Estudios clínicos apuntan a que la vacuna de Oxford produce una respuesta inmune contra el COVID-19
Los resultados preliminares de las fases 1 y 2 publicados el lunes 20 de julio indican que esta vacuna es segura y alcanza los objetivos.
La mujer se vacuna con la candidata ChAdOx1, en la Universidad de Oxford, Reino Unido. Antes de la pandemia de Sars-CoV-2, la institución desarrolló una vacuna de vector viral para otro tipo de coronavirus, el MERS. Los resultados preliminares de la fase clínica 1-2, publicados en The Lancet, indican que la vacuna es segura y produce una respuesta inmune.
Investigadores de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, publicaron en la revista científica The Lancet, ayer lunes 20 de julio, resultados preliminares prometedores de una de las vacunas candidatas con el virus Sars-CoV-2.
Las conclusiones iniciales de la llamada ChAdOx1 nCov-19 apuntan a que sea una vacuna segura, que apenas presenta efectos colaterales leves y que propició una fuerte respuesta inmune, tanto de anticuerpos neutralizantes como de célula T.
La investigación tuvo lugar del 23 de abril al 25 de mayo en cinco hospitales del Reino Unido. En este estudio que comprendió las fases 1 y 2, fueron vacunados unos 1.077 adultos saludables, de entre 18 y 55 años, que todavía no habían contraído la enfermedad del Sars-CoV-2. La mitad recibió la vacuna candidata contra la COVID-19 y el resto una vacuna de control, en este caso la de meningitis cuádruple. La investigación fue del tipo ciego y aleatoria: los voluntarios fueron puestos de manera aleatoria en cada grupo y no saben cuál vacuna recibieron, pero los investigadores sí.
Los voluntarios fueron divididos en cuatro grupos. En los grupos 1 (88), 2 (412) y 4 (567), los participantes recibieron apenas una dosis de la vacuna, para el análisis de inmunogenicidad. Del total, 113 personas recibieron dosis más elevadas y tomaron paracetamol antes de la vacunación y 24 horas después. Además de eso, el primer grupo pasó por un monitoreo adicional a los fines de certificar la seguridad de la vacuna, parte esencial de la fase 1.
El grupo 3 estaba compuesto por 10 participantes que recibieron dos dosis de ChAdOx1 (la segunda 28 días después de la primera aplicación), con el objetivo de evaluar no solo la seguridad, sino también si el cuerpo desenvuelve una respuesta inmune más fuerte.
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El estudio concluyó que la vacuna es segura, visto que ningún participante desarrolló efectos colaterales serios. Fatiga y dolor de cabeza fueron los síntomas más comunes después de la aplicación de las vacunas, en 70% de los voluntarios. Otros efectos relatados consisten en dolor local por la aplicación, dolor muscular, escalofríos, estado febril y fiebre. Tales síntomas desaparecieron en dos días en el grupo de las 113 personas que tomaron paracetamol.
La vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford utiliza la tecnología de vector viral. En ella, el adenovirus del chimpancé (virus atenuado de un resfriado común) carga consigo la proteína espiga del Sars-CoV-2, que se conecta a la célula humana. El virus se debilita para no causar enfermedad en los humanos.
“Cuando el adenovirus entra a las células de las personas vacunadas, también entrega el código genético de la proteína espiga. Esto hace que las células de las personas produzcan esta proteína y ayuda a enseñar al sistema inmunitario a reconocer el virus Sars-CoV-2 ", explica Andrew Pollard, investigador principal del estudio de la vacuna de Oxford y profesor de Infección e Inmunidad Pediátrica en la universidad.
A partir de la aplicación de la ChAdOx1, los científicos constataron una fuerte respuesta en dos mecanismos que componen el sistema inmunológico y son responsables por encontrar y combatir patógenos: anticuerpo y célula T. “Esa vacuna apunta a inducir ambos, para conseguir atacar al virus cuando estuviera circulando en el cuerpo (anticuerpo), así como atacar células infectadas (célula T)”, indica Pollard.
La doctora Sue Ann Costa Clemens (en la foto frente al equipo) coordina hoy las pruebas con la vacuna Oxford en Brasil, que se realizan en San Pablo, Río de Janeiro y Salvador.
En este caso, la célula T precisa identificar y combatir una proteína espiga del Sars-CoV-2 en células infectadas. Eso fue identificado en 43 muestras analizadas e tuvo pico 14 días después de la vacunación. En la respuesta inmune humoral, los anticuerpos encuentran y neutralizan el virus que ya circula en la sangre y en el sistema linfático. En las 157 muestras de 127 pacientes estudiados, se constató que el pico en esa respuesta aconteció 28 días después de la aplicación, pero que ella persistió hasta el 56° y último día del análisis. Los investigadores utilizaron dos técnicas para detectar una respuesta después de los 28 días en 35 participantes. La acción de anticuerpos neutralizantes fue detectada de 91% (32, MNA80) a 100% (35, PRNT50) de las muestras de sangre. La respuesta también fue observada en los 10 participantes que recibieron la segunda dosis a lo largo de los 56 días.
En una conferencia de prensa después de la publicación del estudio, Pollard clasificó lo resultados obtenidos como “alentadores”. “Lo que mostraron es que tenemos primero, una vacuna muy bien tolerada en un estudio con más de mil voluntarios”, apunta el investigador. “En segundo lugar, hemos visto buenos respuestas inmunes, exactamente del tipo que esperábamos, incluyendo anticuerpos neutralizantes y células T. Por lo que vimos en los estudios en animales, parece que son ellas las que están asociadas con la protección. Ese es un importante hito en el camino”.
Sarah Gilbert, investigadora que lidera el programa de desarrollo de vacunas y profesora de vacunología en la Universidad de Oxford, estuvo de acuerdo en que los hallazgos son un hito importante en el desarrollo de la vacuna COVID-19, pero enfatizó que “todavía queda un largo camino por recorrer".