Los derrumbes de tierra submarinos plantean nuevos peligros en el golfo de México
Una nueva información sísmica muestra que los terremotos a más de 956 kilómetros pueden provocar derrumbes submarinos que amenacen a las plataformas petroleras marítimas, y ocasionen derrames catastróficos.
Esta foto del 31 de marzo de 2015 muestra la estela de un buque almacén cruzando un resplandor de aceite en el golfo de México en el punto donde se encontraba la antigua plataforma petrolera Taylor Energy, la cual fue destruida en 2004 por un derrumbe submarino provocado por el huracán Ivan.
El error humano ha causado gran parte de los más infames derrames de petróleo en la historia de Estados Unidos, como el de Exxon Valdez y el de Deepwater Horizon. Pero hay causas naturales que también podrían ocasionar desastres monumentales: un derrame que ha hecho salir crudo a borbotones por 16 años comenzó cuando un derrumbe submarino derribó una plataforma petrolera en la costa de Louisiana.
Ahora, las pruebas provenientes de la información sísmica sugieren que estas avalanchas subterráneas son más comunes en el golfo de México que antes, lo que aumenta la preocupación por las casi 2000 plataformas petroleras marítimas de la región, así como también por las decenas de miles de kilómetros de tuberías de petróleo y gas que transportan combustibles fósiles a la costa.
El análisis, publicado en Geophysical Research Letters, muestra que, entre 2008 y 2015, se dieron 85 derrumbes submarinos previamente desconocidos en el golfo. El estudio halló que diez de ellos sucedieron sin un desencadenante detectable. Para sorpresa de los investigadores, los otros 75 parecían haber sido activados por terremotos distantes— la mayoría fueron temblores pequeños y medianos que sucedieron a cientos de kilómetros de la costa oeste de Estados Unidos.
“No esperaba que los derrumbes fueran tan frecuentes en el golfo de México”, señala el autor principal del estudio Wenyuan Fan, sismólogo de la Universidad Estatal de Florida. “Y no sabía que los derrumbes fueran tan susceptibles a los desencadenantes dinámicos provocados por ondas sísmicas pasajeras. Intento constantemente probar que estoy equivocado”.
Un misterio sísmico en el Golfo
Desde hace tiempo, los científicos son conscientes de la historia de derrumbes submarinos que posee el golfo de México. El desprendimiento submarino más grande jamás documentado en toda la costa de Estados Unidos se dio en la costa de Texas. Las cicatrices de otros grandes desprendimientos son visibles en el fondo marino cerca de la desembocadura del río Mississippi.
Los investigadores también tienen noción de por qué este terreno es propenso al colapso: cada año, los ríos vuelcan grandes cantidades de sedimento en el Golfo, lo que hace que este material suelto se acumule rápidamente en el fondo marino, y cree una topografía inestable y escarpada.
Sin embargo, gran parte de los derrumbes que los geólogos han catalogado mediante informes de la cartografía del fondo del mar ocurrieron miles de años atrás. Estos eventos no nos dicen mucho sobre la frecuencia de los derrumbes submarinos de hoy, o qué exactamente los desencadena.
Fan y sus colegas han comenzado a llenar estas lagunas de conocimiento utilizando esta información de USArray, una red de 400 sismógrafos que migraron del oeste al este por todo Estados Unidos continental entre 2007 y 2013, recogiendo información por varios años en cada ubicación. El proyecto apuntó a “convertir a Estados Unidos en un laboratorio natural” y mejorar el entendimiento científico fundamental sobre cómo funcionan los terremotos, señala Fan.
La información sísmica recogida por la red no solo refleja los terremotos. Muchos otros temblores pueden activar el sismómetro, el cual toma las ondas de la superficie de la Tierra, así como también las ondas P y S de movimiento rápido, las cuales viajan por rocas más profundas y sólidas.
Muy poco después de que Fan comenzara a usar información de Array para estudiar los terremotos en el noroeste del Pacífico a finales de 2017, el sismólogo comenzó a observar señales en el golfo de México, donde algunos pocos terremotos ocurrieron. Luego de analizar las propiedades de estas ondas y de construir modelos para recrearlos, Fan y sus colegas se convencieron de que estaban observando los pasos sísmicos de derrumbes submarinos— muchos de ellos.
En la información que se recogió continuamente entre 2008 y 2015, los investigadores identificaron ondas de superficie asociadas a 85 derrumbes submarinos distintos en el Golfo. Lo más sorprendente para el equipo fue que el 90 por ciento de ellos se dio luego de minutos de un terremoto que se había producido a más de 965 kilómetros de distancia.
