COVID-19: Las granjas exóticas de China podrían ser un sitio clave en el proceso del salto del virus de animales a personas
El virus podría haberse propagado entre distintas especies en granjas que vendían civetas, serpientes y ratas de bambú.
Los granjeros chinos criaban y vendían animales salvajes para consumo humano, como esta civeta que se muestra aquí en un mercado de Guangzhou. En febrero de 2020, cuando el coronavirus se extendió por todo el mundo, esta práctica fue prohibida por ley.
La granja de civetas era un verdadero chiquero, cuenta Peter Li, describiendo una visita que realizó a uno de los tantos criaderos chinos que, antes de la pandemia, vendían animales salvajes para consumo humano. Allí vivían unas 10 civetas, animales salvajes con colas largas y peludas y manchas faciales como las de un mapache, en condiciones deplorables durante ocho a 12 meses antes de ser vendidas, comenta Li, especialista en políticas de China en Humane Society International y profesor de política de Asia Oriental en la Universidad de Houston-Downtown. Y agrega que, cerca de animales salvajes y en condiciones insalubres, la propagación de enfermedades es algo muy esperable.
La civeta se consumía incluso en restaurantes sofisticados, en una sopa costosa que también llevaba carne de serpiente.
Antes de la pandemia, en China, estas granjas abastecían a los mercados de vida silvestre de animales vivos (civetas, ratas de bambú, cocodrilos, puercoespines y serpientes, entre otros) que se vendían principalmente a restaurantes. Las pequeñas granjas, promovidas por el gobierno como una estrategia para reducir la pobreza en áreas rurales con pocas oportunidades de trabajo, eran miles y tenían a millones de empleados. Pero a fines de 2020, el gobierno anunció que había cerrado todas estas granjas en respuesta al nuevo coronavirus.
Ahora, un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) está evaluando si las granjas de vida silvestre pueden haber promovido la transmisión del coronavirus desde sus probables animales huéspedes, los murciélagos, a los humanos en el mercado de mariscos de Huanan, en Wuhan, un sitio que se ha vinculado a las primeras personas infectadas. (El equipo también está investigando posibles vínculos con otro mercado en Wuhan con el que se relacionó a uno de los primeros infectados, quien no tuvo conexión con Huanan).
Peter Daszak, ecologista de enfermedades de la EcoHealth Alliance en EE. UU., y miembro de la delegación de la OMS que viajó a China para investigar los orígenes de la pandemia en enero de 2021, dijo a NPR la semana pasada que el equipo de la OMS encontró más evidencia de que las granjas de vida silvestre en el sur de China habían suministrado animales al mercado de Huanan, reforzando así la teoría de que las granjas pueden haber favorecido el surgimiento de la pandemia.
El equipo de la OMS aún no ha brindado pruebas de animales infectados en las granjas o el mercado de Huanan. La organización se negó a comentar en vísperas de la publicación de un informe que detallará sus hallazgos las próximas semanas, y los miembros de la delegación no aportaron declaraciones.
Como pasó más de un año entre la vinculación de la enfermedad con el mercado a finales de 2019 y el cierre en diciembre de 2020 de todas las granjas de vida silvestre chinas que suministran alimentos, resulta imposible obtener pruebas. Aun así, es fundamental averiguar cómo el virus pudo haber saltado a los humanos para entender cómo se desencadenó la pandemia de COVID-19 y poder combatir futuras enfermedades zoonóticas.
En Yunnan, la provincia del sur de China donde se encuentran muchas de las granjas de vida silvestre clausuradas, también se encontró un virus de murciélago casi idéntico al coronavirus que atacó a los humanos. Como algunas granjas de vida silvestre vendían animales que suelen ser víctimas de otros coronavirus (por ejemplo, las civetas), los científicos sospechan que estas especies también serían vulnerables frente al SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19.
"Es probable que algunos de estos animales se hayan infectado en esas granjas y que luego hayan llevado el virus al mercado", dijo a Science en febrero Peter Ben Embarek, científico danés en seguridad alimentaria que encabeza la delegación de la OMS, al regresar de China. Y agregó que es necesario conseguir más pruebas.
Antes de la pandemia, los funcionarios chinos impulsaron un programa de granjas de vida silvestre, como esta granja de ratas de bambú en el suroeste de China, para promover trabajo y reducir la pobreza. Cuando los animales se amontonan en condiciones antihigiénicas, las enfermedades pueden propagarse rápidamente, y dar origen a enfermedades zoonóticas.
Muchas granjas de vida silvestre se encontraban cerca de áreas silvestres, por lo que los animales cautivos podrían haberse contagiado a partir de las heces de murciélagos infectados. Además, dice Li, algunas granjas eran una pantalla para vender animales salvajes como animales criados en granjas.
Una vez que el virus se alojó en un animal cautivo, ya sea proveniente de la naturaleza o criado en la granja, el patógeno pudo haber saltado de un animal a otro, y mutado a lo largo del proceso. Para cuando el animal llegó a Huanan u otros mercados en Wuhan, el virus podría haber evolucionado al punto de poder alojarse en otra especie más: los humanos.
El riesgo de capturar animales salvajes
En febrero de 2020, la legislatura de China prohibió la venta y tenencia de animales salvajes para consumir su carne, pero permitió que los agricultores continuaran criando animales para otros fines, como la comercialización de pieles y medicina tradicional china.
Eso significa que no se eliminó el riesgo de propagación de enfermedades de los animales salvajes cautivos, dice Debbie Banks de la Agencia de Investigación Ambiental con sede en Londres, que dirige la investigación en más de 200 granjas de tigres en China.
“El riesgo de contagio persiste, sea cual sea el fin último”, dice Banks. La venta de pieles es un motivo de gran preocupación porque los visones pueden contraer el virus y transmitirlo a los humanos. No se sabe si las granjas de visones de China han tenido brotes de coronavirus como los cientos de granjas en Europa y Estados Unidos, pero la industria de visón de China es muy grande; en 2019, produjo más de 11 millones de pieles.
Las granjas de vida silvestre son una fuente de transmisión muy plausible, pero me sorprendería mucho "si se encontraran pruebas contundentes”, expresa W.Ian Lipkin, director del Centro de Infección e Inmunidad de la Universidad de Columbia, que se encontraba trabajando en China en enero 2020.
Lipkin dice que desconoce si se han realizado pruebas en granjas para saber si estos sitios han favorecido el salto del SARS-CoV-2 de animales a humanos. Y agrega que, incluso si se detectara el virus en una granja hoy, no se sabría si efectivamente la granja precipitó el brote inicial o si los animales se habrían infectado recientemente.
Además, las pruebas de cadáveres congelados del mercado de Huanan en Wuhan tampoco revelaron niveles detectables del virus, y no se puede establecer un vínculo definitivo entre las granjas, el mercado y el brote, explica Lipkin.
El año pasado, la OMS señaló que de las 336 muestras recolectadas de animales congelados en el mercado de Huanan, ninguna dio positivo de coronavirus. El virus se encontró en algunas muestras tomadas de otros lugares del mercado, como desagües y alcantarillas, pero, según Lipkin, esas fuentes no indican si el virus pudo haber estado en animales, humanos o ambos.
Pero si se consiguen pruebas que sugieran que cierta granja de vida silvestre vinculada al mercado de Huanan suministró animales infectados con el coronavirus, sería toda una revolución, expresa Lipkin.
Wildlife Watch es un proyecto de investigación entre National Geographic Society y National Geographic Partners que se centra en los delitos y la explotación de la vida silvestre.