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Página del fotógrafo
Patricia Kühfuss
Cosimino de Luca fue una de las primeras personas que observó las hojas marrones y marchitas en los olivos de su familia. Desde 2013, ha perdido 800 árboles, algunos de más de 700 años.
Maria Saponari, investigadora del CNR de Bari, estudia formas de combatir la Xylella.
Giovanni y Daniela Melcarne, aquí con su hija Daria en su prensa de olivas en Gagliano del Capo, colaboran con científicos para encontrar cultivares de olivos resistentes a la Xylella.
Paoloa Pailano observa cómo los trabajadores queman los restos de las ramas que han cortado de los árboles infectados en octubre de 2016.
Angelo De Stradis, científico del Consejo Nacional de Investigación (CNR) de Bari, usa un microscopio electrónico de transmisión para sacar fotografías de la superficie de la bacteria Xylella fastidiosa.
No se conoce ninguna cura para la Xylella, pero los olivareros suelen probar remedios caseros de todas formas, en un intento por salvar sus árboles. Por ejemplo, Gaetano de Nola pone una infusión de extractos de haya, acacia, pomelo y limón en un árbol enfermo en 2016.
Jolanda de Nola sirve aceite de oliva a su padre, procedente de los olivos de su familia. Desde 2016, la familia ha perdido casi todos sus árboles por culpa de la Xylella.
La Xylella no ha afectado a la mayoría de los olivares cerca de Bari. Pero ¿sobrevivirán en el futuro?
Los olivareros se reúnen en Veglie, cerca de Lecce, en un evento informativo sobre la Xylella el 14 de octubre de 2016.
Montones de madera cortada de árboles infectados se secan frente a la fábrica de aceite de oliva de Renato Adamo en Felline. Los olivareros suelen colocar fuera los despojos de los árboles para que se sequen y usarlos como leña, pero ahora también tienen que quemar la madera infectada para evitar que la bacteria se extienda.