A sus 33 años, este podría ser el último oso panda de México
Se llama Xin Xin y es uno de los tres únicos pandas del mundo que no pertenecen a China. Estos pueden ser los últimos días de la historia de amor de México con estos animales.
Xin Xin, la última panda gigante de México, descansa en su hábitat del zoológico de Chapultepec, en Ciudad de México. Xin Xin es nieta de dos pandas regalados a México en 1975. Hoy es la única panda de Latinoamérica y una de las últimas del mundo que no pertenece a China. El linaje de los pandas mexicanos termina con Xin Xin, que nunca se reprodujo.
En 2018, un año después de mudarse a Ciudad de México desde su Venezuela natal, el fotógrafo Alejandro Cegarra visitaba el Zoológico de Chapultepec. Mientras paseaba por la vasta extensión de 16 hectáreas de parques y exhibiciones de vida silvestre, se sorprendió al descubrir un exuberante recinto de pandas. ¿Un panda en Ciudad de México?
El encuentro le llevó a la década de 1970, cuando México reconoció en las Naciones Unidas la autoridad de China sobre Taiwán. Pronto, otros países latinoamericanos siguieron su ejemplo, y China regaló dos pandas gigantes (Ailuropoda melanoleuca), Pe Pe y Ying Ying, al zoo mexicano en 1975. Su llegada desató una fiebre panda: canciones pop, dibujos animados y monedas conmemorativas que celebraban a estos animales se incrustaron en el tejido cultural del país.
Hoy, Xin Xin, nieta de los dos pandas superdotados, es la última de su especie en América Latina y una de las tres únicas en el mundo que no son propiedad de China. A sus 33 años, está a cinco de igualar el récord de vida de un panda en cautividad. Pero por ahora no hay ningún plan para reemplazarla. Puede que estos sean los últimos días de la historia de amor de medio siglo de México con los pandas.
"Es un panda olvidado", señala Cegarra. Aunque los habitantes de Ciudad de México siguen visitando a la mayor estrella del zoo, las últimas décadas han transformado la ciudad en un centro de atracciones y entretenimiento: grandes conciertos, carreras de coches de Fórmula 1 e incluso la Copa del Mundo, que se jugará allí en 2026. En medio de esta abundancia de distracciones, Xin Xin ha pasado a un segundo plano.
Desde finales de la década de 1950, China ha regalado pandas gigantes a diversos países en señal de amistad y alianza diplomática. El gigante oriental ha utilizado a estos animales en sus relaciones internacionales posiblemente desde el siglo VII, cuando la emperatriz Wu Zetian envió dos osos, probablemente pandas, a Japón. Esa tradición terminó en 1984, cuando China cambió sus protocolos y empezó a alquilar los pandas en arrendamientos de 10 años.
En la actualidad, los zoológicos pagan hasta un millón de dólares al año por cada pareja de pandas, y cualquier cría nacida en el extranjero se considera propiedad china y debe ser devuelta.
La cría de pandas es difícil, larga y cara. Muy pocos han nacido en cautividad fuera de China. Los veterinarios del zoológico de Chapultepec, en Ciudad de México, fueron los primeros en lograrlo, en agosto de 1980 (Chun Lin, el primer panda nacido en el Zoo de Madrid en 1982, fue el primer caso de nacimiento por inseminación artificial en el hemisferio occidental)
La cría recibió el nombre de Xeng-Li, que significa "éxito". En aquel momento, se calculaba que había unos 250 pandas en libertad y 50 en cautividad. Hoy hay unos 500 en zoológicos y reservas, y unos 1800 en libertad. En los últimos 40 años han nacido en México ocho pandas gigantes, cinco de los cuales han llegado a adultos.
Mira la fotogalería con el exclusivo trabajo de Alejandro Cegarra:
La presencia de los pandas en todo el mundo se debe a décadas de intereses políticos chinos. En 2008, dos pandas gigantes fueron regalados a Taiwán en un raro momento de mejora de las relaciones. Al igual que en México, las crías de esos pandas no son propiedad del Gobierno chino, aunque dicho país impugna la independencia de Taiwán.
Para los críticos, la estrategia china de "diplomacia panda" (regalar y prestar los osos a países amigos) es una táctica para suavizar la imagen global de la superpotencia. Para los partidarios, los intercambios se consideran un modelo de cooperación internacional que beneficia a una especie vulnerable.
"Una relación geopolítica entre dos países y vinculada a un panda solitario en Ciudad de México del que nadie se acuerda, es algo único", lamenta Cegarra.
En el zoo de Chapultepec, Cegarra necesitó más de 20 visitas a lo largo de seis meses para completar un proyecto fotográfico sobre Xin Xin, el último de los 11 pandas de México. Estos animales duermen hasta 12 horas al día y pasan gran parte del resto sedentarios, comiendo bambú y descansando.
En el transcurso de su misión, el fotógrafo conoció a la pandilla de Xin Xin: la veterinaria Myriam Noguera, que ha pasado la última década cuidando de ella y de otros animales del zoo. Y el cuidador del panda, Elías García Ramírez, quien ha pasado casi todos los días de los últimos 20 años limpiando su hábitat, preparando su bambú y garantizando su seguridad. Antes cuidaba de tres pandas. Ahora solo cuida de Xin Xin.
El fotógrafo Alejandro Cegarra nació en Caracas, Venezuela, y reside en Ciudad de México.