Estudios de ADN muestran a un antiguo primo de los humanos con dientes enormes

Un análisis genético sugiere que los homínidos de Denísova vivieron en Eurasia durante miles de años.

Por Michael Greshko
Publicado 3 ene 2018, 20:34 GMT-2
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Un molar encontrado en el sitio arqueológico de la cueva de Denísova brindó evidencia genética crucial de la existencia de los homínidos de Denísova, una especie de homínidos descubierta recién en 2010. El diente pertenecía a una mujer que vivió hace más de 50.000 años.
Fotografía de Robert Clark- National Geographic

El análisis de un diente fosilizado de Siberia revela que unas misteriosas personas conocidas como homínidos de Denísova, descubiertos apenas hace cinco años, subsistieron durante decenas de miles de años junto a los humanos modernos y a los Neandertales.

El hallazgo resalta que nuestros ancestros homo sapiens compartieron el continente de Eurasia con otras poblaciones parecidas a los humanos. Durante cientos de miles de años, los humanos modernos vivieron junto a neandertales, una especie homínida hermana que se extinguió hace aproximadamente 40.000 años. Los homínidos de Denísova parecen haber compartido también parte de ese territorio.

El estudio publicado noviembre de 2015 en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, resalta un paso importante en la comprensión de los científicos sobre el lugar que ocupan los homínidos de Denísova en el árbol genealógico de los humanos.

En 2010, equipos de genetistas y antropólogos liderados por Svante Pääbo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva anunciaron que se recuperaron extrañas secuencias de ADN del hueso de un dedo y un molar encontrados en la remota cueva de Denísova, en las montañas de Altái en Siberia.

"Es un lugar increíble", afirma Pääbo, "ya que en realidad es el único lugar del mundo que sabemos que vivieron tres grupos distintos de humanos con historias muy diferentes".

El ADN del hueso del dedo y del diente analizados con anterioridad indicaron que los homínidos de Denísova dejaron su marca en los humanos modernos, al contribuir aproximadamente con el cinco por ciento del genoma de los melanesios modernos, que viven en Papúa Nueva Guinea y otras partes del Pacífico.

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Una réplica de la pieza ósea que permitió el descubrimiento de los homínidos de Denísova se balancea en el dedo rosa del genetista evolucionario Svante Pääbo.
Fotografía de Robert Clark- National Geographic

El primo perdido

Sin embargo, los investigadores sabían poco y nada sobre los homínidos, más allá de su existencia y el rastro genético que dejaron en la actualidad. ¿Quiénes fueron los homínidos de Denísova? ¿Cuánto tiempo estuvieron en las montañas de Altái? ¿Y en verdad los homínidos de Denísova tuvieron tantos dientes, o los investigadores se encontraron con una rareza biológica?

Afortunadamente, la cueva de Denísova tenía más para decir al respecto. En 2010, los investigadores encontraron una segunda muela del juicio, enterrada en la profundidad de la parte trasera de la cueva. El análisis odontológico estuvo a cargo de Bence Viola, un antropólogo de la Universidad de Toronto que había examinado la primera muela del juicio e inicialmente la confundió con la muela de un oso cavernario, dado su tamaño y sus separadas y enormes raíces.

Viola descubrió que las dos muelas coincidían entre sí y eran diferentes a las de los humanos modernos y neandertales, lo que sugiere considerablemente por primera vez que los dientes grandes formaron parte de las características de los homínidos de Denísova.

Aunque es difícil afirmar cómo se hubiesen visto los homínidos de Denísova con dientes grandes, las muelas del juicio son conocidas por tener variadas formas, no hay dudas de que los dientes grandes con raíces masivas probablemente requieren mandíbulas masivas, afirma Viola.

El misterio del ADN

Además, los resultados resaltan la innovadora genética que los antropólogos utilizan cada vez más para retirar el velo del tiempo. Este es un gran documento que representa la nueva ciencia vanguardista de la paleoantropología, afirma Pontus Skoglund, un investigador posdoctoral de la Universidad de Harvard que no estuvo involucrado en el estudio.

Susanna Sawyer del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva lideró el esfuerzo genético para describir y fechar la muela recientemente encontrada.

