“Volver a la escuela”: ¿cómo adaptarse a la nueva modalidad educativa?

Consejos de padres y maestros para continuar asimilando la nueva modalidad de educación a distancia.

Por Michelle Z. Donahue
Publicado 21 abr 2020, 10:15 GMT-3
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Fotografía de valentinrussanov / Getty Images
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Según cuenta su madre, cuando Karl (14 años) recibió las tareas que su maestra había subido a Canvas, la plataforma de aprendizaje en línea, casi le da un ataque de pánico.

"Se asustó mucho, no sabía cómo iba a poder cumplir con todo", comenta Christine Schofield de Sebastian, Florida. "Pero le enviamos un correo electrónico a su maestra, y nos respondió que no hay fechas límite, que no se penaliza el trabajo atrasado, y que los padres, los maestros y los estudiantes estamos aprendiendo esto juntos". Enseguida, su hijo recobró la calma y pudo volver a concentrarse en la tarea de álgebra y lengua.

En las últimas semanas, muchas escuelas han implementado una modalidad de aprendizaje en línea para que los niños "vuelvan a la escuela". Sin embargo, los padres todavía están tratando de asimilar lo que eso significa en sus rutinas. Naturalmente, si el maestro es accesible y receptivo, la nueva normalidad del aprendizaje en el hogar se vuelve más amena. Pero los desafíos son demasiados.

Lo que sucede es que los padres debieron abordar estas cuestiones la primera vez que los niños se quedaron en casa: establecer horarios, controlar las expectativas y ser flexible. Si bien sumergirse en los nuevos métodos de enseñanza y la educación estructurada en línea puede ser abrumador, los padres y los maestros afirman que es fundamental que la paciencia y el apoyo provenga de ambos lados.

"Los maestros están muy afligidos”, expresa Elizabeth Lucas, madre de gemelas que cursan tercer grado. "No es así como pensaban terminar el año. Es mucho pedirles a los maestros que cambien el modo en que enseñan en dos semanas, pero estamos todos juntos en esto".

A continuación, maestros y padres ofrecen algunas de sus propias observaciones y sugerencias sobre cómo continuar apoyando a los alumnos y sus familias, y lo que las familias pueden hacer para ayudar a los educadores.

Establecer expectativas

La educación formal en línea difiere dependiendo del lugar donde vivas. Algunos distritos están utilizando plataformas que permiten a los maestros cargar una agenda semanal con enlaces a videos, planillas de trabajo e interacciones en línea. En muchas escuelas están siendo menos rigurosos a la hora de calificar los trabajos (algunas usan simplemente el sistema aprobado/desaprobado) o exigir que los niños "den el presente" a determinada hora del día. En los distritos donde se dificulta el acceso a internet, se han preparado carpetas con el trabajo de toda la semana.

Cada familia determina qué horario del día destinará a los quehaceres escolares. Algunas prefieren dedicar toda la mañana y dejar el resto del día libre; en otras, se va haciendo de a poco durante todo el día. Por lo general, se espera que los estudiantes dediquen de dos a tres horas por día a la revisión de materiales y a la resolución de las tareas.

Sea como sea que se estructure la nueva "escuela" de tu hijo, el primer consejo es restablecer las expectativas sobre cómo debería ser el aprendizaje, y simplemente aceptar el proceso. Según Cheryl Walker, maestra de inglés de séptimo grado de la escuela Kingsview Middle School en Germantown (Maryland), los maestros aún se están adaptando a esta modalidad de clase completamente diferente. Ahora, en lugar de un bloque de 45 minutos en el aula, se imparte una pequeña dosis diaria de matemáticas o habilidades de lenguaje.

"Para poder hacer esto por internet, es necesario comenzar despacio, e ir ganando confianza de a poco hasta lograr que la nueva modalidad resulte cómoda”, expresa.

Tori Ball, maestra de matemáticas de la escuela Charles E. Smith Jewish Day School en Rockville (Maryland), se preguntaba si era posible el aprendizaje en línea y remoto. ¿Puede enseñarse matemática de forma efectiva a través de video tutoriales?

La respuesta la sorprendió: muchos de sus estudiantes le dijeron que se sentían más capaces y seguros de lo que estaban aprendiendo porque podían poner pausa, retroceder, volver a ver, pensar, reflexionar, y no había interrupciones de compañeros con preguntas confusas en medio del razonamiento.

"Creo que, en algunos aspectos, esta situación ha sido una buena oportunidad para la educación, ya que ha obligado a los maestros a probar cosas nuevas", sostiene Ball. "A mí me ha demostrado que hay muchas formas diferentes de trabajar con niños".

"En cuanto a mis alumnos, la expectativa es que continúen aprendiendo, que hagan preguntas, exploren cosas por su cuenta y desarrollen sus intereses personales", comenta Walker. Y esas son cosas que el aprendizaje en línea favorece más que el aula convencional.

