#NGXplorers: Cristian Lagger
Biólogo marino y buzo profesional científico argentino.
Cristian Lagger es investigador del Laboratorio de Ecología Marina del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de Córdoba de Argentina.
Su investigación se centra en estudiar cómo el bentos (los organismos que habitan en el fondo del mar) en Antártida está respondiendo al rápido cambio ambiental experimentado por la Península Antártica, especialmente en relación con la progresiva retirada de los glaciares de marea.
Como biólogo marino y buzo profesional científico, ha llevado a cabo varias campañas antárticas estudiando las comunidades bentónicas marinas. Su trabajo de campo en la Antártida consiste, principalmente, en tomar fotografías y videos del fondo marino a diferentes profundidades en las áreas costeras recientemente libres de hielo debido al retroceso de los glaciares.
Lagger es el líder un proyecto asociado a un grant de National Geographic Society en la isla 25 de Mayo/King George Island (Islas Shetland del Sur) y Doumer Island (Archipiélago de Palmer).
¿Cómo descubriste tu vocación?
Siempre recuerdo que a la famosa pregunta “qué te gustaría ser cuando seas grande” yo respondía “científico”. En aquel momento, era muy chico para darme cuenta que “científico” no era una carrera de grado que se estudiaba en las universidades, pero desde aquel entonces ya se perfila de esa manera mi vocación hacia las ciencias. Biología marina, en particular, vino de la mano de mi pasión por el mar y el buceo.
Antes de trabajar en tu grant actual, ¿estuviste vinculado a otros proyectos?
Sí, pero siempre relacionados al mar. Particularmente mi doctorado consistió en estudiar la diversidad y distribución de ascidias (animales filtradores sésiles que viven en el fondo del mar) del mar Argentino, sur de Chile y la Península Antártica. Durante mi doctorado participé en varias campañas en buques oceanográficos y de expediciones de buceo con el objetivo de estudiar la diversidad de la plataforma del océano Atlántico. Hice además varias pasantías y voluntariados en Argentina y en el exterior relacionados al estudio de invertebrados marinos.
¿Qué es lo que te apasiona de tu trabajo?
La libertad absoluta de pensar y hacer por mí mismo, la emoción de buscar respuestas y el desafío de encontrar buenas preguntas…. ¡Y ni hablar de poder bucear en lugares increíbles! Por otro lado, me gusta muchísimo la difusión de la ciencia, tratar de romper ciertos “mitos” sobre los científicos y su trabajo, y poder comunicar más allá del ámbito académico los resultados de nuestras investigaciones.
¿Cómo es el trabajo en campo diario en la Antártida?
En principio, nunca rutinario. Cuando uno trabaja abajo del agua nunca sabe con lo que se va a encontrar o qué cosas pueden salir mal. Una vez que ya estás en el agua, nada es tan fácil como en la superficie, sobre todo teniendo en cuenta que ¡el agua está a 1 grado centígrado!
Cada salida a los sitios de muestreo es increíble. Uno se siente muy afortunado de estar en un lugar rodeado de glaciares, colonias de pingüinos o incluso focas descansando arriba de los bloques de hielo. ¡Ni hablar de lo que se ve abajo del agua! Una gran ventaja de trabajar en Antártida durante los meses de verano es la cantidad de horas de luz diaria que hay, entonces, es lo mismo bucear a las 5 AM o a las 8 PM, lo que te permite hacer varios buceos por día cuando el clima acompaña. Uno tiene que aprovechar muy bien los días lindos porque cuando empieza a soplar el viento, puede llegar a durar más de una semana.
¿Qué es lo más gracioso que te pasó trabajando allí?
Una vez estábamos por bucear en una isla rocosa muy cerquita de la pared de un glaciar; ya habíamos dejado todos los equipos de buceo en la isla (máscaras, aletas, tanques, chalecos, etc.) cuando de repente se desprendió una parte grande del glaciar. La caída del hielo generó una ola enorme que pasó por arriba de la isla desparramando los equipos por todos lados. Algunas cosas quedaron flotando, pero otras ¡las tuvimos que buscar en el fondo del mar!