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    La estudiante Zoya Gudkova se toma un descanso mientras excava en la cueva de Denísova en las Montañas Altái de Siberia.
    Fotografía de Robert Clark- National Geographic

    Su equipo se centró en el ADN mitocondrial de la muela, una parte del material genético que se mantiene mejor en fósiles con el paso del tiempo.

    Pero encontrar una parte limpia de ADN de homínido de Denísova no fue fácil. Sawyer y Pääbo tuvieron que identificar y descartar la contaminación de los humanos modernos, bacterias modernas y antiguas, y hienas antiguas, que parecen haber merodeado la cueva durante mucho tiempo.

    Una vez que Sawyer tuvo el ADN mitocondrial de la nueva muela en sus manos, pudo verificar que en realidad era de un homínido de Denísova. Además, el nuevo ADN permitió a Sawyer reconstruir el genoma mitocondrial del ancestro común de los tres individuos encontrados en la cueva.

    El ADN del ancestro en común proporcionó al equipo un importante punto de referencia, calibrando un cronómetro genético que acumula mutaciones con cada marca. Los homínidos de Denísova que murieron más cerca del momento del ancestro en común habrían sufrido menos mutaciones en sus genomas que los homínidos de Denísova que murieron más recientemente. Sawyer descubrió que la muela descubierta recientemente sufrió la mitad de las mutaciones de otros restos, lo que sugiere que el homínido de Denísova a quien pertenecía la muela vivió aproximadamente 60.000 años antes que las personas que dejaron el hueso del dedo y la otra muela.

    Como mínimo, este árbol genealógico en miniatura indica que los homínidos de Denísova fueron un solo grupo biológico que habitó de forma esporádica la región durante al menos el mismo tiempo que los humanos modernos.

    "En ese momento el mundo debe haber sido mucho más complejo de lo que se pensaba anteriormente", afirma Sawyer. "¿Quién sabe qué otros homínidos vivieron y qué otros efectos tuvieron en nosotros?".

    ¿Cuál cuál era su aspecto?

    Sin embargo, los científicos tienen mucho por aprender.

    En primer lugar, los investigadores no saben en realidad cuál es la antigüedad de los fragmentos de los homínidos de Denísova, excepto que tienen más de 50.000 años de antigüedad, las fechas más antiguas que puede proporcionar de forma confiable la datación por radiocarbono.

    Y cuando se trata de la rama real del árbol genealógico humano, los hallazgos recientes parecen contradecir a los estudios de 2010, en los que se analizó ADN encontrado en núcleos celulares en lugar de ADN mitocondrial. El nuevo estudio sugiere que los homínidos de Denísova no se relacionan tan de cerca con los neandertales como lo indicaban los hallazgos anteriores.

    No ayuda que los científicos sepan poco y nada sobre cómo se veían, se desplazaban y se comportaban los homínidos de Denísova. Lo paradójico es que sabemos mucho sobre ellos desde un punto de vista genético, comenta María Martinón-Torres, una antropóloga de University College de Londres que no estuvo involucrada en el estudio.

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    De acuerdo con un estudio de 2010, los Neandertales y los homínidos de Denísova estaban estrechamente relacionados. Las comparaciones de ADN sugieren que nuestros ancestros divergieron de los suyos hace alrededor de 500.000 años.
    Fotografía de Chip Clark, Smithsonian Institution

    Afortunadamente, es posible que existan otros homínidos de Denísova ocultos y dispersos a lo largo de Asia, mal etiquetados por accidente en museos como humanos u homo erectus, un ancestro homínido antiguo. En particular, los autores del estudio apuntan a los hallazgos recientes en el sur de China, donde los antropólogos han descubierto dientes humanos de 80.000 a 120.000 años de antigüedad que comparten características modernas y antiguas, muy parecidos a los dientes de homínidos de Denísova.

    "No me sorprendería si algunos de estos en verdad fueran homínidos de Denísova", afirma Martinón-Torres, quien analizó los dientes chinos.

    Sin embargo los investigadores no sabrán con seguridad si los homínidos de Denísova se están ocultando a plena vista hasta que lleven a cabo más pruebas genéticas.

    "Se siente un poco surrealista", comenta Sawyer. "A veces cuando estoy sentado en la sala blanca, me detengo a pensar sobre lo loco que es sostener uno de los únicos restos conocidos a la fecha de un nuevo y misterioso grupo de homínidos".

    Artículo originalmente publicado el 16 de noviembre de 2015.

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