Los pueblos fantasma de Fukushima
Algunos años después de un desastre natural y una catástrofe nuclear, un paisaje que supo ser fértil quedó abandonado.
Han pasado siete años desde que el tsunami provocado por un terremoto en la costa este de Japón golpeara la central nuclear de Fukushima Daiichi.
La ola desencadenó el mayor desastre nuclear desde Chernóbil. Y las tierras siguen contaminadas.
La prefectura de Fukushima, anteriormente conocida por su fertilidad, ahora es un basurero repleto de sacos negros que contienen tierra radiactiva, materia orgánica y rocas. Todo eso fue excavado de las tierras de cultivo en un esfuerzo por hacer que la zona fuera otra vez habitable para las familias que la han poblado durante siglos.
Tomioka lleva años evacuada. Los edificios dañados por el tsunami todavía están en pie, los autos aplastados como latas de refresco siguen apilados y las máquinas expendedoras arrastradas por el tsunami aún no fueron recogidas. Pueden verse en el fondo grandes cantidades de bolsas llenas de tierra radiactiva.
Esta carretera forestal en Iitate-mura está siendo descontaminada. Pero muchos expertos temen que el bosque, que puede atrapar isótopos radiactivos, suponga un riesgo de re-contaminación.
Aquí, en Iitate-mura, el emplazamiento temporal para el almacenaje de material contaminado comienza a parecer permanente.
Instalaciones de almacenaje semipermanentes cerca de Futaba y Okuma llegarán a cubrir 16 kilómetros cuadrados, y los residuos nucleares se almacenarán hasta 30 años, mientras buscan un lugar permanente. Pero muy pocos residentes de esos distritos contaminados creen que en verdad vayan a retirar los residuos.
Las bolsas contaminadas que podemos ver quedarán rodeadas de otras bolsas con tierra no contaminada. Una capa a prueba de agua, como la que se puede ver a la izquierda, protegerá los residuos de la lluvia, pero muchos se preguntan qué efectos tendrán 30 años de sol, lluvia y nieve en la integridad del recubrimiento. Luego se instalará una cerca para evitar la entrada de intrusos.
Futaba, el pueblo más cercano a la central, sigue siendo demasiado radiactivo para que los humanos vivan allí. Se prevé que seguirá así por mucho tiempo. Los oficiales estiman que la dosis de radiación anual para los residentes sería de 50 milisieverts. De acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica, la dosis anual promedio de radiación procedente de fuentes naturales es de 2,4 milisieverts. Las actividades médicas, comerciales e industriales pueden duplicar esa cantidad.
Un monitor de radiación al aire libre en Iitate-mura recoge niveles de radiación ambiental cinco veces superiores a los normales en Japón.
Estos monitores son comunes en toda la prefectura de Fukushima, donde cayó lluvia radiactiva tras las explosiones en la central eléctrica.
Los trabajadores comenzaron el trabajo de descontaminación en los campos dentro del área de 20 kilómetros cerrada al paso alrededor de la central, a la que ahora pueden acceder los trabajadores, pero que todavía es demasiado radiactiva para que las personas vivan cerca.
Tras cinco años, el trabajo de descontaminación parece no tener fin.
Artículo publicado el 10 de marzo de 2016.