Conoce a los amados guacamayos de la capital de Venezuela
Un guacamayo azul y amarillo (Ara Ararauna) extiende sus alas cuando aterriza en una terraza en el barrio Macaracuay de Caracas, Venezuela.
Para tomar una pausa momentánea del confinamiento por la pandemia del COVID, Elinor Zamora subió a la terraza de su edificio a respirar aire del exterior. Una vez allí, en el 2020, se encontró con una vista sorprendente: docenas de guacamayos enormes y coloridos reunidos justo antes del atardecer y atraídos por un vecino que los estaba alimentando. Hipnotizada por la majestuosidad de las aves, Zamora se conmovió con la escena. Al igual que los pájaros, también comenzó una peregrinación diaria a la terraza para disfrutar de su esplendor.
“Pase lo que pase, todos saben que a las 4 de la tarde voy a mi casa a encontrarme con mis guacamayas en la terraza”, señala.
Las aves, que pueden crecer hasta un metro de largo, son un símbolo de Caracas, la ciudad capital construida en un valle separado del Mar Caribe por las montañas de la Cordillera de la Costa de Venezuela. Frecuentan terrazas y balcones de innumerables edificios en busca de alimento. La gente los alimenta e inunda las redes sociales con fotos de su brillante plumaje azul, verde, amarillo y rojo. (En general, los expertos desaconsejan darles comida a los animales salvajes, ya que puede dañarlos y crear una dependencia de los humanos. Pero tal consejo no parece ser bienvenido ni tomado en cuenta en este caso).
También intercambian los detalles de sus historias creadas como si fueran parte de mini telenovelas. “La amarilla está saliendo con la naranja pero la están maltratando”, podría decir alguien.
“Este amarillo siempre está sucio; debe pasar el día en un taller mecánico”, señala otro. “La blanquita está mimada”, aventura un tercero.
Con el tiempo, las aves se han convertido en mascotas colectivas de la capital.
Especies de guacamayos en Caracas
Lo que hace únicos a los guacamayos de Caracas es su diversidad, explica la bióloga Malú González, profesora de la Universidad Simón Bolívar. “Entre guacamayos, loros y periquitos, tenemos 17 especies volando aquí”, agrega González.
Esto incluye cuatro especies de guacamayos, todas nativas de Venezuela. La maracana (Ara severa), mayormente verde, es la más pequeña y la única de esta región central. El guacamayo bandera (Ara macao) cuya coloración amarilla, azul y roja que recuerda a la bandera tricolor nacional, es originaria de los llanos y la región amazónica. El guacamayo rojo y verde (Ara chloroptera) mantiene pequeñas poblaciones en el este y oeste del país. Estos dos últimos han sido desplazados en los cielos de Caracas por el guacamayo azul y amarillo (Ara ararauna).
Elinor Zamora alimenta guacamayos en la terraza de su edificio de departamentos en Caracas, un hábito que comenzó temprano durante el cierre inicial por COVID-19.
Lawrence Ginnari se sienta en un tanque de agua en la terraza de su edificio para alimentar guacamayos. “Vienen todas las mañanas y… me despiertan”, dice. Lawrence se ha convertido en creadora de contenido de TikTok (S8Law) y utiliza los fondos obtenidos a través de la plataforma para comprar semillas de guacamayos.
Gabriel Zamora, de 9 años, ve llegar a su balcón dos guacamayos pidiendo comida.
Guacamayos como mascotas
Históricamente, los guacamayos no eran nativos de la capital y no está del todo claro por qué comenzaron a anidar en las palmeras de la ciudad, pero González cree que su llegada fue impulsada por el comercio de mascotas.
“Generaciones enteras crecieron con un loro, una cotorra o un guacamayo en casa”, sostiene González. “Algunos escaparon, otros fueron liberados”.
Cuando la gente habla de los guacamayos en Caracas, a menudo mencionan a Vittorio Poggi, un inmigrante italiano que una vez rescató a un guacamayo azul y amarillo herido. Aunque Poggi no mantuvo cautivo al pájaro, este lo siguió mientras conducía su motocicleta por las calles de la capital. Poggi se hizo conocido como el "niño guacamayo".
Gracias a esta fama, durante años muchas personas le trajeron pájaros heridos o enfermos, así como guacamayos mascotas que ya no querían tener en casa para que él los cuidara.
