Te contamos cómo se transmite el coronavirus en un avión y cuál es el asiento más seguro
El turismo internacional abre nuevas puertas para brotes, ya sea de coronavirus o gripe; ¿cuál de estos dos virus es más peligroso y cómo puedes cuidarte?
CADA VEZ QUE HAY UN NUEVO BROTE, es natural que nos volvamos cautelosos a la hora de subirnos a un avión. Y es aún más alarmante cuando dos virus graves circulan al mismo tiempo.
El mundo está acorralado por un nuevo coronavirus que comenzó en China y, desde ese entonces, se ha trasladado a casi otros 15 países, entre ellos, Estados Unidos. Paralelamente, también es temporada de influenza, la cual, hasta ahora, ha provocado 8200 muertes en Estados Unidos.
Aunque los principales aeropuertos han comenzado a examinar a los pasajeros en busca de coronavirus, esto puede que no sea de gran consuelo para quien deba abordar un avión. Después de todo, puedes evitar a la persona que estornuda al lado tuyo en la tienda del aeropuerto, pero, una vez que te ajustas el cinturón dentro del contenedor metálico volador, estás más o menos librado a tu suerte.
Aunque todavía hay mucho que aprender sobre el brote en Wuhan, los científicos saben un poco sobre coronavirus semejantes y sobre otras enfermedades respiratorias como la influenza. Entonces... ¿cómo se transmiten estos virus?, ¿en especial en los aviones? ¿Y cuán grave es la amenaza del coronavirus comparada con otros virus similares como el de la influenza? Echemos un vistazo.
¿Cómo se transmiten las enfermedades respiratorias en general?
Si alguna vez estornudaste en tu brazo o evitaste a un compañero de trabajo con una tos seca, ya sabes lo esencial sobre cómo se transmiten las enfermedades respiratorias.
Cuando una persona infectada tose o estornuda, elimina gotitas de saliva, moco y otros fluidos corporales. Si alguna de estas gotitas cae sobre ti— o si las tocas y luego tocas, por ejemplo, tu cara— puedes infectarte también.
Estas gotitas no se esparcen por el aire que fluye en el espacio; caen bastante cerca de dónde se originan. Según Emily Landon, directora médica de la administración de antimicrobianos y control de infección del centro médico de la Universidad de Chicago, las pautas del hospital para la gripe establecen que la exposición es estar a 1,8 metros de una persona infectada por 10 minutos o más.
“El tiempo y la distancia son importantes”, explica Landon.
Asimismo, las enfermedades respiratorias pueden transmitirse mediante las superficies en las que caen las gotitas, como los asientos y las bandejas plegadas de los aviones. Cuánto duran esas gotas depende tanto de las gotas como de la superficie— moco o saliva, porosa o no porosa, por ejemplo. El tiempo de los virus en las superficies puede variar drásticamente, de horas a meses.
Asimismo, existen pruebas que avalan que los virus respiratorios pueden transmitirse a través del aire en partículas pequeñas y secas conocidas como aerosoles o aeropartículas. Sin embargo, según Arnoldo Monto, profesor de epidemiología y salud pública mundial de la Universidad de Michigan, no es el principal mecanismo de trasmisión.
“Para mantenerse, para permitir aerosoles verdaderos, el virus tiene que ser capaz de sobrevivir en el ambiente por la cantidad de tiempo que está expuesto a secarse”, señala. Los virus prefieren la humedad y muchos dejan de ser contagiosos si se dejan secar por mucho tiempo.
¿Qué implica eso en los aviones?
La Organización Mundial de la Salud define el contacto con una persona infectada si te encuentras sentado hasta dos filas de dicha persona.
Pero las personas no están sentadas todo el tiempo durante el vuelo, en especial aquellos vuelos que duran más de unas pocas horas. Van al baño, estiran las piernas y toman artículos de los compartimentos superiores. De hecho, durante el brote de coronavirus de 2003 por el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), un pasajero a bordo de un vuelo desde Hong Kong a Beijing infectó a varias personas más del límite establecido por la OMS. La revista New England Journal of Medicine señaló que el criterio de la OMS “se hubiese perdido el 45 por ciento de los pacientes con SRAS”.
