¿Por qué hay que vacunarse aunque se haya tenido COVID-19?
Según los expertos, las vacunas potencian las respuestas inmunitarias naturales y tienen un sorprendente registro en lo que respecta a prevenir enfermedades graves y la muerte.
La enfermera Darryl Hana aplica una dosis de la vacuna de Pfizer para la COVID-19 a Concepcion Witron en Providence Wilmington Wellness and Activity Center (Centro de actividades y bienestar Providence Wilmington), California. Hasta una única dosis de la vacuna ARNm como la de Pfizer puede potenciar la inmunidad de las personas que ya han tenido esta enfermedad mortal.
A medida que Estados Unidos lucha contra la problemática vacunación de sus ciudadanos, un alarmante aumento en los casos de coronavirus en toda la nación ha llevado a primer plano una pregunta controvertida de larga data: aquellos que ya tuvieron la COVID-19, ¿deben vacunarse?
La inmunidad natural es una fuerza poderosa contra ciertas enfermedades, como la varicela y el sarampión. Puedes obtener inmunidad si sobrevives a una infección natural por sarampión, y la vacunación es comparable con esto (o hasta superior), explica Ruth Karron, pediatra y profesora de Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health (Facultad de salud pública Johns Hopkins Bloomberg) en Baltimore.
Por supuesto, primero el paciente tiene que sobrevivir.
Todavía no se sabe con certeza si la inmunidad que obtienes por contagiarte de la COVID-19 es tan poderosa como la protección que te brinda la vacuna. Lo que es evidente es que las vacunas disponibles aumentan las defensas fundamentales contra la enfermedad grave y la muerte, incluso de las variantes más contagiosas como la delta. Y una investigación muestra que hasta una única dosis de una vacuna ARNm como la de Moderna o Pfizer-BioNTech aumenta la inmunidad de las personas que ya han tenido la enfermedad.
“Les recomiendo a todos aquellos que no se han vacunado que vayan y se vacunen”, sugiere Allison Greaney, investigadora de Fred Hutchinson Cancer Research Center (Centro de investigación sobre el cáncer Fred Hutchinson) en Seattle y agrega que las vacunas “nos protegen muy bien ante un virus muy peligroso”.
Anticuerpos más fuertes
En Fred Hutchinson, la estudiante de doctorado Greaney lideró un equipo de investigación que publicó un estudio reciente en el que sugerían que las vacunas les otorgan a las personas una importante ventaja frente a la inmunidad natural. El equipo observó los anticuerpos de las personas que se habían recuperado de la COVID-19, así como también de aquellas personas que habían recibido las dos dosis de la vacuna ARNm de Moderna en la fase uno de ensayos de la empresa.
Los investigadores hallaron que ambos grupos generaron anticuerpos que apuntaban al dominio de unión al receptor (RBD, por su sigla en inglés). Como lo sugiere su nombre, esta parte del virus ayuda al SARS-CoV-2 a adherirse y, en última instancia, ingresar a las células humanas, lo que provoca la infección. Si los anticuerpos se adhieren al RBD, pueden neutralizar el virus.
La investigación reveló que los anticuerpos de los pacientes recuperados de la COVID-19 se mantenían, principalmente, en un área del RBD que incluía el sitio E484 (una porción del virus que ha mutado en algunas variantes). Por el contrario, los anticuerpos de las personas vacunadas se adherían más ampliamente en todo el dominio, lo que les permitía abarcar áreas que siguen presentes en algunas variantes, entre ellas, beta, gamma y delta.
Según Amy Hartman, profesora adjunta de enfermedades infecciosas y microbiología de University of Pittsburgh, el SARS-CoV-2 "hace un gran esfuerzo" para ocultar su RBD y utiliza artimañas moleculares para que a los anticuerpos les sea difícil encontrar la región. Pero las vacunas ARNm están diseñadas para tener como objetivo ese RBD y enviar potentes anticuerpos contra él. Y los nuevos hallazgos sugieren que la inmunidad de las vacunas ARNm "parecen ser más fuertes que la inmunidad natural en muchos casos", cuenta Greaney.
Los investigadores ya saben que las vacunas contra la COVID-19 “aumentan de forma confiable los niveles de anticuerpos” que son tan altos o aún más altos que los que poseen las personas que se han recuperado de casos graves de coronavirus, señala Karron, que no participó del nuevo estudio. El trabajo del equipo de Fred Hutchinson muestra que la vacunación "nos brinda más y mejores anticuerpos", añade. "Es una cuestión cualitativa y cuantitativa".
