Incendio devasta el museo de ciencias más antiguo de Brasil

El fuego que se desató en el Museu Nacional, en Río de Janeiro, durante la noche, probablemente haya destruido fósiles, artefactos culturales y otras colecciones irremplazables acumuladas por más de 200 años.

Por Michael Greshko
Publicado 3 sep 2018, 12:45 GMT-3
Las llamas se extienden a través del edificio principal del Museo Nacional en Río de Janeiro, ...
Las llamas se extienden a través del edificio principal del Museo Nacional en Río de Janeiro, Brasil, el 2 de septiembre de 2018.
Fotografía de Fabio Teixeira, Picture Alliance via Getty Images

Las principales piezas del patrimonio científico y cultural de Brasil se esfumaron el domingo por la noche, cuando un devastador incendio arrasó gran parte del Museo Nacional de Río de Janeiro. Fundado en 1818, el museo es la institución científica más antigua de Brasil y uno de los más grandes y reconocidos de América Latina, con una colección de unos 20 millones de artefactos de valor científico y cultural.

Dentro de sus piezas más destacadas se encuentra Luzia, un cráneo de 11.500 años considerado uno de los fósiles humanos más antiguos de América del Sur, así como los huesos de criaturas brasileñas únicas, como el dinosaurio de cuello largo Maxakalisaurus. Debido al gusto por las subastas de los emperadores brasileños del siglo XIX, el Museo Nacional también terminó albergando la colección más antigua de momias y artefactos egipcios de América Latina.

Incluso el edificio tiene una importancia histórica: albergó a la familia real portuguesa en el exilio entre 1808 y 1821, después de que huyeron a Río de Janeiro en 1807 para escapar de Napoleón. El complejo también sirvió como palacio para los emperadores brasileños posteriores a la independencia hasta 1889, antes de que las colecciones del museo fueran transferidas allí en la década de 1902.

Una réplica de tamaño completo del dinosaurio Maxakalisaurus topai se ve en exhibición en el Museo ...
Una réplica de tamaño completo del dinosaurio Maxakalisaurus topai se ve en exhibición en el Museo Nacional en Río de Janeiro, Brasil, en 2006.
Fotografía de Vanderlei Almeida, AFP/Getty Images

En una entrevista el lunes, la paleontóloga de la Universidad Federal de Espírito Santo, Taissa Rodrigues dijo que algunos de los armarios metálicos que contienen fósiles pueden haber resistido al incendio, aunque no está claro si los fósiles en su interior sobrevivieron. Duane Fonseca, biólogo de la Universidad Federal de Río Grande en Brasil, informó en Twitter el lunes que los técnicos habían salvado algunos de los más de 40.000 especímenes de moluscos del museo.

Lamentablemente hoy, los fósiles, la colección egipcia, las especies de invertebrados del museo y más objetos conservados en el edificio principal probablemente hayan sido destruidos. Las especies de peces y reptiles, el herbario y la biblioteca del museo se encontraban en otro sector separado y se cree que han sobrevivido al fuego.

“Cuando vi las noticias acerca de la tragedia, empecé a llorar, y todos mis colegas, otros arqueólogos que conozco en Brasil, tuvieron la misma reacción: es una pérdida para todo el mundo”, reconoció Maria Ester Franklin Maia Silva, arqueóloga brasileña y estudiante del doctorado en la Universidade de São Paulo (Universidad de San Pablo).

Todavía no queda claro cómo comenzó el incendio, pero sí que se produjo después de que el museo cerró al público, y todavía no se han informado lesiones. Los bomberos trabajaron durante la noche para extinguir los restos calcinados del edificio central, pero parece que las llamas ya han generado un enorme hueco en la carrera de muchos científicos.

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    “La importancia de las colecciones que se perdieron es enorme”, aseguró Luiz Rocha, un ictiólogo brasileño que trabaja actualmente en la California Academy of Sciences (Academia de Ciencias de California) y quien ha visitado varias veces el Museu Nacional para estudiar sus colecciones. “Eran únicas: Muchas de ellas son irremplazables, no hay forma de asignarles un valor monetario”.

    “En términos de [mi] programa de investigación en el que he trabajado durante toda mi vida, todo se ha perdido,” admitió Marcus Guidoti, un entomólogo que está terminando su doctorado en un programa ejecutado en conjunto con la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Universidad Federal de Río Grande del Sur) de Brasil.

    Guidoti estudia los tíngidos, una familia de insectos con más de 2 mil especies en todo el mundo. El Museu Nacional mantenía una de las colecciones de tíngidos más grandes del mundo, pero es probable que el incendio la haya destruido al igual que el resto de los cinco millones de especímenes de artrópodos. “Estos ejemplares no se pueden reemplazar, y son fundamentales para entender la especie”, dijo por mensaje de texto. “Si quisiera seguir estudiando a esta familia en esta región del mundo, esto definitivamente ha complicado la mis planes”.

    La paleontóloga Dimila Mothé, investigadora postdoctoral en la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro, agregó que los golpes a la ciencia se extienden más allá de las propias colecciones. "No es solo la historia cultural, la historia natural, sino todas las tesis e investigaciones desarrolladas allí", asegura. "La mayoría de los laboratorios se perdieron también, y la investigación de varios profesores. No estoy seguro de que se pueda decir el impacto de lo que se perdió ", anadió.

    El conocimiento sobre las comunidades indígenas de Brasil también ha sufrido. El Museo Nacional albergaba colecciones de objetos indígenas de renombre mundial, así como muchas grabaciones de audio de lenguas indígenas de todo Brasil. Algunas de estas grabaciones, ahora perdidas, eran de idiomas que ya no se hablan.

