Para combatir el coronavirus, ¿por qué es preferible el jabón al blanqueador?
Según un experto, usar lavandina o lejía "es como usar una maza para aplastar una mosca".
Si bien, durante unos 5.000 años, los seres humanos han elaborado diferentes productos de limpieza, el agua y jabón sigue siendo una de las armas más fuertes a la hora de combatir enfermedades infecciosas, entre ellas, el nuevo coronavirus. Sin embargo, cuando se producen brotes como el del COVID-19 y el mundo entra en pánico, aparece una desesperación por comprar todo tipo de limpiadores químicos, muchos de los cuales son innecesarios o ineficaces contra los virus.
Los estantes de las tiendas se están quedando sin desinfectantes para manos, a pesar de que muchos carecen de la proporción de alcohol necesaria para matar los virus, que debe ser, al menos, el 60 por ciento del volumen total. En los países más afectados, grupos de trabajadores cubiertos con trajes protectores rocían las aceras públicas o el interior de los edificios de oficinas utilizando preparados con blanqueador. Sin embargo, los expertos no están seguros de que sea la mejor solución para neutralizar la propagación del coronavirus.
Usar blanqueador "es como usar una maza para aplastar una mosca", sostiene Jane Greatorex, viróloga de la Universidad de Cambridge. Además, puede corroer el metal y la inhalación desmedida, con el tiempo, puede provocar otros problemas respiratorios.
"Si pones blanqueador en una superficie muy sucia, esa suciedad consumirá el cloro", afirma Lisa Casanova, científica de salud ambiental de la Universidad Estatal de Georgia. Para desinfectar fácilmente una superficie en interiores y exteriores, Casanova y otros expertos recomiendan usar jabones ácidos más suaves, como el jabón para lavar los platos.
Para comprender por qué las autoridades de la salud siguen recomendando el jabón, es necesario saber qué ocurre con el coronavirus cuando está fuera del cuerpo y qué dicen las primeras investigaciones sobre el tiempo que puede permanecer el virus en las superficies.
Superficies duras para el coronavirus
La principal forma de contagio del coronavirus es la transmisión directa de persona a persona. Una persona infectada puede transmitir el virus con un abrazo, un apretón de manos o simplemente estando cerca de otros en un espacio público colmado de gente, ya que las gotas respiratorias se propagan fácilmente con la tos o un estornudo.
Pero como las gotas respiratorias son pesadas, por lo general, caen al suelo enseguida. Según el lugar donde aterricen, pueden persistir en la superficie antes de que alguien pase su mano sobre ella, lleve el virus a la nariz o la boca, y acabe infectándose.
Tras evaluar varias superficies, se descubrió que el SARS-CoV-2 persistió 24 horas en cartón, dos días en acero inoxidable y tres días en un tipo de plástico duro llamado polipropileno.
Todos los virus son fragmentos de código genético aglomerados en un grupo de lípidos y proteínas, que pueden tener una capa de grasa conocida como envoltura viral. Resulta más fácil destruir un virus con envoltura que uno que no tiene, como el norovirus, que hace estragos en el estómago, y puede durar meses sobre una superficie. Por lo general, los virus con envoltura sobreviven fuera del cuerpo tan solo unos días y son unos de los virus más fáciles de aniquilar, porque una vez que se destruye su frágil exterior, comienzan a degradarse.
Sin embargo, no todos los virus con envoltura son iguales, y los científicos de todo el mundo se encuentran investigando el SARS-CoV-2, nombre oficial del nuevo coronavirus, para comprender cómo se comporta exactamente. En un estudio publicado el martes en el New England Journal of Medicine, se analizó el tiempo que puede permanecer el virus en diferentes materiales. Dylan Morris, biólogo evolutivo de la Universidad de Princeton y coautor del estudio, explica que el objetivo fue investigar qué superficies comunes en entornos médicos podrían servir como un posible receptor de futuras infecciones.
El virus persistió durante cuatro horas en cobre, un material que, naturalmente, descompone las bacterias y los virus. El estudio también reveló que el nuevo coronavirus y su pariente, el SARS, que provocó un brote importante en 2002 y 2003, perduraron en las superficies durante períodos de tiempo similares.
Es posible que las personas que ordenan productos por internet para evitar multitudes reciban un cartón infectado, aunque vale aclarar que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU. enfatizan que las superficies no se consideran la principal forma de transmisión del virus.
Morris prefiere no conjeturar demasiado acerca de las superficies cotidianas, pero sí enfatiza que es imprescindible el lavado de artículos y manos.
Su estudio, sin embargo, presenta ciertas limitaciones. El equipo examinó el virus en un laboratorio altamente controlado. Los espacios que se tocan comúnmente, como el barandal de una escalera o un poste de autobús, tendrían una mayor cantidad de virus y presentarían un mayor riesgo de infección. Las condiciones ambientales también pueden influir en la duración del virus. Se cree que la humedad, por ejemplo, acorta la distancia que pueden recorrer por aire las gotas respiratorias, y se sabe que la luz ultravioleta degrada los virus.
El estudio también descubrió que el nuevo coronavirus podría persistir en el aire, en pequeñas partículas, durante un máximo de tres horas, pero Morris aclara que las gotas respiratorias más grandes tienen más probabilidades de ser infecciosas. Los virus en aerosol constituyen una preocupación importante en entornos clínicos donde ciertos tratamientos como la ventilación pueden generar estas partículas. Es poco probable que estos aerosoles de coronavirus tengan consecuencias al aire libre o en lugares públicos como supermercados.
Madera y comida
El estudio de Morris no contempló artículos que solemos tocar permanentemente, como la ropa o alimentos, pero, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU., no hay evidencias de que el nuevo coronavirus pueda transmitirse a través de los alimentos.
En estudios sobre el virus de la gripe, se demostró que, dada su textura porosa, la ropa y la madera no podían alojar el virus durante más de cuatro horas. Estos artículos eliminan la humedad del virus y provocan su degradación.
Sea lo que sea que hayas tocado, el jabón y el agua son la mejor manera de eliminar el coronavirus de tus manos antes de que pueda provocar infección. Según explica Greatorex, el coronavirus no ingresa a través de la piel, ya que la capa más externa de esta es levemente ácida, lo que impide que la mayoría de los patógenos penetren en el cuerpo.
La efectividad del jabón se debe a que su composición química separa la envoltura exterior del coronavirus y permite que se degrade. Las moléculas de jabón atrapan pequeños fragmentos del virus, que luego se eliminan con el agua. Los desinfectantes para manos funcionan de manera similar, ya que destruyen las proteínas que contiene el virus.
Por otro lado, los expertos sostienen que el agua del grifo no es motivo de preocupación, porque toda forma de contaminación tendría que llegar a través de las aguas residuales. Según los CDC, si bien el coronavirus se ha encontrado en heces, no se ha detectado aún en aguas residuales. Incluso si ese fuera el caso, el sistema de filtración de agua en EE. UU. es lo suficientemente robusto como para matar los coronavirus, explica Kyle Bibby, ingeniero ambiental de la Universidad de Notre Dame.
“¿Es técnicamente plausible quedar expuesto al virus por vía acuática? Sí. ¿Es realista que un miembro del público se preocupe? No”, comenta Bibby.
“Lo último que necesitamos en este momento es que las personas tengan miedo de beber agua del grifo o de lavarse las manos”.
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