¿Cómo afecta el hambre al cuerpo?
Un hombre cena en casa con su esposa e hija después de un turno de 8 horas en una uva granja en California.
El estado en que el organismo siente falta de nutrientes y vitaminas, comprometiendo el bienestar y la salud de un individuo, se denomina hambre.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente el número de personas afectadas por el hambre en el mundo ronda los 828 millones. Se trata de personas que sufren por la falta de alimentos necesarios para cubrir las necesidades del organismo para mantener sus funciones vitales.
Lo que el hambre le hace al cuerpo a corto plazo
De acuerdo a la nutricionista Thais Barca, especialista en nutrición aplicada y nutrición deportiva funcional, el hambre crónico (a diferencia del hambre fisiológico, que se siente entre comidas) tiene efectos en el organismo a corto y largo plazo.
Sin acceso a la fuente de energía que proviene de los alimentos, a corto plazo el cuerpo busca extraer la energía almacenada en la grasa corporal o en los músculos. “Esto provoca pérdida de peso repentina, reducción de masa muscular, deficiencias de macronutrientes, vitaminas y minerales. Esto puede provocar pérdida de cabello, uñas débiles, dificultad para pensar, mareos y náuseas”, explica Barca.
(Ver también: ¿Qué le hace una mala alimentación a nuestro organismo?)
En la fase extrema del hambre, es decir, a largo plazo, se produce un cambio en el metabolismo. Empieza a trabajar muy lentamente, "comprometiendo el funcionamiento de todos los órganos e impidiendo la producción de sustancias importantes como hormonas y enzimas", aclara la experta.
Si no hay recursos para saciar el hambre, el individuo puede morir.
Otros síntomas del hambre
Barca también enumera otros síntomas del hambre crónica:
- Desaceleración o interrupción del crecimiento;
- Cambios psicológicos y psíquicos, dejando al individuo apático y deprimido;
- Piel de aspecto arrugado;
- Anemia y otros trastornos de la sangre;
- Raquitismo (cuando los huesos se vuelven débiles, quebradizos y torcidos) debido a la falta de vitamina D;
- Fatiga;
- Deterioro del buen funcionamiento de todos los órganos del cuerpo humano;
- Inmunidad baja.
El hambre afecta el cerebro, el estado de ánimo y la concentración
Sin más fuentes de energía, el cerebro también se ve perjudicado, perdiendo su función de mando del cuerpo. Según Barca, los efectos del hambre en el sistema nervioso provocan mareos, pérdida del conocimiento, cambios de humor, dificultad para concentrarse y disminución del número de neuronas, lo que puede derivar en apatía y depresión.
Los niños se ven particularmente afectados por estos síntomas de hambre, especialmente en edad escolar. “El hambre provoca déficit de atención y muy mala memoria, por lo que al niño le resultará difícil aprender y registrar nueva información”, dice Barca. “Y aunque salga de una situación de inseguridad alimentaria, tendrá secuelas, y esos problemas de atención y memoria se acabarán perpetuando en la edad adulta”.
El hambre aumenta el riesgo de enfermedades crónicas
Además de los síntomas directos, la desnutrición y el hambre extremo también están vinculados a mayores riesgos de enfermedades crónicas como presión arterial alta, enfermedades cardíacas, diabetes y una mayor predisposición a la obesidad.
Para la especialista, este mayor riesgo se produce incluso después de años de que la persona haya salido de la situación de hambruna. "Aún después de años, los cambios metabólicos causados por el hambre pueden tener consecuencias".