Inspirados en parte por ese caso, un equipo de investigadores sobre salud pública se puso a estudiar cómo los movimientos aleatorios en la cabina de un avión podrían cambiar la probabilidad de infección de los pasajeros.
El “Equipo de investigación FlyHealthy” observó los comportamientos de los pasajeros y de la tripulación de 10 vuelos transcontinentales de Estados Unidos de alrededor de entre tres y media, y cinco horas. Liderados por Vicki Stover Hertzberg y Howard Weiss de la Univeridad Emory, no sólo observaron cómo la gente se movía en la cabina, sino que también prestaron atención a cómo eso afectó la cantidad y la duración de los contactos con otros. El equipo quería estimar cuántos encuentros cercanos podían existir para la transmisión en vuelos transcontinentales.
“Supongamos que estás sentado en el pasillo o en un asiento del medio, y yo camino al lado tuyo para ir al baño”, comienza a explicar Weiss, profesor de biología y matemáticas de la Universidad Estatal Penn. “Vamos a estar en contacto cercano, lo que significa que vamos a estar a un metro de distancia o menos. Por lo que, si estoy infectado, podría transmitirte el virus... Nuestro estudio fue el primero en cuantificar esto”.
Como reveló el estudio en 2018, durante estos vuelos de media distancia, la mayoría de los pasajeros dejaban su asiento en algún momento del vuelo— generalmente para usar el baño o echar un vistazo a los compartimientos superiores. En general, el 38 por ciento de los pasajeros dejaron sus asientos una vez y el 24 por ciento lo hizo más de una vez. Otro 38 por ciento se mantuvo en sus asientos durante todo el vuelo.
Esta actividad ayudó a identificar los lugares más seguros para sentarse. Los pasajeros que menos se levantaban eran los que estaban en las ventanas: solo el 43 por ciento se movió en oposición al 80 por ciento que estaba sentado en el pasillo.
En consecuencia, los pasajeros de la ventana tuvieron muchos menos encuentros cercanos que aquellos que estaban en otros asientos, en promedio 12 contactos comparados con 58-64 contactos de los pasajeros que estaban en los asientos del medio o del pasillo.
Elegir la ventana y quedarse en ese sitio claramente disminuye la posibilidad de entrar en contacto con una enfermedad infecciosa. Pero el modelo del equipo muestra que los pasajeros en los asientos del medio y del pasillo— incluso los que están dentro del rango de dos asientos de la OMS— tienen una posibilidad bastante baja de ser infectados.
Weiss señala que eso es porque gran parte del contacto que las personas tienen en los aviones es relativamente corto.
“Si estás sentado en el pasillo, probablemente haya muchas personas que pasen al lado tuyo, pero lo harán rápidamente”, menciona Weiss. Teniendo todo esto en cuenta, lo que mostramos es que hay una baja probabilidad de transmisión a cualquier pasajero específico”.
La historia cambia si la persona enferma es un miembro de la tripulación. Dado que los auxiliares de vuelo pasan mucho más tiempo caminando por el pasillo e interactuando con los pasajeros, es más probable que tengan encuentros cercanos y más largos. Como estableció el estudio, es probable que un miembro de la tripulación enfermo infecte a 4,6 pasajeros, “por lo tanto, es imperativo que los auxiliares de vuelo no viajen si están enfermos”.
¿Qué sucede con el nuevo coronavirus?
Como señala Weiss, no sabemos todavía el modo preferido de transmisión del nuevo coronavirus. Podría ser principalmente por gotitas respiratorias, por contacto físico con saliva o diarrea seguido de consumo oral de material viral, o tal vez hasta aerosoles.
Menciona que este modelo no incluye la transmisión de aerosoles, aunque el equipo FlyHealthy espera investigar ese asunto en el futuro. En el estudio, los investigadores también advierten que este modelo no puede extrapolarse directamente a los vuelos de larga distancia o a los aviones con más de un pasillo.
