Así es como las redes sociales pueden convertirse en una pesadilla
Una investigación reciente sugiere que quienes pasan más tiempo en las redes sociales son más propensos a experimentar trastornos del sueño y angustia.
Un estudio reciente relaciona el uso de las redes sociales con una mala calidad del sueño y una mayor prevalencia de pesadillas. Se trata del último estudio de una serie de investigaciones que vincula el uso frecuente de las redes sociales por parte de los adolescentes con resultados preocupantes para la salud mental.
Pero al mismo tiempo, esta es la primera investigación que se centra en el efecto psicológico negativo que las redes sociales pueden tener en la calidad del sueño y los trastornos relacionados que pueden ocasionar en él.
Otros resultados preocupantes derivados del uso de plataformas de redes como TikTok, Instagram, X y Facebook incluyen una mayor incidencia de la depresión, el aumento de la soledad y el aislamiento, y un mayor riesgo de ciberacoso y suicidio.
"A medida que las redes sociales se entrelazan cada vez más con nuestras vidas, su impacto puede incluso influir en nuestros sueños. De hecho, descubrimos que los individuos que pasan más tiempo en las plataformas de redes sociales durante el día son más propensos a experimentar pesadillas", sostiene Reza Shabahang, autor principal del estudio y psicólogo investigador de la Universidad Flinders de Australia.
Esto ocurre, en parte, porque el contenido que uno ve en las redes "sobre acoso escolar, peleas políticas, noticias angustiosas y comparaciones sociales añade angustia emocional, lo que puede provocar pesadillas", agrega Shelby Harris, psicóloga clínica y neurocientífica de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York (Estados Unidos), quien no fue parte de la investigación.
Los resultados del presente estudio coinciden con otras investigaciones sobre la calidad del sueño relacionada con las plataformas de redes sociales y revelan otra forma en que su uso puede afectar negativamente a la salud en general. Aun así, todavía se cree que las pesadillas relacionadas con las redes sociales son poco frecuentes.
Finalmente, es necesario indicar que el estudio tiene limitaciones, como el hecho de ser autoinformado y transversal, lo que no demuestra que sus resultados sean causales.
Cuándo las redes sociales se convierten en una pesadilla
El nuevo estudio siguió lo que el equipo de investigación de Shabahang definió como la "escala de pesadillas relacionadas con los medios sociales". Una graduación que se construyó basándose en clasificaciones anteriores de pesadillas, bibliografía relacionada y otros estudios que exploraron las influencias externas en la calidad del sueño.
Siguiendo esta escala, 595 participantes anotaron la frecuencia de su actividad en las redes sociales y la frecuencia e intensidad con que experimentaban pesadillas relacionadas con la tecnología.
Entre las pesadillas más frecuentes se encontraban los conflictos con otros usuarios de las redes sociales, las noticias inquietantes, el scrolleo compulsivo, la imposibilidad de acceder a la propia cuenta de redes sociales y los sentimientos de victimización, impotencia y pérdida de control.
Estas pesadillas relacionadas con los medios sociales "se asociaron a un aumento de la ansiedad, una menor tranquilidad, una mala calidad del sueño y angustia por las pesadillas", detalla Asad Khan, autor principal de un estudio relacionado y bioestadístico de la Facultad de Ciencias de la Salud y la Rehabilitación de la Universidad de Queensland (Australia).
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Es cierto que a veces las personas pueden experimentar estos efectos adversos debido a otros factores externos. Sin embargo, Pamela Rutledge, directora del Centro de Investigación en Psicología de los Medios de Comunicación de California, que no participó en la investigación, sostiene: “La novedad de este estudio es que estos temas se encuentran en el contexto específico de los medios sociales".
Para Rutledge el estudio es eficaz, en parte, porque se basa en la "hipótesis de continuidad del sueño", es decir, un modelo de sueño que postula que lo que experimentamos durante el día se refleja en nuestros sueños.
De acuerdo con este modelo, "las personas que más se conectan con las redes sociales (especialmente de forma ansiosa o negativa) serían las que tendrían más pesadillas relacionadas con ellas", acota Deirdre Leigh Barrett, investigadora de los sueños y el sueño en la Facultad de Medicina de Harvard, en Estados Unidos, y ex presidenta de la Asociación Internacional para el Estudio de los Sueños.
