Tres niños de entre cinco y ocho años forman una fila. Tus hermanos marcan tus experiencias, ...

¿Ser el hermano mayor o el menor puede determinar la personalidad?

El debate psicológico sobre el orden de los hermanos ha persistido durante décadas, pero puede que haya llegado el momento de romper con la teoría popular.

Tres niños de entre cinco y ocho años forman una fila. Tus hermanos marcan tus experiencias, pero ¿tiene algo que ver el orden en que naciste con tu personalidad? Los investigadores dicen que es más probable que se trate de una combinación de genética y entorno.

Fotografía de Hans Neleman Getty Images
Por Erin Blakemore
Publicado 25 jun 2024, 08:05 GMT-3

Muchas personas asumen rasgos de la personalidad de otro individuo una vez que saben si son el hermano mayor, menor o el del medio en la familia. Sin embargo, los psicólogos discrepan con estos estereotipos y revelan el motivo. 

¿Eres un hijo mayor responsable, un mediano descuidado o un bebé libre? Para quienes se adhieren a la teoría de que el orden de nacimiento influye en la personalidad, la respuesta a esa pregunta puede ser la clave de quién eres como persona.

En fiestas, cenas familiares y sesiones de terapia, la gente puede utilizar el orden de nacimiento como una especie de abreviatura de los rasgos de la personalidad: el egoísmo de un hijo único, tal vez, o la lucha por la visibilidad de un hijo del medio.

Pero aunque tus experiencias personales indiquen que el orden de nacimiento forma las personalidades que te rodean, los psicólogos discrepan. He aquí por qué ha llegado el momento de abandonar los estereotipos.

Orígenes de la teoría psicológica del orden de nacimiento

La idea de que el orden de nacimiento influye en la personalidad de un niño podría ser tan antigua como las propias personas. Al fin y al cabo, durante mucho tiempo las distintas sociedades han privilegiado (o ignorado) a las personas en función del lugar que ocupaban en su familia.

En muchas sociedades antiguas, por ejemplo, la llegada del primer hijo (y, por tanto, la transición de un padre a cabeza de familia) solía traducirse en un estatus social más elevado

También dio lugar a ceremonias como los baños especiales para madres primerizas en Micronesia y la tradicional ceremonia pidyon haben en el judaísmo, durante la cual un primogénito es “redimido” mediante el pago de cinco monedas de plata a un sacerdote.

El orden de nacimiento también ha determinado durante mucho tiempo los derechos de herencia y las líneas reales de sucesión, como en la monarquía británica, que durante mucho tiempo ha exigido un “heredero” primogénito y uno o más “repuestos” como respaldo en caso de que algo le sucediera al heredero.

Pero esta teoría psicológica no se desarrolló hasta principios del siglo XX, cuando el psicólogo Alfred Adler teorizó que el orden de nacimiento influía no solo en el estatus social, sino en el desarrollo y la personalidad del niño. 

Conocido como el padre de la psicología individual, Adler teorizó que la “constelación familiar” de un individuo da lugar a rasgos de personalidad predecibles. “La posición en la familia deja un sello indeleble en el estilo de vida del individuo”, escribió en 1931.

Según Adler, el nacimiento de un hermano priva a los hijos mayores de toda la atención de sus padres y, como resultado, son neuróticos, más propensos al conservadurismo y a imitar a sus mayores. 

Los segundos hijos son competitivos y captan la atención, mientras que los más pequeños son mimados y perezosos. Por último, teorizó que las personas que crecen sin hermanos tienen “complejo de madre” y rivalizan con su padre.

Famoso por sus conferencias internacionales, sus populares textos de psicología y sus técnicas psicoterapéuticas, la influencia de Adler aún resuena en todo el campo de la psicología y, como resultado, generaciones de psicólogos emprendieron investigaciones que intentaban demostrar su teoría del orden de nacimiento.

Qué dice la investigación sobre la diferencia entre hermanos

Los estudios realizados desde la época de Adler han encontrado asociaciones entre el orden de nacimiento y todo tipo de factores, desde el nivel educativo hasta la sexualidad, pasando por el éxito de los hijos medianos en los deportes de equipo.

Frank Sulloway, uno de los defensores modernos más destacados de la teoría, analizó a adultos y sus carreras en las décadas de 1990 y 2000 para evaluar la influencia del orden de nacimiento. 

