Las madres de los chimpancés son como las de los humanos: se lamentan, miman a sus crías y necesitan tiempo para ellas

Una nueva investigación cuenta un poco más sobre la maternidad de los chimpancés, un conocimiento fundamental que puede ayudar a preservar a la especie en extinción.

Por Grant Currin
Publicado 10 may 2021, 11:08 GMT-3
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Un chimpancé bebé se abraza a su madre. Estos simios grandes comparten el 99 por ciento de su ADN con los seres humanos.

Fotografía de Eric Gevaert, Alamy

Cuidado infantil de 24 horas durante un año. Amamantar hasta los cinco. Una relación intensa que insume mucho tiempo y que dura más de una década.

¿Te suena familiar? Como las mamás de los seres humanos, los chimpancés hembra ponen mucho de sí para criar a su descendencia y convertir a cada ejemplar en un adulto sano. Estos animales pueden vivir hasta 40 años en su hábitat natural. Aunque las comunidades de chimpancés (que viven desde las selvas tropicales de Uganda hasta las sabanas arboladas de Tanzania) son diversas, y tienen sus propias peculiaridades y comportamientos, todas comparten la misma base: relaciones poderosas entre madres y crías.

En los últimos años, una nueva investigación permitió comprender más claramente la maternidad de los chimpancés hembra, mientras que también nos brindó información valiosa sobre esta especie en peligro de extinción.

Dada la destrucción del hábitat, la caza y las enfermedades, las poblaciones de los simios grandes han disminuido en, al menos, un 70 por ciento, de alrededor de un millón en 1900 a entre 172.000 y 300.000 en la actualidad. Aprender más sobre las relaciones sociales puede potenciar los esfuerzos por proteger las especies y ayudar a los conservacionistas a comprender qué factores, como el tamaño del hábitat, necesitan las comunidades de chimpancés para sobrevivir y crecer aún más. 

Hay algo en los lazos de los chimpancés "que es indescifrable, como las relaciones amorosas de los humanos", explica Rachna Reddy, miembro del posdoctorado de Harvard University que ha observado a los animales en su hábitat natural durante años.

Hay más hallazgos que están cambiando lo que conocemos sobre las madres chimpancés y revelando cuán parecidas son a las madres de los seres humanos.

Relaciones madre-hijo

Las generaciones de primatólogos han documentado las sólidas relaciones que existen entre las madres y sus hijos adultos, pero, recién el año pasado, un estudio mostró que este apego no es solo emocional, sino probablemente lo normal entre los miembros de la especie.

Reddy y Aaron Sandel, coautor del estudio, pasaron tres años observando cómo los 29 adolescentes y jóvenes adultos machos de la comunidad de chimpancés Ngogo del parque nacional Kibale en Uganda interactuaron con otros chimpancés. Los chimpancés macho no vieron a sus madres tan seguido como lo habían hecho, pero, cuando sus caminos se cruzaron, los hijos buscaron a sus madres y las asearon por largos períodos de tiempo, probablemente repitiendo el comportamiento de sus infancias.

Algunos tienen conexiones más estrechas: "Alrededor de un tercio de los machos adultos son esencialmente mejores amigos de sus madres", afirma Reddy.

Es probable que este tipo de relación duradera madre e hijo suceda en todos los grupos de chimpancés. Y también es muy poco común en otros mamíferos, ya que la mayoría de los machos dejan su grupo de nacimiento cuando alcanzan la madurez. En el grupo de los chimpancés, las hembras son las que buscan un grupo nuevo; por eso, los familiares más cercanos de los chimpancés hembra suelen ser sus propios hijos.

Aunque los machos jóvenes no dejan a su familia, enfrentan una transición difícil: ingresar en la jerarquía social de los machos adultos.

El estudio también descubrió que las madres desempeñan un papel fundamental en dicha transición ya que defienden a sus hijos en los conflictos con otros machos, así como también los consuelan mediante el tacto.

Cuidado personal para las mamás chimpancés 

Sean Lee, científico de posdoctorado de George Washington University, ha estado repensando lo que se conocía convencionalmente sobre la vida diaria de los chimpancés.

Por ejemplo, durante mucho tiempo, los científicos han creído que las madres chimpancés no eran tan sociales porque pasaban mucho tiempo con sus crías.

Pero, con una mente más abierta y utilizando datos más amplios, Lee y sus colegas descubrieron que las mamás chimpancés pasan al menos la misma cantidad de tiempo de calidad que sus famosas primas gregarias, los bonobos hembra.

Para un estudio que se publicó a principios de este año, Lee y sus colegas registraron los comportamientos de amamantamiento de los bonobos hembra de la República Democrática del Congo. Los investigadores luego compararon dichas observaciones con décadas de información de los chimpancés en el parque nacional Gombre Stream en Tanzania. 

Observaron la cantidad de tiempo que cada especie pasaba haciendo varias actividades, como comer, viajar, asearse y jugar.

Como se esperaba, las madres de chimpancés pasaron más tiempo ellas solas con sus infantes, y menos con otros chimpancés, que los bonobos hembra. Pero las madres chimpancés también pasaron la misma cantidad de tiempo en actividades sociales de calidad que las madres bonobos. Entre estas actividades estaban asearse y jugar.

"Exactamente lo opuesto a lo que estábamos esperando", confiesa Lee. Los hallazgos mostraron que "las madres chimpancés necesitan esa interacción social y ese tiempo social, y lo utilizan".

Duelo en grupo 

La investigación en chimpancés cautivos también puede darnos algunas pistas sobre el comportamiento de sus parientes salvajes. Moni, una de los miembros de menor rango de su comunidad en el zoológico Royal Burgers en los Países Bajos, luchó para relacionarse con los otros 14 chimpancés de su recinto, a veces miraba a los chimpancés a los que quería asear y arrancarles el pelo.

"Realmente no sabía cómo ser un chimpancé”, explica Zoë Goldsborough, doctorando de Utrecht University que pasó meses observando a Moni y a su comunidad.

Una mañana, Goldsborough junto a una colega, Kayla Kolff, descubrió a un bebé nacido muerto en el recinto y se dio cuenta de que Moni se había mantenido aislada, en parte, porque estaba embarazada.

La comunidad de chimpancés estaba inusualmente tranquila ese día. En vez de evitar a Moni, como era habitual, los chimpancés se sentaron junto a ella y le ofrecieron sus dedos para que los sostuviera o los pusiera en su boca.

Los investigadores ya sabían que era probable que los chimpancés pasen por períodos de duelo, pero la experiencia de Moni tal vez sea la primera prueba documentada de que los chimpancés (al menos en cautiverio) consuelan al que ha sufrido una pérdida, señala Goldsborough, autora principal del reciente estudio sobre el comportamiento.

Aunque el intenso cariño de los otros chimpancés hacia Moni solo duró unas pocas horas, su pérdida podría haberla ayudado a subir una posición en el grupo: ahora es un chimpancé de rango medio con varias parejas de aseo.

Se creía que la conciencia de nuestra propia mortalidad era algo que realmente "separaba a los animales de los seres humanos", señala Goldsborough, pero la investigación nos muestra que los chimpancés sienten una tristeza profunda ante una pérdida, solo una de las muchas emociones que compartimos con nuestros primos, los simios grandes.

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