Miles de personas viven en estas antiguas cuevas en España
Las cuevas de Sacromonte y Guadix en Granada han sido habitadas durante siglos. Descubra cómo es la vida allí actualmente.
Las cuevas han sido utilizadas como refugios naturales por el ser humano desde la antigüedad y en todo el mundo. En el sur de España, las formaciones rocosas primero sirvieron como albergue ante tormentas y animales salvajes. Más adelante, se convirtieron en refugio contra la persecución religiosa y racial. En la actualidad, las cuevas albergan a singulares y discretamente orgullosas comunidades que han cambiado la vida moderna por la tranquila soledad de las montañas.
Para la fotógrafa chilena Tamara Merino, quien ha fotografiado a personas que viven en cuevas de todas partes del mundo, el aspecto que le ha resultado más interesante es la historia y la descarnada relación entre el paisaje y sus habitantes. “Siempre me ha fascinado el modo en que las personas se relacionan con la tierra y el entorno, y cómo esto afecta sus vidas”, explica Merino.
Para la segunda parte de su proyecto en curso, tras haber visitado la ciudad del ópalo de Coober Pedy en Australia en la primera parte de este, Merino pasó dos semanas en la región de Andalucía en España para documentar las historias de las personas que viven en su zona rural repleta de cuevas. “Lo más importante es no tener prejuicios”, afirma Merino. “Me gusta sentarme con la gente y escuchar sus historias. Y yo también les comparto aspectos de mi vida”.
Manuel Gonzales and Encarna Sanchez pose for a portrait in their living room. Their cave was Encarna’s family home, and she was born inside it. Manuel, who also grew up in the caves of Guadix, now lives with her and their dog in the cave where she was raised.
En la provincia de Guadix, que alberga más de 2 mil casas subterráneas, encontró a residentes que llevaban una vida agrícola como la que existía hace 500 años. “Todavía viven con sus animales dentro de las cuevas”, dice Merino.
Si seguimos avanzando por el valle, veremos las cuevas de Sacromonte, o “monte sagrado”, enclavadas por encima de la desbordante ciudad de Granada, donde coexiste toda una diversidad de culturas y etnias. El territorio más aislado en la región superior de la montaña está habitado principalmente por ocupantes ilegales, muchos de los cuales son también inmigrantes indocumentados. En cambio, la zona de abajo alberga en su mayoría a residentes legales que se interesaron por la vida en las cuevas por razones medioambientales y culturales, dice Merino.
Sacromonte es el lugar de nacimiento del flamenco español, una danza creada por la comunidad gitana, o romaní, de España. Muchos miembros de la comunidad, como Henrique Amaya, siguen viviendo en las cuevas como un homenaje a su cultura.
“Nací dentro de una cueva con los animales y las bestias”, dice Amaya, cuya familia ha vivido en las cuevas de Sacromonte por seis generaciones. Sus ancestros fueron los creadores de la zambra, un estilo de flamenco que se interpretó por primera vez en esas cuevas hace más de 500 años.
Amaya comenzó a bailar cuando apenas tenía tres años de edad. Para él, bailar flamenco y recitar poesía gitana en el lugar de una historia personal tan rica logra crear una conexión muy poderosa con sus ancestros. “Es una sensación pura y refrescante,” dice Amaya. “Es como ir a una cascada a las 4 de la mañana y meter la cabeza en el agua”.
Tocuato Lopez es también un residente vitalicio de las cuevas; cuatro generaciones de su familia han vivido en las cuevas de Guadix. Las cuevas proporcionan refugio ante el insoportable calor del verano, pero lo que es más importante, brindan un sentido de comunidad profundamente arraigada. A pesar de crecer en la pobreza (él y su hermana solían caminar más de 4 kilómetros hasta la ciudad vecina para mendigar comida), siente un profundo afecto por su hogar.
“Estoy muy orgulloso haber nacido en las cuevas y de seguir viviendo en una cueva”, dice el padre de cuatro hijos. “Moriré en la cueva”, sentencia.