Argentina: Descubren restos de un dinosaurio hervíboro
Un grupo de paleontólogos del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" es responsable del gran hallazgo en Calafate.
Dentro de la estancia La Anita, en la cima de una montaña recóndita, rodeada de glaciares y bosques, yacen los fósiles de las criaturas que vivieron durante los últimos momentos de la era de los dinosaurios. Allí viajaron cinco investigadores argentinos que hallaron restos de un nuevo dinosaurio herbívoro.
Otra parte del equipo recorrió la estancia Luz Divina, al sur del lago Viedma. Allí se encontró con numerosos restos de gigantescos dinosaurios de cuello largo, posiblemente de las más grandes especies del grupo, así como también, peces, tortugas y cocodrilos. Todos estos hallazgos son clave para comprender como funcionaba el ecosistema durante el Cretácico en sudamérica, demostrando la gran importancia que tiene Santa Cruz para la paleontología argentina.
La exploración estuvo dirigida por el Dr. Fernando E. Novas, Investigador Principal del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, Buenos Aires. El grupo de exploradores estuvo integrado por personal del Conicet, incluyendo al técnico profesional Marcelo Isasi, el investigador Federico Agnolín, los becarios Mauricio Cerroni, Matías Motta, Sebastián Rozadilla, Mauro Aranciaga-Rolando y el técnico Federico Brisson Egli.
Una de las principales misiones del equipo era la de reencontrar el esqueleto de un enorme dinosaurio que fuera originalmente descubierto por el geólogo argentino Francisco Nullo en 1980.
“Las caminatas fueron extenuantes ya que demandaban seis horas de subir y bajar montañas hasta llegar al sitio fosilífero, y luego hacerlas nuevamente para retornar al campamento. Este esfuerzo, sin embargo, valió la pena ya que nos permitió redescubrir el dinosaurio de Nullo, y a partir de allí comenzar a comprender de dónde provenían los fósiles”, dice el Técnico Marcelo Isasi.
En una quebrada que se abría a un gran acantilado estaban los restos de un gran dinosaurio de cuello largo. Vertebras y huesos largos reposaban bajo la mirada guardiana del glaciar Perito Moreno que resplandecía a lo lejos. Este animal era un nuevo dinosaurio herbívoro, un ornitópodo no más grande que un caballo. Sin embargo este animal no viajaba solo.
“Tuvimos la suerte de colectar los restos de al menos 6 individuos, entre los que encontramos adultos y crias en distintos estados de desarrollo. Esto es un hallazgo increíble que nos da una pista sobre cómo era la vida de estos animales” dice Sebastián Rozadilla,
Entre toda esta fauna de 70 millones de años se destacan dos nuevas especies de dinosaurios herbívoros: el gran saurópodo Nullotitan glaciaris y el ornitópodo Isasicursor santacrucensis.
El Isasicursor santacrucensis es un nuevo integrante de un grupo de dinosaurios iguanodontes exclusivo de los continentes gondwanicos, los Elasmaria. Este animal alcanzaba unos 4 metros de largo y se desplazaba velozmente sobre sus patas traseras. Ha sido bautizado en honor a su descubridor, Marcelo Isasi, hábil explorador y preparador de fósiles del museo de Buenos Aires. El Nullotitan glaciaris pertenece al gran grupo de titanosaurios colososaurios, que incluyen a los dinosaurios más grandes conocidos, todos ellos herbívoros cuadrúpedos de cola y cuello muy largos. Poseía un fémur de casi 1,90 metros de alto, lo que nos habla de un animal de algo más de 25 metros de longitud.
“Entre los materiales que descubrimos en la superficie se cuentan dos pequeñas vértebras de la cola de un mamífero del tamaño de una comadreja. Si bien el material que disponemos es, hoy por hoy, muy restringido, el mismo sirve para confirmar que estos vertebrados también formaron parte de los ecosistemas cretácicos del sur Patagónico, y nos alienta a continuar su búsqueda en pos de otras partes del esqueleto y fundamentalmente de sus dientes”, afirma el Dr. Nicolás Chimento.
Los hallazgos de ranas, aves y mamíferos, todos de reducido tamaño, coinciden con el descubrimiento de restos de serpientes (estudiados por el becario Adriel Gentil) las cuales habrían sido sus depredadores naturales. El material colectado de peces, anuros y tortugas, junto con los caracoles de agua dulce, permiten confirmar que hace 70 millones de años existían abundantes cuerpos de agua dulce en esta zona de la Patagonia.