Entonces, ¿a qué se debe el debate?
Otra investigación sostuvo que la inmunidad natural a la COVID-19 podía ser alta. Un equipo de investigadores evaluó a 254 personas durante ocho meses luego de que se hayan recuperado de la COVID-19 y descubrió que tenían "respuestas inmunitarias duraderas y amplias". Y, según su estudio que fue publicado el mes pasado, esto fue así incluso para aquellos que habían padecido la enfermedad de forma leve.
Los científicos saben que otras enfermedades pueden otorgar inmunidad natural duradera. Una persona, luego de infectarse con varicela, es probable que tenga inmunidad de por vida contra dicha pruriginosa y a veces mortal enfermedad. Para obtener la misma y duradera inmunidad con la vacuna, esa persona necesitará dos dosis, que le serán dadas con algunos años de diferencia.
Sin embargo, antes de que se desarrollaran las vacunas contra la varicela, alrededor de 10.000 niños y adultos estadounidenses eran hospitalizados por año debido a la enfermedad. Llegaban con distintos síntomas, entre ellos infecciones en los pulmones y la sangre.
Para el SARS-CoV-2, “no puedo afirmar si [la vacunación o la inmunidad natural] son necesariamente una mejor que la otra en base al conocimiento que tengo hoy de este virus", explica Charlotte Cunningham-Rundles, profesora de inmunología David S. Gottesman en Mount Sinai School of Medicine (Facultad de Medicina Mount Sinai).
Pero se apresura a agregar: "No creo que nadie haya recabado suficiente información para afirmar que alguien que haya tenido el virus no necesita vacunarse".
Karron también observa que uno de los "grandes misterios no resueltos" del SARS-CoV-2 es por qué algunas personas padecen la enfermedad de forma asintomática o leve, y otras sufren infecciones graves. Del mismo modo, los científicos siguen luchando para comprender cuándo y por qué ciertas personas desarrollarán respuestas inmunes más fuertes que otras.
Por ejemplo, Hartman señala que varios estudios han demostrado que algunos pacientes recuperados no logran adquirir defensas efectivas contra la COVID-19 y, en otros que fueron infectados, los niveles de anticuerpos caen rápidamente. Los científicos siguen recabando información y buscan resolver esta pregunta fundamental y otras más como, por ejemplo, cuánto dura la inmunidad de las vacunas y de la infección natural.
Gracias a la vacunación, se garantiza que la mayoría de las personas adquiera una respuesta inmunitaria sólida y eso incluye a las personas que ya han contraído la COVID-19. Múltiples estudios han demostrado que hasta una única dosis de una vacuna ARNm aumenta los niveles de anticuerpos en pacientes recuperados y les otorga la misma respuesta máxima que las dos dosis les otorga a quienes no hayan tenido la enfermedad.
Hoy en día, más del 97 por ciento de las personas hospitalizadas por la COVID-19 en Estados Unidos no están vacunadas. Además, si bien un pequeño porcentaje de personas vacunadas se han infectado con el virus, sus casos han sido ampliamente moderados. El lunes, el senador estadounidense Lindsey Graham, que se vacunó en diciembre, anunció que había dado positivo de la COVID-19 luego de atravesar unos días con síntomas moderados. "Estoy muy feliz de estar vacunado", declaró el senador republicano de Carolina del Sur, "porque, sin la vacuna, estoy seguro de que no me sentiría tan bien como me siento hoy. Mis síntomas serían mucho peores".
Los Centers for Disease Control and Prevention, CDC, (Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades) informan que el porcentaje de muertes por la COVID-19 entre los vacunados es de 0,0018 por ciento desde el 14 de diciembre de 2020 al 19 de julio. Y los expertos afirman que eso prueba que las vacunas funcionan.
"Para muchos patógenos, somos un poco modestos", indica Karron. Para algunas enfermedades, como el VIH o la malaria, "no te quieres infectar en absoluto", explica. "Pero, para muchos patógenos, en especial los patógenos respiratorios como la COVID-19, nuestros objetivos son un poco más modestos. Nuestro objetivo es prevenir las enfermedades graves y la muerte".