Landon está de acuerdo en que todavía no sabemos cómo se transmite el coronavirus, pero cree que los resultados de este estudio son aplicables. Menciona que todos los coronavirus previos se han transmitido por gotitas, así que sería inusual que este nuevo patógeno sea diferente. Y, de hecho, el nuevo coronavirus se está comportando muy similar al SRAS en muchos aspectos. Ambos son zoonóticos, es decir que comenzaron en animales antes de afectar a los seres humanos, y ambos parecen haber empezado en murciélagos. Asimismo, el par se transmite de humano en humano y tiene un periodo de incubación prolongado— hasta 14 días para el coronavirus de Wuhan, comparado con los dos días de la gripe—lo que significa que las personas pueden estar enfermas y transmitir la enfermedad antes de que los síntomas aparezcan.
Con todo esto en mente, Landon sugiere seguir las pautas de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) para las enfermedades infecciosas cuando te encuentras en un avión.
Eso incluye lavarse las manos con jabón o usar algún desinfectante para manos a base de alcohol después de tocar cualquier superficie, especialmente dado que las pruebas muestran que los coronavirus se mantienen más en las superficies que otras enfermedades, alrededor de tres a doce horas.
También deberías evitar, por cualquier medio posible, tocar tu cara y estar en contacto con pasajeros que tosan.
¿Qué es peor, el coronavirus o la influenza?
Hay muchas maneras de calcular el riesgo suscitado por una enfermedad, pero enfoquémonos en dos cifras generalmente utilizadas por los investigadores de salud pública: el número reproductivo básico y la tasa de letalidad.
El número reproductivo básico—R0 o “r sub-cero”— simplemente hace referencia a la cantidad de personas nuevas que una persona infectada generalmente enferma. Maia Majumder, miembro del profesorado de la Escuela de Medicina de Harvard y del Hospital de Niños de Boston, ha estado monitoreando exactamente eso.
Para el nuevo coronavirus, sus resultados preliminares indican una tasa de transmisibilidad que va del 2.0 al 3.1 de personas. Eso es más alto que el de influenza—1,3 a 1,8— y similar al SRAS, el cual tiene un número reproductivo básico en un rango de 2 a 4. Entonces, los coronavirus son un poco más susceptibles de transmitirse entre personas.
La tasa de letalidad, o tasa de mortalidad, es la cantidad de personas que murieron a causa de la enfermedad dividida la cantidad de personas que la padecieron. La influenza estacional, a pesar de ser considerada un mal mundial, técnicamente mata a una proporción relativamente pequeña entre todos los casos que hay, con una tasa de letalidad de alrededor del 0,1 por ciento. La razón por la que la gripe es una situación de emergencia sanitaria anual es porque infecta a cantidades significativas de personas— 35,5 millones en Estados Unidos en 2018 y 2019, lo que resultó en 490.000 hospitalizaciones y 34.200 muertes. Eso es por lo que las autoridades de salud recomiendan constantemente que las personas se vacunen.
La tasa de letalidad también ayuda a explicar por qué los organismos de salud públicos envían alertas sobre brotes emergentes de coronavirus. SRAS tenía una tasa de letalidad del 10 por ciento, alrededor de 100 veces más alta que la de influenza, y la tasa del nuevo coronavirus se encuentra, actualmente, cerca del 3 por ciento, la cual está a la par de la pandemia de influenza española de 1918.
Si el SRAS o el coronavirus de Wuhan llegan a millones de personas, se volverían devastadores. Landon señala que, a diferencia de la influenza, la población humana entera es susceptible a este coronavirus porque nadie antes lo ha tenido, y no contamos con ningún tratamiento específico, como una vacuna.
Los funcionarios sanitarios y el público en general dependen del control de la infección, es decir del lavado de manos, de la reducción de contacto con las personas infectadas y de la cuarentena. Monto sugiere que estas medidas de salud pública podrían hacer la diferencia en alterar el curso del coronavirus como lo hicieron con el SRAS.
“Esa es la esperanza, que pueda controlarse mediante medidas de salud pública estándar, porque eso es lo que tenemos”, manifiesta. “Para la gripe hay vacunas, un par de antivirales. No tenemos eso para este coronavirus”.