Malu González advierte que las aves no están destinadas al cautiverio. “La verdad es que estas aves son terribles para tener como mascotas”, confiesa la experta. “Son ruidosas, rompen todo y hacen un desastre. Mucha gente las agarró porque son hermosas. El primer mes es idílico, pero luego no aguantan y buscan la manera de deshacerse de ellas”.
Recuerdos y recuerdos llenan un tablero en la casa de Vittorio Poggi en Venezuela. Vittorio, un inmigrante italiano de Génova se convirtió en cuidador de guacamayos un día cuando uno de los loros entró torpemente por su ventana.
Vittorio Poggi y Pancho el guacamayo en su casa. En su juventud, Poggi se hizo conocido como la persona que hablaba con los guacamayos. Con los años, la gente comenzó a llevarle loros que ya no querían.
Durante décadas, Poggi soltó en el casco urbano decenas de estos animales que recibía de gente cansada de tenerlos en casa. Esta no fue la única causa de la proliferación de los guacamayos, pero “favoreció en parte el predominio de los amarillas y azules”, reconoce González.
En el ala
Se desconoce cuántos guacamayos hay en Caracas, pero en el año 2016 González contó entre 300 y 400 de color amarillo y azul.
“Entonces sucedieron dos cosas", asegura. En primer lugar, las protestas en Caracas en 2017 impactaron en las poblaciones. Las aves pueden haber muerto por los gases lacrimógenos y otras interrupciones. Y, luego, vino la pandemia. “Volvieron a recuperar los espacios vacíos, y creo que la población creció”, agrega.
Un mural que ilustra guacamayos voladores hecho con unas 200 000 tapas de botellas pintadas por el artista Oscar Olivares.
González quiere entender cómo la interacción con los humanos está cambiando el comportamiento de estas aves, cuyas poblaciones en sus hábitats originales están disminuyendo. Parte de eso involucra a los “'cuidadores' quienes sienten pasión por ellos, les dedican mucho tiempo y esta observación los convierte en expertos”, afirma. Para ayudar con esto, busca financiamiento para desarrollar una aplicación con reconocimiento facial de aves que llenaría una base de datos con el apoyo de las personas que observan y alimentan a las aves todos los días.
Poco se sabe acerca de cómo la vida urbana afecta a las aves. Pero González explica que algunos cambios son visibles en los mismos guacamayos: “Se están reproduciendo con parientes cercanos, y esto está generando mutaciones más comunes que son muy raras”,
Guacamayos azules y amarillos toman vuelo entre edificios residenciales. Los guacamayos se aparean de por vida y, a menudo, vuelan en parejas.
González explica que ciertas mutaciones, comunes en pequeñas poblaciones enjauladas que se reproducen entre sí pero raras en la naturaleza, como la coloración blanca, son cada vez más frecuentes en Caracas porque las aves no viajan fuera de la ciudad.
Otro fenómeno se está haciendo visible: los guacamayos híbridos, resultado de la mezcla entre dos especies diferentes. Una forma de reconocer a los híbridos es la abundancia de color (anaranjado, por ejemplo) a diferencia de los mutantes que pierden tonalidad, como los blancos.
La vida de los guacamayos en la ciudad
En general, los expertos recomiendan no alimentar a los animales salvajes. En manglares y bosques, los guacamayos normalmente tienen una dieta variada y vuelan largas distancias. Pero en la ciudad, las aves comen alimentos procesados, bananas o algunos tipos de semillas que les dan de comer, y tienden a ser relativamente sedentarias. Esto significa que los guacamayos de Caracas pueden tener una esperanza de vida más corta. A veces son atropellados por autos y la contaminación urbana también puede afectar su salud.
Esta dieta alterada puede, a su vez, afectar sus ciclos reproductivos, informa González. “La abundancia de árboles frutales en Caracas, junto con las semillas y los alimentos que reciben en las terrazas, hizo posible un aumento de la población”, señala González, quien trata de determinar si esa riqueza está generando mayores tasas de eclosión.
Los animales existen en una zona gris entre lo salvaje, lo silvestre y lo doméstico. Algunas personas los consideran mascotas, mientras que otras no. Pero, ¿por qué comprar un pájaro cautivo cuando hay guacamayos volando por las calles?
Elinor Zamora, por su parte, nunca ha tenido un pájaro. Ella no necesita hacerlo: “Siempre digo que vivo sola, con mis guacamayas ”.
El fotógrafo Alejandro Cegarra nació en Caracas y ahora reside en la Ciudad de México. Esta experiencia para fotografiar guacamayos representó su primer viaje a casa desde el comienzo de la pandemia COVID-19. Seguilo en Instagram @alecegarra.