¿Qué podría suceder con el patrimonio cultural de Afganistán ante el inminente control talibán?

En el pasado, los talibanes destruyeron antiguos tesoros culturales. Quienes cuidan ese patrimonio histórico se preguntan qué pasará ahora que dicho grupo retomó el control de las principales ciudades afganas.

Por Andrew Lawler
FOTOGRAFÍAS DE Robert Nickelsberg
Publicado 17 ago 2021, 12:49 GMT-3
Man holding Buddha damage head

El ejército talibán saqueó el Museo Nacional de Afganistán a principios de 2001, destrozando imágenes de Buda como la que sostiene este conservador.

Fotografía de Robert Nickelsberg, Getty Images

Como hizo Alejandro Magno en 330 a. C., las fuerzas talibanes tomaron esta semana las ciudades estratégicas de Herat y Kandahar, al mismo tiempo que tomaron una docena de otras ciudades importantes en Afganistán. Las repentinas victorias tomaron desprevenidos a los curadores de museos y arqueólogos de la nación, quienes están luchando por proteger los sitios y reliquias que aún están bajo su control. El destino de quienes se encuentran dentro del territorio controlado por los talibanes sigue siendo incierto.

"No esperábamos que ocurriera tan rápido", dice Noor Agha Noori, encargado del Instituto de Arqueología de Afganistán en Kabul. Los responsables querían trasladar algunos restos y reliquias desde ciudades como Herat o Kandahar para mantenerlos a salvo, pero el colapso repentino de la resistencia gubernamental no se los ha permitido.

Ahora, con las fuerzas de los talibanes asentadas en Kabul, la colección de más de 80.000 restos del Museo Nacional de Afganistán está en peligro. "Estamos muy preocupados por la seguridad de nuestro personal y colecciones", se temía días antes de la caída de la capital Mohammad Fahim Rahimi, director del museo.

Afganistán, que fue un importante cruce de caminos durante milenios, cuenta con una inusual riqueza arqueológica y cultural. Desde aquí, el budismo se extendió a China, mientras que el zoroastrismo, el cristianismo, el judaísmo y el hinduismo florecieron antes de la llegada del Islam en el siglo VII de nuestra era. Como artería principal de la Ruta de la Seda que conectaba India con China e Irán, Afganistán esta repleta de restos de antiguas ciudades, monasterios y caravanasares que alojaban a los viajeros, incluido al propio Marco Polo en su camino a la fascinante corte de Kublai Khan. 

Pero, los talibanes siguen una versión extremista del Islam que rechaza las representaciones de personas o animales y mira con recelo el pasado preislámico. Los responsables del legado cultural dudan sobre si estos grupos se comportarán como ya lo hicieron en 2001, cuando destrozaron los famosos budas de Bamiyan junto con otros objetos y estatuas del Museo de Kabul. 

En un comunicado publicado en febrero, los líderes talibanes ordenaron a sus seguidores que "protegieran, vigilaran y conservaran con celo" las reliquias, parar las excavaciones ilegales y salvaguardar "todos los sitios históricos". Destacó también implantarían una prohibición de vender objetos en el mercado de arte.

The Restored Citadel In Herat, Afghanistan

En lo alto de la antigua ciudad de Herat, la ciudadela que ha servido como fuerte, palacio, tesoro, prisión, arsenal y museo lleva semanas bajo control talibán.

Fotografía de Robert Nickelsberg

Muchos expertos en la herencia cultural de Afganistán no se fían. "Han blanqueado su imagen, pero siguen siendo un grupo muy ideológico y radical", asegura Omar Sharifi, profesor de ciencias sociales en la Universidad Americana de Afganistán. Huyó de Kabul a Nueva Delhi (India) días antes de la entrada de los talibanes en la capital de Afganistán tras recibir amenazas directas por parte de miembros de los talibanes. Otras fuentes afganas añadieron que el personal encargado del patrimonio cultural de todo el país ha recibido mensajes y llamadas de los altos cargos de los talibanes acusándoles de trabajar con las organizaciones internacionales, es decir de traición.

Noori y Rahimi dijeron que han estado en contacto con su personal en ciudades controladas por los talibanes y que estas personas parecen estar a salvo. Los funcionarios talibanes les han dicho a los empleados de nivel inferior que continuarán en sus puestos de trabajo. Sin embargo, dado que estos empleados han estado confinados en sus hogares, no tienen información sobre el estado de los sitios arqueológicos, museos y reliquias.

"Si tienen malas intenciones, nos daremos cuenta más adelante", dice Cheryl Benard, que dirige la Alianza para la Restauración del Patrimonio Cultural (ARCH, en sus siglas en inglés), con base en Washington DC (EE. UU). "Ahora están ocupados con temas de fronteras e infraestructuras".

Mientras los talibanes cercaban Kabul, los conservadores de la capital se afanaban por exportar los objetos que debían enviar a una exposición en París. Philippe Marquis, director de la Delegación Arqueológica de Francia en Afganistaán, esperaba poder volver a Kabul para supervisar la preparación del envío de los objetos acordados. "La situación es impredecible", vaticinaba; "la gente en Kabul tiene pavor a los talibanes. Pero una guerra rápida con pocas bajas puede ser mejor que la anarquía".

Los responsables afganos no quisieron explicar qué planes tenían para la reconocida colección del Museo Nacional. "Tenemos que mantener a salvo los objetos, pero la pregunta es cómo encontrar un lugar seguro", comentó una fuente gubernamental; "no hay manera de que la colección o el personal abandone el país". Otro añadió que confiaba en que Naciones Unidas presionará a los talibanes para que protejan tanto el patrimonio cultural como al personal responsable del mismo.

Los talibanes ya controlaban Mes Aynak, uno de los monasterios budistas de la antigüedad más importantes de Asia Central y que está a pocos kilómetros de la capital. Junto con las numerosas estupas y estatuas, hay unos 10.000 objetos excavados en el yacimiento, incluidas más de 25.000 monedas. El grupo también supervisa ahora el nuevo museo en la ciudadela de Herat, así como museos y colecciones más pequeños en Kandahar, Ghazni y Balkh.

Mientras a pocas horas de la toma de Kabul, la incertidumbre era total. "Los talibanes me conocen, no es algo tranquilizador para mi o mi familia", decía un experto en patrimonio cultural, que añadía que las calles y parques de la ciudad estaban llenos de refugiados; "pero no hay visados para todos".

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