Este enfoque es clave, porque es probable que la forma en que las personas utilizan estas plataformas afecte directamente a la calidad de los sueños.
Por ejemplo, Shabahang señala que las personas que utilizan las redes sociales principalmente para conectar con la familia y los amigos tienen menos probabilidades de experimentar sueños negativos que quienes las utilizan compulsivamente para participar en debates polémicos en línea o para seguir cuentas que destacan regularmente noticias angustiosas.
Independientemente de las intenciones de cada uno, la información perturbadora o las interacciones negativas suelen fomentarse a través de las plataformas sociales.
Esto sucede porque sus algoritmos están "específicamente diseñados para despertar fisiológica y psicológicamente las emociones y alimentar la adicción a los medios de comunicación, haciendo que el cerebro y el cuerpo quieran aún más información de las redes sociales", asegura Maida Lynn Chen, médica especialista en medicina del sueño y directora del Centro Pediátrico de Trastornos del Sueño del Hospital Infantil de Seattle, en Washington, Estados Unidos.
Redes sociales y calidad del sueño: su impacto
Más allá de las pesadillas y los sueños desagradables y angustiosos, el estudio de Flinders junto con otras investigaciones relacionadas muestran que una peor calidad del sueño y las interrupciones del sueño son, en general, también más comunes entre las personas que utilizan en exceso las aplicaciones de las redes sociales.
"Un gran número de investigaciones respalda la asociación entre el tiempo de consumo de pantallas en su conjunto y una peor salud del sueño en menores y posiblemente también en adultos", sostiene Anthony Levasseur, investigador del sueño del Centro de Investigación Avanzada en Medicina del Sueño de Montreal (Canadá).
De hecho, el estudio de Khan 2024 sobre más de 200 000 usuarios de redes sociales muestra que los hábitos y comportamientos en las redes sociales que interfieren con las responsabilidades laborales y escolares y repercuten negativamente en las relaciones interpersonales, también pueden causar suficiente estrés como para aumentar las probabilidades de dormir mal.
Por otra parte, otro estudio prueba que cuando los adolescentes se enteran de oportunidades o acontecimientos perdidos en las plataformas sociales, experimentan lo que se conoce como un FOMO (miedo a perderse algo) lo suficientemente intenso como para perder el sueño.
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"Cualquier experiencia social o emocionalmente desencadenante puede conducir a la rumiación, lo que podría afectar tanto a la capacidad de conciliar el sueño como a la de mantenerlo", agrega por su parte Lauren Hale, coautora de un estudio reciente relacionado y directora del programa de posgrado de Investigación sobre Salud de la Población y Resultados Clínicos de la Universidad Stony Brook de Nueva York.
Según Hale, el sueño también se ve afectado por el uso de las redes sociales de formas más prácticas, como a través de las notificaciones, los ruidos y las vibraciones, u otras alertas que interrumpen o impiden el sueño.
Más claro aún, Chen grafica "si tienes los ojos abiertos haciendo otra cosa, no estás durmiendo". También afirma que los contenidos muy atractivos con imágenes de ritmo rápido dan lugar a un cerebro más alerta "que no está preparado para dormir".
Otro problema relacionado con el exceso de pantallas y el sueño es "la alteración del ritmo circadiano debido a la luz azul que emiten los dispositivos electrónicos", indica por su parte Ben Carter, profesor de estadística médica del King's College de Londres (Reino Unido).
Esta luz estimula las células ganglionares de la retina sensibles a la luz azul, que son fotorreceptores del ojo que se comunican con la glándula responsable de la producción de melatonina, explica Levasseur. "Esto acaba suprimiendo la producción de melatonina, que es la hormona que estimula la somnolencia", explica.
Aunque las investigaciones demuestran que algunas personas son más sensibles a la estimulación de la luz azul que otras, se ha comprobado que los niveles de melatonina afectados aumentan el estado de alerta a la hora de acostarse, lo que hace más difícil conciliar el sueño o permanecer dormido.