La Organización Meteorológica Mundial alerta sobre el grave estado global del clima en la COP25
Las emisiones de CO2 marcan un nuevo récord en 2019, que cierra la década más cálida registrada en la historia. Un nuevo análisis de la Organización Meteorológica Mundial evalúa en la COP25 el estado global del clima.
Temperaturas y gases de efecto invernadero en niveles récord, una de cada tres especies en riesgo de extinción, el deshielo de un 40% de la Antártida o 143 millones de migrantes climáticos en 2050. Un largo etcétera de cifras, cierra un 2019 que parece al fin haber asumido en su agenda global la emergencia climática a la que nos enfrentamos.
Con motivo de la celebración de la COP25 en Madrid, la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) ha presentado 2019 State of Climate Services, un análisis basado en el reciente Provisional Statement on the State of the Global Climate in 2019, avance sobre el estado del clima global que alerta sobre el poco tiempo que queda para actuar.
“La temperatura global ya ha aumentado a 1 ° C por encima de los niveles preindustriales. El tiempo restante para cumplir los compromisos del acuerdo de París para permanecer dentro de los 2 ° C se está agotando rápidamente, lo que requiere una acción inmediata”, afirma Petteri Taalas, secretario general de la WMO presente en la conferencia del IPCC de la COP25 donde han presentado el 2019 State of Climate Services.
Gases de efecto invernadero en niveles récord
La temperatura promedio global de enero a octubre de este año ha sido de 1,1 ºC por encima de los niveles preindustriales, según declara el informe, mientras las concentraciones de dióxido de carbono alcanzaron niveles récord en 2018, 407.8 partes por millón, un 147% frente al período industrial, y han aumentado aún más en 2019.
“El metano y el óxido nitroso, ambos gases de efecto invernadero importantes, también alcanzaron niveles récord en 2018”, afirman los expertos en el informe. A lo largo de la última década, el océano ha absorbido el 22% de las emisiones de CO2, lo que ha amortiguado las concentraciones atmosféricas. Sin embargo, el CO2 reacciona con el agua de mar y disminuye su PH, lo que provoca la acidificación.
El océano, que absorbe más del 90% del calor por las altas concentraciones de dióxido de carbono, está pagando un alto precio. Con temperaturas récord en 2019, sus ecosistemas se degradan con olas de calor marinas generalizadas y un nivel de acidificación un 26% más alto que al comienzo de la época industrial.
La tasa más alta de aumento del nivel del mar
A medida que el océano se calienta, el nivel del mar aumenta. La fusión del hielo de Groenlandia y la Antártida, que luego fluye hacia el mar, provoca que este rápido aumento se incremente aún más. Debido a esto, el nivel ha aumentado recientemente a un ritmo mayor que a lo largo del registro. “Las tendencias a corto plazo en el nivel del mar están moduladas por las transiciones entre La Niña y El Niño, un enfriamiento y calentamiento, respectivamente, de la temperatura de la superficie del Océano Pacífico central y oriental”, afirma.
Desde la década de 1980, cada década sucesiva ha sido más cálida que cualquier década anterior desde 1850. “Es probable que 2019 sea el segundo o tercer año más cálido registrado”, declara el informe. “Es casi seguro que los últimos cinco años serán los cinco años más cálidos registrados, y la última década, 2010-2019, la más cálida registrada”.
Deshielo histórico y desastres naturales
Este año 2019 también llega a su fin registrando mínimos históricos de extensión de hielo del Ártico el pasado septiembre, tanto en el Ártico como en la Antártida. Este mes, el mínimo diario de extensión de hielo del Ártico fue el segundo más bajo en el registro satelital y en octubre se registraron extensiones aún más bajas.
Estos cambios en el hielo provocan grandes cambios en el océano, clave en el equilibrio del clima. El ciclón tropical Idai fue uno de los ciclones más fuertes conocidos en la costa de África. Los fuertes vientos y las inundaciones destruyeron gran parte de Mozambique y Zimbabwe, u contribuyeron “a la destrucción de cerca de 780 000 ha de cultivos en Malawi, Mozambique y Zimbabwe, lo que socava aún más los alimentos precarios”, según los datos de la WMO. Con más de 50.000 personas desplazadas en Zimbabwe, 53.000 en el sur de Malawi y 77.000 en Mozambique, el cambio climático ha extinguido la situación de seguridad en la región.
Más del 80% de la inseguridad alimentaria mundial vive en ambientes degradados expuestos a eventos extremos recurrentes como tormentas, inundaciones o sequías. África subsahariana se lleva la peor parte, con más de 23 millones de personas desnutridas entre 2015 y 2018. Según el WMO, además del conflicto, las condiciones climáticas extremas son un factor de peso en estas cifras.
Según datos de la FAO, más de 500 millones de pequeñas explotaciones agrícolas, que producen más del 80% de los alimentos, y 750 millones de personas extremadamente pobres, son vulnerables a los efectos del cambio climático.
Hoy en día, del 20% al 80% de la variabilidad interanual de los rendimientos de los cultivos está asociada con fenómenos climáticos y el 5-10% de las pérdidas de producción agrícola están asociadas con la variabilidad climática. Paralelo a esta tendencia, la FAO alerta de que “la demanda mundial de alimentos aumentará en un 50% y, en ausencia de una acción climática ambiciosa, los rendimientos pueden disminuir hasta en un 30% para 2050”.
Con el objetivo de paliar estos efectos y centrado en la agricultura y la seguridad alimentaria, la WMO presenta en la COP25 los servicios climáticos como la clave para abordar el hambre, y revisa las prioridades de los países sobre servicios climáticos para lograr adaptarnos, haciendo hincapié en que la agricultura es una de las principales prioridades. Junto a este sector, la mayoría de los países destacan la seguridad alimentaria y el agua como los sectores prioritarios para la adaptación al cambio climático, según afirma el estudio de la WMO y la FAO.
“El Marco Global para los Servicios Climáticos fue creado para proporcionar la base científica para la adaptación”, afirma Taalas, que examina durante la COP25 las brechas de capacidad en los componentes de la cadena de valor de los servicios climáticos, clave para afrontar un reto cada día mayor.