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Página del fotógrafo
César Rodriguez
El sol se pone en un oasis urbano histórico: las chinampas y los canales de Xochimilco.
XOCHIMILCO, CIUDAD DE MÉXICO Los vendedores de comida en coloridos botes turísticos conocidos como trajineras ofrecen sus productos a los visitantes en Xochimilco, un distrito de humedales de la UNESCO en el sur de la Ciudad de México. Los canales prehispánicos y las granjas flotantes lo convierten en una de las principales atracciones turísticas de la ciudad capital, pero durante décadas, los productos químicos tóxicos y las algas han plagado el sitio antiguo. Como forma de combatir el problema, los científicos usan los botes para entregar nanoburbujas (bolsas de aire microscópicas) en las aguas hambrientas de oxígeno para restaurar los canales del humedal.
En la cocina trabaja Eduardo "Lalo" García Guzmán, chef y propietario de Maximo Bistrot. Planea sus menús en torno a los productos de las chinampas de Xochimilco, destacando la calidad de los alimentos producidos localmente.
En el restaurante Maximo Bistrot, en el centro de Ciudad de México, Lupita Sánchez prepara las flores recogidas ese día en una chinampa para utilizarlas en la decoración de la pastelería.
Las espinacas frescas, el eneldo y el perejil de la granja Olintlalli se venderán al día siguiente en el Mercado de las Cosas Verdes.
El equipo de De Valle cosecha verdolagas, también conocidas como perejil mexicano. Las verdolagas se venden al día siguiente en el Mercado de las Cosas Verdes, y también se entregan en cestas directamente a los clientes.
El barrio de Xochimilco está creciendo, y la "mancha urbana" se está extendiendo rápidamente en la zona de humedales que antes era toda agricultura chinampa. A menudo aparecen nuevas casas o campos de fútbol en las islas, a veces en las abandonadas y a veces en las que todavía se utilizan. La ciudad se adentra cada año en la zona de chinampa.
Don Miguel de Valle, de 77 años, descansa durante una jornada de trabajo en la chinampa de Olintlalli. Ha trabajado en las chinampas desde que era un niño. Ahora se cansa más rápido, pero sigue utilizando muchas de las mismas técnicas que le enseñaron hace décadas.
Darío Velasco ordeña las cabras, que junto con las vacas se apartan un poco de la actividad chinampera más tradicional de la familia: el cultivo de productos. Sus hermanas transforman la leche en quesos, cremas y otros productos lácteos, que se venden en los mercados y en los restaurantes.
Darío Velasco y su padre, Víctor, limpian la tierra en su chinampa. Su isla está a 40 minutos de remo desde el borde del humedal. A estas alturas, los únicos sonidos que se escuchan son los de la fauna en los canales, el aleteo de los pájaros, el mugido de las vacas y el balido de las cabras.