Retratos íntimos de sobrevivientes en lugares en donde el amor es ilegal
En países en donde ser homosexual es ilegal, las parejas LGBTQI resisten el odio que enfrentan con amor y resiliencia.
El fotógrafo Robin Hammond ha dedicado su carrera a documentar los problemas relacionados con los derechos humanos. Su proyecto, “Donde el amor es ilegal”, realiza un abordaje en profundidad sobre el abuso y la intolerancia que sufren las personas LGBTQI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, “queer” e intersexuales) en siete países. Le pregunté por correo electrónico sobre los retratos y las historias que creó en colaboración con 65 personas que experimentaron discriminación y persecución.
COBURN DUKEHART: ¿Por qué fue importante para usted contar historias sobre las personas LGBTQI? ¿Cuál fue su motivación personal para realizar el proyecto?
ROBIN HAMMOND: Pasé la mayor parte de la última década en África. La homosexualidad, como siempre supe, era desaprobada pero pasó de ser un tema muy poco conversado, desde mi perspectiva, a un problema muy candente y hostil. No fueron solo un grupo de extremistas. Los africanos que consideraba como buenos amigos no tenían ningún reparo en contarme lo “malo” que eran los gays y cómo los golpeaban si alguna vez se encontraban con alguno.
Viajé mucho y a menudo me encontré con perspectivas que no resistía, y tuve que hacer el mayor esfuerzo que pude para ponerme en el lugar de los demás. Pero encontré que estas afirmaciones de gente inteligente que me caía bien eran muy difíciles de digerir.
Mis proyectos a menudo surgen al experimentar o ser testigo de una injusticia, algo que a veces me enfurece. Se hizo vital para mí contar estas historias, las que todavía no había contado.
COBURN: ¿Cómo conociste a las personas que fotografiaste? ¿Fue difícil acceder a sus vidas privadas?
ROBIN: Trabajé en siete países diferentes con personas de 15 nacionalidades. Generalmente había trabajado con la organización no gubernamental local LGBTQI. Lamentablemente, a veces se hacía un poco difícil encontrar personas que quisieran hablar de las historias no reveladas sobre discriminación pero cuando encontré la organización se hizo muy fácil.
No puedo expresar la miseria que algunas de estas personas han vivido. Por supuesto, fui afortunado de no tener que hacerlo; ellos mismo lo hicieron.
Aunque para algunos fue demasiado. Milli me contó sobre la “violación correctiva” a la que sobrevivió pero no pude hacer que ella escribiera sobre ello. Ella simplemente escribió:
“No quiero escribir.
Porque no quiero
recordarlo porque
me enoja mucho. Pero lo más
importante es que quiero
salir adelante”.
Me conmovió muchísimo la experiencia de escuchar estas 65 historias. Siempre las recordaré a todas.
COBURN: Cuéntame sobre las sesiones de retrato. ¿Cómo fue tu proceso?
ROBIN: Le dije a cada persona que me contara sobre su historia de supervivencia y que escribiera algo sobre sí mismo. La intención fue que estos testimonios le dieran forma a la construcción del retrato: la manera de vestirse, de posar, etc.
Fue una colaboración diferente a todas las que hice y me sentí partícipe. Le pregunté cómo querían que se los viera. Cómo querían pararse.
Fue un riesgo y a veces conseguí resultados inesperados. Gran parte del discurso sobre los derechos de LGBT ha sido sobre los miembros de la población LGBT pero no desde su testimonio. Quería que las personas tuvieran la oportunidad de decir lo que quisieran decir y que se los viera como deseaban ser vistos. Esto no siempre se alineó con mis propias expectativas.
Por ejemplo, Jessie es una mujer transgénero de un campo de refugiados palestinos en el Líbano. Se la ha expulsado del colegio y ha sido atacada por su padre y su hermano. Su historia es trágica. Quería hacer un retrato que reflejara esa historia. Pero claramente ella no. Posaba como una mujer joven y sexy.
Fotografié a las 65 personas, una por una, usando una película de tipo Polaroid sobre una cámara de campo de formato amplio. Hice un trato con cada uno: si pensaban que la foto los pondría en peligro, la destruiría. Tener una foto física les daba esta opción.
COBURN: ¿Qué encontraste personalmente como un desafío al trabajar en este proyecto?
ROBIN: La mayor parte de mi trabajo se enfoca en los problemas relacionados con los derechos humanos. Eso significa contar historias que a veces la gente poderosa no quiere que se cuenten y también compartir las experiencias de las personas que han sido víctimas de abusos. Estas personas a menudo tienen una vida difícil y son reacias a hablar sobre esto, tienen miedo a la persecución. Tomar las imágenes a veces es una parte muy pequeña del trabajo, el final de un largo proceso de encontrar a las personas y obtener su confianza. Este trabajo no fue diferente.
Dado el gasto de la película, a veces tomaba solo tres imágenes. En algunas ocasiones, daba mucho trabajo solo tomar esas tres imágenes.
COBURN: ¿Hubo algo que te sorprendiera al trabajar en este proyecto?
ROBIN: Me sorprendió lo visualmente cultas que eran estas personas. Realmente entendían el poder de las imágenes y cómo querían ser retratados. Creo que gracias a los medios sociales estamos obteniendo más influencia en el lenguaje de la fotografía.
También estoy seguro de que se debe en parte a que muchas personas con las que trabajé son muy conscientes de su aspecto. Por un lado, porque forma parte de cómo quieren que se los identifique y, por otro lado, porque su aspecto podría revelar su identidad.
Muchas personas LGBT del mundo sienten que están solas. O que están rodeadas de personas que les dirían que algo está mal en ellos. Desafortunadamente, lo creen.
COBURN: ¿Qué espera que los espectadores sientan al ver sus imágenes?
ROBIN: “Donde el amor es ilegal” marca un cambio en mi carrera. Siempre quise hacer un trabajo que resultara significativo. Y siempre he esperado que haga la diferencia.
Esa es la razón por la que he creado un pequeño grupo sin fines de lucro, Witness Change, que se formó para respaldar “Donde el amor es ilegal”.
Nuestro objetivo es producir un relato altamente visual sobre abusos de derechos humanos escasamente abordados. Estamos creando proyectos que amplían las voces de quienes han sobrevivido al abuso, que documentan las historias de quienes no han sobrevivido y que procuran detener las violaciones de los derechos humanos para las próximas generaciones.
COBURN: ¿Qué pueden hacer los espectadores para ayudar si se sienten conmovidos por sus imágenes?
ROBIN: La intolerancia crece donde las personas discriminadas son silenciadas. El objetivo es que las personas que participan en este proyecto sean vistas y escuchadas, y recaudar fondos para las organizaciones comunitarias de LGBT que trabajan en países en donde ser LGBT es ilegal o está sujeto a la discriminación masiva.
Para ver más fotos e historias de este proyecto, visita el sitio web “Donde el amor es ilegal”. También puedes compartir tus propias fotos e historias y seguir “Donde el amor es ilegal” en Facebook, Twitter, Instagram y Tumblr.
* Artículo publicado originalmente el 27 de julio de 2015.