Curiosidades de Egipto: sus dioses, sus mitos y los secretos de las pirámides
Las pirámides de Guiza encierran múltiples misterios. Una de las teorías señala que representan una escalera hacia el cielo para el ascenso del faraón.
Egipto es cuna de inagotables mitos y fuente de fascinación. El valor histórico de su cultura ha inspirado e intrigado durante milenios a científicos, artistas y curiosos de todo tipo. Sin embargo, y pese a la vastedad de su magnetismo, hay dos temáticas que son recurrentes en quienes buscan saber más sobre los antiguos egipcios: su mitología y sus imponentes pirámides.
Detalle del templo de Kom-Ombo en el río Nilo, Egipto.
Introducción a la mitología del Antiguo Egipto
Tal como describe la Guía mitológica del Antiguo Egipto de la Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Raquel García García, “la mitología egipcia es realmente extensa y con numerosas variantes”.
En su origen, relata el texto, la capital de cada uno de los 42 nomos o condados de Egipto parece haber sido el asiento de una divinidad o grupo de dioses, que eran amos y patronos de ese territorio y mantuvieron el culto hasta los últimos períodos.
Para la autora, cuanto más nos aproximamos a la condición original de Egipto, más nos encontramos con que su religión "es un interminable politeísmo que no sigue siempre una base animista” (entendiendo al animismo como la transferencia de cualidades humanas, como vida o conciencia, a objetos y elementos del mundo natural).
"Al hablar de mitología nos estamos enmarcando en la religión del Antiguo Egipto que se expresa de una manera mitológica. Es decir, hay una serie de relatos acerca de la divinidad", explicó a través de videollamada con National Geographic el investigador del CONICET Marcelo Campagno, Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires y especialista en el estudio de los Estados primarios y en Egiptología.
No obstante, el científico argentino sostiene que no hay una mitología egipcia como texto único (como sí ocurre con las religiones monoteístas), sino que hay relatos que han ido cambiando a lo largo de las épocas.
A pesar de la complejidad de la mitología egipcia, el especialista aclaró que los documentos a los que tienen acceso los investigadores expresan la religiosidad de la élite. Por el contrario, el pensamiento de los campesinos, que era la mayoría de la población egipcia, no tuvo tal difusión.
Los cuatro dioses principales del Antiguo Egipto
“Hay un mito central que articula una gran cantidad de historias y es el del rey, identificado con un dios particular, Horus, quien a su vez se articula con diversos dioses en una serie de relatos fundamentales para entender la religión y la política” del Antiguo Egipto, afirmó Campagno.
De ese mito central del rey, representado por un drama mitológico, se desprende un cuadrilátero que tiene a Isis, Osiris, Seth y Horus como los dioses protagónicos de la cultura egipcia.
“Es el relato mítico más importante de la cultura egipcia porque representa el drama de la herencia real. Es decir, cuando un rey es muerto por un pariente, ¿quién debe recibir la herencia del trono?”, interpeló Campagno.
Para el investigador, este conjunto mítico de Osiris, Isis, Horus y Seth es casi omnipresente. Sin embargo, aclaró que a lo largo de distintas épocas hay distintos dioses centrales vinculados a la realeza en tiempos determinados.
Por su parte, el magíster español en filosofía, egiptólogo y director de la Fundación Sophia de México, