature .
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que controla el estado de las especies de vida silvestre, publica recomendaciones para el turismo de grandes simios, como mantenerse, como mínimo, a siete metros de los animales y usar mascarillas. Uganda, Ruanda y la República Democrática del Congo ya habían adoptado la norma de los siete metros antes de la pandemia; pero solo la República Democrática del Congo había exigido el uso de mascarillas.
Actualmente, el turismo para visitar gorilas está activo, aunque con una capacidad limitada y con exigencias más severas que antes de la pandemia. Pero Svensson advierte que los animales correrán un alto riesgo de contraer COVID-19 si no se aplican medidas más estrictas de aquí en adelante.
"No queremos suspender el turismo para visitar gorilas o que la gente deje de ver estos increíbles animales, pero queremos que sea lo más seguro posible para todos", explica.
Expuestos a la enfermedad
El turismo es un gran incentivo para la conservación de los primates, ya que además de activar la economía local, los ingresos se destinan a iniciativas de protección. El turismo también sirve para evitar a los cazadores furtivos al ocupar con turistas y guardabosques las áreas donde se encuentran los animales y al informar a la población local sobre la importancia de mantener a salvo a los grandes simios.
Pero dada nuestra similitud genética con los simios, podemos transmitirles una serie de enfermedades, como E. coli, sarna, giardiasis y neumonía.
Las enfermedades respiratorias son las más perjudiciales. Muchos patógenos que en los humanos solo causan síntomas similares al resfriado, para los grandes simios pueden ser fatales; estos virus son la principal causa de muerte en algunas poblaciones. En 2016 y 2017, por ejemplo, un brote de una enfermedad respiratoria afectó a los chimpancés en el Parque Nacional Kibale, Uganda: el 44 por ciento de los 205 miembros del grupo contrajo la enfermedad y murieron 25 animales.
Los gorilas del zoológico de San Diego son los primeros primates que contraen COVID-19 fuera de un laboratorio. En base a ensayos científicos, se ha confirmado que los monos verdes africanos, los macacos rhesus y los macacos cynomolgus pueden contraer el virus y tener síntomas graves.
“Es muy probable que todos los simios y muchos monos puedan contraer COVID-19”, sostiene Tony Goldberg, epidemiólogo de la University of Wisconsin, Madison.
Si los gorilas salvajes se contagian de COVID-19, seguramente el virus sea más severo que con los animales cautivos en el zoológico de San Diego, con "una excelente atención veterinaria", agrega Goldberg. "Enseguida se propagaría entre los miembros de las familias de gorilas, que están todo el tiempo juntos".
Investigación creativa
Svensson y sus colegas se propusieron investigar hasta qué punto los turistas cumplían con las reglas de la UICN a la hora de observar a los simios. Dadas las restricciones para viajar debido a la pandemia, buscaron en Instagram datos que les permitieran conocer el comportamiento de los turistas. “Intentamos ser creativos y llevar a cabo investigaciones que puedan ayudar a la conservación de los primates, incluso de forma remota”, expresa Svensson.
Utilizando los hashtags #gorillatrekking y #gorillatracking, encontraron 858 selfies con gorilas de montaña publicadas entre 2013 y 2019. Svensson y un colega calcularon por separado la distancia entre el gorila y la persona en cada una de las fotos. Si sus cálculos diferían de forma considerable, le pedían a un tercer colega que determinara la distancia.
Claramente, los resultados no brindan un panorama completo de cómo se comportan todos los turistas frente a los aproximadamente 1.000 gorilas de montaña que hoy quedan en la naturaleza, pero sí advierten que una gran cantidad de personas no respeta las normas. En el 86 por ciento de las 858 selfies, se observó una distancia de menos de cuatro metros con respecto al gorila. Solo en el tres por ciento de las fotos había una distancia de al menos 7 metros, como se exige. En 25 fotos, incluso se observa que las personas estaban tocando a los animales.
Parece que, cada año, los turistas se acercan a los simios un poco más: durante el período de estudio de seis años, la distancia promedio entre las personas y los gorilas disminuyó aproximadamente un metro.
Los investigadores también observaron si la mascarilla estaba presente en las fotos. En la República Democrática del Congo, donde se exigen mascarillas, encontraron que el 65 por ciento de las personas cumplía con esta medida. En Uganda y Ruanda, donde la mascarilla no es obligatoria, ningún turista la tenía puesta. Ahora que se están reanudando las actividades de investigación de campo y el turismo de vida silvestre, Ruanda y Uganda exigen mascarillas y han llevado el mínimo de distancia segura a 9,75 metros (antes era de 7 metros). No se ha definido si estos cambios serán permanentes. (Las expediciones de National Geographic para ver a los simios siguen los protocolos de salud y seguridad establecidos por las autoridades gubernamentales de vida silvestre).
“Hay que felicitar a los autores de este artículo por aprovechar el recurso de las selfies, una fuente de datos infrautilizada”, comenta Goldberg, que no participó en la investigación. "Es muy difícil obtener datos precisos sobre las interacciones con simios salvajes a partir de entrevistas con turistas o guías, y las fotos pueden revelar diferentes aspectos de la experiencia turística".
Aprovechar la oportunidad
Los problemas que el estudio de las selfies pone de manifiesto no son exclusivos de los gorilas, agrega Goldberg. En 2018, uno de sus estudiantes de posgrado, Darcey Glasser, realizó 101 excursiones para observar chimpancés en Uganda y anotó más de 900 casos en que los turistas tosían, estornudaban, orinaban y escupían cerca de chimpancés, y con estas acciones podían contagiar enfermedades a los animales. Glasser también observó que los turistas tocaban los troncos de los árboles y ramas que los chimpancés podían tocar más tarde. Si bien no hay ninguna norma que prohíba tocar los árboles, se trata de una importante vía de contagio de enfermedades que podría evitarse con medidas más estrictas, concluye Glasser.
Svensson expresa su deseo de que la pandemia ayude a mejorar las reglamentaciones del turismo de primates y de que estas se cumplan como corresponde. El uso de mascarillas ya se ha establecido y sería bueno que sea obligatorio también para la observación de todos los primates.
Gladys Kalema-Zikusoka, veterinaria y fundadora de Conservation Through Public Health, una organización sin fines de lucro ugandesa que promueve la coexistencia de personas, gorilas y otros animales salvajes, también cree que la pandemia de COVID-19 podría generar un cambio positivo al respecto.
“Los resultados de esta investigación servirán para crear una cultura de turismo responsable, en este caso con respecto a gorilas, chimpancés y orangutanes, pero también pueden utilizarse para ser aplicados en el turismo de observación de otros primates”, comenta.