Descubrió una tendencia a la investigación conservadora entre los científicos famosos primogénitos, mientras que la investigación más radical, como la teoría de la evolución y la relatividad, era más común entre los científicos famosos nacidos más tarde en su orden familiar. 

También halló diferencias entre las estrategias militares y políticas de los primogénitos militantes, como Maximilien Robespierre, y los métodos moderados y no violentos de los famosos nacidos en el medio.

Pero los estudios más aplicables al desarrollo de la personalidad se centran en los “cinco grandes” rasgos de la personalidadapertura, conciencia, extroversión, amabilidad y neuroticismo. Y estudios más recientes sobre el orden de nacimiento echan por tierra la teoría de que el orden de nacimiento puede moldear la personalidad.

Rodica Damian, profesora asociada de psicología en la Universidad de Houston, llevó a cabo uno de los mayores estudios de este tipo en 2015, utilizando datos de un estudio longitudinal de más de 440.000 estudiantes de secundaria estadounidenses. 

Tras controlar el estatus socioeconómico, el sexo y la edad, el estudio demostró que “la asociación entre el orden de nacimiento y los rasgos de personalidad es lo más cercana a cero que se puede conseguir”.

Otro estudio de 2015 corroboró las conclusiones de Damian. Después de analizar tres muestras representativas a nivel nacional de EE.UU., Gran Bretaña y Alemania, los investigadores escribieron “no encontramos consistentemente efectos del orden de nacimiento en la extraversión, la estabilidad emocional, la amabilidad, la conciencia o la imaginación”. 

Pero ambos equipos de investigadores encontraron pruebas de un rasgo que complacería a los primogénitos (y consternaría a sus hermanos pequeños): los estudios mostraron que los primogénitos eran ligeramente más propensos a tener una inteligencia verbal elevada.

Según Damian, esto no significa necesariamente que los primogénitos sean más inteligentes o aprendan con más facilidad. Lo más probable es que se deba a que los primogénitos pasan más tiempo rodeados de adultos en su primera infancia, y señala que en su estudio la diferencia era cuestión de un solo punto de CI.

En general, escribió el otro equipo del estudio, “debemos concluir que el orden de nacimiento no tiene un efecto duradero en los rasgos generales de la personalidad fuera del ámbito intelectual”.

¿Qué es lo que realmente conforma una personalidad?

Como científica, Damian es cauta a la hora de afirmar que una teoría ha sido “refutada”. Sin embargo, afirma que la investigación moderna básicamente desacredita la teoría de que el orden de nacimiento afecta a la personalidad, a la que denomina “teoría zombi” porque no muere. 

Entonces, ¿por qué la idea sigue cautivando al público y por qué los investigadores siguen indagando en la cuestión?

“Todo el mundo tiene una opinión al respecto, porque todo el mundo tiene un orden de nacimiento, incluso los hijos únicos”, asegura. Y parte de la razón por la que no podemos renunciar a la psicología del orden de nacimiento puede tener que ver con nuestras propias experiencias, que siempre parecen respaldarla. 

Los niños mayores siempre parecerán más responsables y sofisticados que sus hermanos pequeños porque su desarrollo es más maduro.

“Aunque lo veas y sea cierto, no tienes una lente mágica para retroceder en el tiempo y observar a los niños a la misma edad (exacta)”, explica Damian. 

Es una “confusión perfecta”, escriben ella y sus colegas, y es “una circunstancia en la que la experiencia personal estará equivocada y la verdad sólo podrá descubrirse mediante un buen razonamiento e investigación científicos”.

En realidad, la ciencia del desarrollo de la personalidad es todo menos sólida. Las investigaciones modernas que utilizan estudios de gemelos sugieren que la formación de la personalidad se debe en un 40% a la genética. El resto puede deberse a una compleja combinación de entorno y prácticas culturales que contribuyen a moldear la disposición con la que nacemos.

Aunque los investigadores pueden medir los “cinco grandes” rasgos de la personalidad, es más difícil cuantificar las experiencias subjetivas que conforman nuestra vida cotidiana y, tal vez, nuestra personalidad.

Damian estudia actualmente los posibles efectos de las narrativas vitales de las personas (las historias que se cuentan a sí mismas sobre sus propias experiencias) en las personas en que se convierten. 

Pero para gran parte del público, desentrañar el complejo entramado de la naturaleza y la crianza es mucho menos divertido que burlarse de nuestros hermanos.

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