¿Las bebidas alucinógenas desempeñaron algún papel en las alianzas políticas del antiguo Perú?
Un descubrimiento en un puesto de avanzada Wari, de 1100 años de antigüedad, sugiere que los poderosos alucinógenos comunales pueden haber ayudado a fomentar alianzas.
Los Wari, que gobernaron gran parte de la costa peruana entre los años 600 y 1000 d. C., consumían una bebida parecida a la cerveza conocida como chicha de estas coloridas vasijas.
La sensación de paz y tranquilidad derivada de una mezcla de drogas alucinógenas y bebidas alcohólicas pudo haber sido la clave del poder político en la costa peruana hace un milenio, según un estudio publicado en la revista Antiquity.
Los arqueólogos han reconocido durante mucho tiempo el papel que la chicha (una bebida similar a la cerveza que todavía se consume hoy en día), desempeñó en la cultura Wari, que gobernó gran parte de la costa peruana y el sur de los Andes entre y alrededor del 600 y 1000 dC. La élite Wari organizaba elaboradas fiestas para sus vecinos y se considera que copiosas cantidades de chicha habrían ayudado a fomentar lazos políticos y económicos.
Los arqueólogos de Quilcapampa encontraron miles de frutos del árbol de molle que parecían bayas, que se procesaban para hacer chicha, una bebida alcohólica fermentada.
Ahora, el descubrimiento de restos de plantas psicotrópicas en una “fábrica de cerveza” Wari está llevando a los investigadores a sugerir que los Wari también pueden haber combinado las das sustancias tóxicas para obtener una bebida con un impacto político aún mayor.
El descubrimiento se realizó en Quilcapampa, un pueblo Wari en el sur de Perú donde el ambiente extremadamente árido preservó los restos de lo que comían y bebían los residentes justo antes de abandonar el sitio a finales del siglo IX dC. Aquí, los arqueólogos encontraron rastros de papas, quinua y maní de 1000 años de antigüedad, así como una asombrosa cantidad de frutas parecidas a bayas del árbol de molle (Schinus mole), que los Wari solían usar para hacer chicha con un contenido de alcohol de aproximadamente el 5 por ciento.
Entre los frutos remojados o hervidos que sobraron tras la elaboración de la chicha, se encontraron semillas psicotrópicas de vilca del árbol Anadenanthera colubrina. La evidencia arqueológica muestra que la vilca se usaba como alucinógeno en la antigua América del Sur, pero generalmente solo por las élites políticas y religiosas, afirma Justin Jennings, arqueólogo del Museo Real de Ontario en Toronto y el autor principal del estudio, que recibió el apoyo de National Geographic.
Un equipo internacional de arqueólogos de Perú, Canadá y Estados Unidos excavó Quilcapampa entre 2013 y 2017.
El sitio de Quilcapampa era un puesto remoto de Wari en el sur de Perú que fue abandonado a finales del 800 d.C.
Quilcapampa se pobló a finales del siglo IX por un puñado de familias migrantes de las tierras centrales de los Wari, más al norte, a lo largo de la costa y la sierra, y es posible que introdujesen la práctica de combinar vilca y chicha para fortalecer sus nuevas alianzas con los grupos no Wari de la región. Y si la mezcla de vilca y chicha ayudó a los habitantes de Quilcapampa a hacer amigos en tierras que les eran ajenas, también podría ser el secreto del ascenso político en su propia comunidad.
“Lo que hicieron los Wari fue decir: 'Vamos a combinar estos dos... y cuando los juntemos, tendremos esta experiencia compartida'”, agrega Jennings.
"Sensación de estar yendo a algún sitio"
Las vasijas ceremoniales Wari para beber a menudo incluían animales regionales, incluido este jaguar sediento.
Al igual que el psicotrópico amazónico ayahuasca, la vilca provoca una intensa experiencia extracorporal. Sus efectos psicoactivos se debilitan drásticamente cuando se ingiere, por lo que sus semillas solían fumarse o molerse en forma de rapé. Pero hay una razón química para pensar que añadir semillas de vilca molidas a la chicha hecha de molle retiene más su efecto alucinógeno, explica Jennings.
"Podías tener un viaje, una experiencia extracorporal hasta cierto punto, pero era una experiencia más larga, más suave y menos violenta", dice. "Podías tener esa sensación de estar yendo a algún sitio, de alucinar, pero con amigos".
Mientras que el árbol de molle utilizado para la chicha crecía en las cercanías de Quilcapampa, las semillas de vilca debían ser importadas desde los flancos orientales de los Andes y transportadas por las montañas en caravanas de llamas controladas por los Wari. Esto significaba que el pueblo Wari de Quilcapampa podría haber sido un centro de reunión popular en la región, con una chicha con un sabor inigualable.
Esta clase de vasijas Wari para beber se pueden encontrar en gran parte de Perú, como esta excavada en Quilcapampa.
La teoría podría explicar un secreto político de los Wari, cuyas vasijas pintadas para beber representan a veces el árbol vilca con sus características vainas de semillas.
Véronique Bélisle es una arqueóloga antropóloga del Millsaps College de Jackson, Mississippi (Estados Unidos), que no participó en el estudio de Quilcapampa pero que ha investigado el uso de alucinógenos en el antiguo Perú. Asegura que durante mucho tiempo se sospechó que los Wari consumían vilca añadiéndola a la chicha, pero que hasta ahora no habían existido pruebas arqueológicas.
“Esta investigación hace una importante contribución a la arqueología andina al mostrar que los colonos Wari organizaban fiestas durante las cuales servían chicha mezclada con vilca a sus invitados”, escribe Bélisle en un correo electrónico.
La extrema aridez de Quilcapampa conserva restos vegetales hace más de mil años, lo que ofrece una importante perspectiva de la vida de la cultura Wari.
Pero no todos los arqueólogos están convencidos. El curador Ryan Williams del Field Museum de Chicago, que ha excavado las ruinas de un centro ceremonial Wari en Cerro Baúl, a unos 160 kilómetros al sureste, encuentra la hipótesis "intrigante", pero dice que la evidencia del consumo de la vilca y la chica juntas es actualmente carente. Williams da un ejemplo de encontrar semillas de algodón en una antigua cervecería molle en Cerro Baúl. “Pero no afirmamos que los Wari estuvieran bebiendo algodón [chica]”, señala en un correo electrónico.
Jennings admite que no hay evidencia directa de que la vilca se mezcle con molle chicha en Quilcapampa, solo que ambas se encontraron en los mismos depósitos arqueológicos. “Desafortunadamente, no tenemos ese indicio”, dijo. Estudios posteriores buscarán evidencia de la vilca en residuos de chicha en los restos de vasos Wari y vasijas para servir. “Eso es algo que nos encantaría hacer, a fin de presentar un caso más sólido de que la vilca y el molle se agregaron al mismo recipiente”, dice Jennings.
National Geographic Society, comprometida con revelar y proteger la maravilla de nuestro mundo, financió el trabajo del explorador Justin Jennings.