Gran parte de estos terremotos se produjeron en los límites de las placas tectónicas del Pacífico y de América del Norte, entre el noroeste del Pacífico y México. Muchos de ellos solo eran de magnitud 5 aproximadamente— lo suficientemente bajos como para que, en California, “los periodistas no los informen”, explica Fan.
Estas observaciones, combinadas con el hecho de que los terremotos más poderosos y distantes no producen derrumbes detectables, le sugieren a Fan que la fuerza de los terremotos podría no ser el factor principal que determine si un derrumbe se provoca en el Golfo o no. Fan subraya que se necesitan más investigaciones para dilucidar exactamente cómo los terremotos remotos derriban crestas en una cuenca oceánica a cientos de kilómetros de distancia.
“Y eso demanda un experimento marítimo para desenredar todos los mecanismos físicos que pueden causar derrumbes submarinos”, explica.
La sismóloga del Servicio geológico de los Estados Unidos Joan Gomberg, quien participó como par revisor en el informe, dice que los geólogos, a menudo, usan los depósitos de sedimento provenientes de los derrumbes submarinos como pruebas de terremotos pasados.
“Pero toda la premisa de interpretarlos es que el terremoto ocurrió cerca”, menciona. “Lo que muestra el trabajo [de Fan] es que el terremoto que los provoca puede estar bien lejos. Así que eso complica un poco cómo interpretamos estos registros”.
El “peor escenario” de derrame
Los hallazgos de Fan tienen consecuencias más allá de la reconstrucción histórica de los terremotos. Sugieren que las plataformas de gas y petróleo, y las tuberías salpicadas por todo el golfo de México podrían enfrentarse a una amenaza geológica que no están capacitadas para atender.
“No es imposible que una plataforma sea destruida por un alud. Eso ya pasó”, indica Ian MacDonald, profesor de oceanografía de la Universidad Estatal de Florida quien no participó del nuevo estudio. “Es posible que desencadene un derrame de petróleo extremadamente difícil de controlar. Eso ya ha pasado”.
MacDonald hace referencia al derrame de Taylor Energy en las costas de Louisiana, donde el crudo ha estado brotando hacia el océano a una tasa de alrededor de cien barriles por día desde 2004. A pesar de no ser muy conocido, este derrame es considerado una de las peores catástrofes petroleras en la historia de Estados Unidos.
¿La causa? Un derrumbe submarino desencadenado por ondas poderosas y una marejada ciclónica del huracán Ivan.
En 2019, MacDonald publicó un artículo en The Conversation advirtiendo sobre la posibilidad de otro desastre de tal magnitud y llamándolo “el peor escenario para una catástrofe de derrame de petróleo”. Mientras que el derrame de BP Deepwater Horizon fue causado por una falla en un solo pozo, en el caso del derrame de Taylor Energy, una plataforma entera fue derribada por lodo, provocando que varios pozos fallen y dejando restos oleaginosos enterrados debajo de una gruesa capa de sedimento, donde las pérdidas son difíciles de acceder y de tapar.
Fan leyó el artículo de MacDonald y lo contactó; esto inició un diálogo que llevaría a “una cantidad de conversaciones fructíferas”, cuenta MacDonald. Revisando la información de Fan sobre los recientes derrumbes en el golfo de México, MacDonald se dio cuenta de que el riesgo para la infraestructura de los combustibles fósiles era potencialmente mucho mayor de lo que él había estimado.
“Hoy, gracias a los últimos 10 años, podemos identificar muchos de estos eventos”, menciona MacDonald. “Lo que quiere decir que, de algún modo, hemos esquivado las balas, sin siquiera saber que esas balas habían sido disparadas”.
Fan espera que su investigación ayude a las compañías energéticas y a los reguladores a tomar decisiones con mayor conocimiento de causa sobre dónde se podría construir nueva infraestructura de forma segura. Observa que la mayoría de los derrumbes submarinos que su equipo detectó sucedieron en el oeste del Golfo, una región fuera del alcance de la explotación de gas y petróleo durante el gobierno de Obama, pero que el presidente Trump comenzó a abrir en 2018.
El método de detección sísmica que Fan desarrolló podría también remodelarse para crear un sistema de advertencia temprana que pudiera proteger la infraestructura existente. Si se instalara una variedad de sismógrafos en el fondo marino del golfo de México para escuchar los derrumbes, se podría advertir a las empresas cada vez que una señal fuese registrada en las proximidades de su plataforma, regalando preciados minutos para implementar procedimientos de bloqueo de emergencia.
Con dicho sistema, es posible frenar una catástrofe petrolera antes de que comience.