    "No tengo palabras para decir lo horrible que es esto", admite la antropóloga brasileña Mariana Françozo, experta en objetos indígenas sudamericanos en la Universidad de Leiden. "Las colecciones indígenas son una gran pérdida ... no podemos estudiarlas más, no podemos entender lo que hicieron nuestros antepasados. Es desgarrador ".

    El lunes, la publicación brasileña G1 Rio informó que cenizas de documentos quemados, algunos todavía moteados en notas o ilustraciones, han llovido desde el cielo a más de una milla del Museo Nacional, arrojado por el infierno.

    Sin fondos y en mal estado

    Esta no es la primera vez en los últimos años que el mundo ha perdido un museo de historia nacional. En abril de 2016, el Museo Nacional de Historia Natural de India en Nueva Delhi también fue destruido en un incendio. Tampoco es la primera vez que el fuego se ha cobrado una parte invaluable del patrimonio de Brasil.

    En 2010, las llamas arrasaron con el Instituto Butantan, un importante laboratorio de investigación biomédica en San Pablo, y destruyeron una de las colecciones más grandes del mundo de especímenes animales venenosos. El fuego evaporó más de medio millón de serpientes, arañas y escorpiones conservados, recolectados durante más de cientos de años.

    En una publicación en Twitter, el presidente de Brasil, Michel Temer, lamentó la pérdida del Museu Nacional como “incalculable para Brasil” y sostuvo que es “un día triste para todos los ciudadanos.” Sin embargo, el gobierno de Brasil está enfrentando cada vez más críticas por quejas de que la tragedia se podría haber evitado.

    Desde 2014, el Museu Nacional no recibe su presupuesto de mantenimiento de 520 mil reales; este año, recibió escasos 54 mil reales. En 2015, el Museu Nacional se vio forzado a cerrar sus puertas en forma temporaria porque ya no podía sostener a su personal de limpieza y seguridad. Los curadores del museo han tenido que financiar reparaciones en forma colectiva por daños causados por termitas en una de las salas de exposiciones más populares, que contenía el esqueleto de una ballena jorobada y huesos del dinosaurio Maxakalisaurus.

    En mayo de 2018 - en la víspera de su 200° aniversario - diez de las 30 exhibiciones del museo fueron cerradas al público por mal estado. En ese momento, el diario brasileño Folha de S.Paulo informó que las paredes del museo estaban descascaradas y había cables eléctricos expuestos.

    “A mi entender, Brasil tenía la responsabilidad de velar por la seguridad de estos objetos, [y] no lo hizo”, dijo Franklin Maia Silva.

    “Perdemos una parte de quienes somos”

    El gobierno brasileño ya prometió que comenzará a estudiar cómo reconstruir el Museu Nacional. Folha de S.Paulo también informó que el ministro de cultura Sérgio Sá Leitão ha solicitado que se inspeccionen los sistemas de protección contra incendios de otros museos de Brasil.

    Sin embargo, Rocha señala que reconstruir el edificio será de poca significancia para llenar el vacío que dejó en el campo de la ciencia de Brasil, especialmente mientras el país sigue reduciendo los presupuestos de investigación. En marzo de 2017, Temer redujo en un 44% la financiación para la ciencia, llevándola a $1 mil millones -los niveles más bajos desde 2005- y a fines de 2017, propuso más recortes de otro 16%. Algunas de las instituciones de investigación del país se han esforzado por pagar los servicios básicos, tales como las facturas de electricidad, informa Nature.

    “En Brasil, se considera que la ciencia en general no es algo en lo que necesitemos invertir”, dice Rocha. “Espero que [los líderes brasileños] abran los ojos y vean que es algo en lo que vale la pena invertir, aparte de la reconstrucción”.

    Mientras tanto, los estudiantes locales están trabajando en un proyecto de reconstrucción propio: “Frente a la tragedia de esta noche, los estudiantes del curso de museología de UNIRIO [la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro] se están movilizando para preservar la memoria del Museo Nacional”, dijo el Museu Nacional en un correo electrónico. “Les solicitamos a todos aquellos que tengan imágenes (fotografías/videos/incluso selfies) de la colección y de los espacios de exhibición que las compartan con nosotros”.

    Los estudiantes podrían recibir un envío de Emilio Bruna, un ecologista de la University of Florida (Universidad de Florida). El trabajo de Bruna a menudo lo lleva a Brasil, donde estudia la fragmentación del hábitat. Sin embargo, cuando recientemente visitó el Museu Nacional con su esposa –oriunda de Brasil- y sus hijos, la familia paseó por los pasillos como turistas.

    “Caminabas por ese edificio que estaba allí desde los orígenes de este país increíblemente rico y vibrante, veías a la gente orgullosa de ver los fósiles de los dinosaurios brasileños, de animales únicos de su país. En cuanto me enteré [sobre el incendio] y lo conté, mi hijo rompió en llanto. Estaba devastado”, dijo Bruna.

    “Los museos son depósitos vivientes de quiénes somos y de dónde venimos, y del mundo que nos rodea”, agrega. “Esos insectos sujetados en un cajón, o esos peces en un frasco, o una capa con plumas que puedes ver en una vitrina de exhibición, representan una pequeña parte de quiénes somos como personas, como seres humanos, como parte de un mundo más grande”.

    “Y cuando se pierden esos especímenes, perdemos una parte de quienes somos”.

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