Establecer horarios

Sí, la temida rutina. Pero es importante planificar el día de un estudiante, o al menos bosquejar un plan, pues beneficiará tanto a los niños como a los padres y maestros.

Los padres conocen bien cuál es la mejor manera de motivar a sus propios hijos; los maestros, sin embargo, necesitan ayuda para poder preparar sus clases a distancia. Ball recomienda que se cree en conjunto un horario adecuado, especialmente si hay estudiantes con problemas de automotivación. ¿Quieres dormir un poco más? OK, pero no hasta muy tarde. ¿Quieres jugar videojuegos? Haz la tarea de matemáticas primero. "Y es importante que los adolescentes, sobre todo, puedan opinar sobre su horario", explica.

Esto es útil tanto para los maestros como para los padres. Lee Dubose Fuhr, padre de Fort Wayne, Indiana, divide el aprendizaje de sus hijos en bloques de una o dos horas, y les da tiempo para que trabajen de forma independiente. Y le ha funcionado muy bien.

"Si debes contestar llamadas telefónicas, tienes reuniones y clientes, realmente se vuelve una pesadilla controlar si tu hijo está haciendo las tareas o no", comenta Fuhr. "A los de tercer y cuarto grado puedo darles cierta autonomía".

Para Lucas, la idea de un horario estricto ha adquirido un significado completamente nuevo, e implica más que las tareas escolares.

Lucas cuenta que inicialmente estableció un horario académico riguroso para que sus hijas completaran las lecciones en línea. Pero después de experimentar dos estilos de aprendizaje extremadamente diferentes, decidió dedicarse ella misma a la educación de una de las hijas tras notar que la modalidad a distancia no había funcionado. Algunas cosas funcionaron: las niñas se levantan de la cama a más tardar a las 8:30 a.m., hacen actividad física y descansan en determinados momentos, y colaboran con las tareas de la casa.

"La presión ahora es menor", expresa Lucas.

Distanciamiento físico, pero no social

La enseñanza por internet también puede devolverles a los estudiantes una conexión social que se estaba perdiendo. Ball comenta que para sus alumnos ha sido difícil separarse de sus amigos, y que las horas destinadas a "trabajo de oficina", para que los alumnos la llamen o envíen correos electrónicos sobre el trabajo escolar, ahora se han transformado en otra cosa.

"Muchos niños ahora usan ese canal, no para que los ayude con la tarea de matemática, sino para contar, mira, este es mi gato", explica Ball. “Compartir fotos de sus gatos es una parte muy importante de sus vidas. Está bien que usen la pantalla para poder mostrar esas cosas”.

Fuhr cuenta que está sorprendida gratamente con la forma en que su distrito escolar ha manejado el "aprendizaje socioemocional", ya que ha destinado dos días de la semana a sesiones en vivo para conversar sobre temas generales y realizar juegos.

No todas las escuelas ofrecen sesiones de clase en vivo y oportunidades para socializar, por motivos de privacidad o seguridad u otras razones. Pero los padres intentan fomentar más actividades sociales en un determinado momento del día. Amanda Young, madre de niños de primer y quinto grado, cuenta que su hijo mayor se reúne virtualmente con sus compañeros Boy Scouts, y que ambos niños participan en actividades virtuales en vivo organizadas por el club.

El trabajo en equipo

Los padres y los maestros deben trabajar en conjunto para que este experimento de aprendizaje social sea exitoso.

Por ejemplo, Ball explica que, en un principio, los planes de aprendizaje remoto de su escuela no habían considerado formas de aprendizaje sincronizado, es decir, no esperaba que los estudiantes estuvieran "en clase" todos a la vez, para evitar generarles demasiada presión. Pero Ball explica que, en una encuesta realizada en línea, los padres, justamente, solicitaron que fuera así. Necesitaban disponer de ese tiempo, y, además, creían que las horas de clase virtual junto con los demás estudiantes daría a los niños una mayor sensación de normalidad para compartir ideas.

Walker sostiene que los padres también pueden ayudar de otras maneras. Se dio cuenta de que, para los estudiantes, es fundamental que los padres pidan ver lo que están haciendo en la computadora, incluso si no se comunica directamente al maestro. "Muchos padres quieren confiar en sus hijos, pero es importante que se fomente ese tipo de conversaciones", comenta Walker.

Al igual que sus colegas, Walker considera que es muy importante que las familias brinden devoluciones y comentarios sobre los contenidos presentados en el nuevo enfoque de aprendizaje. También le parece interesante saber qué otras cosas están haciendo sus alumnos: si leyeron algún libro, si hicieron clases de baile o yoga, si completaron un álbum de recortes o tejieron algo. Para los maestros que extrañan a sus estudiantes, el diálogo con las familias puede ser muy reconfortante.

"Es un contacto personal muy necesario", expresa Walker.

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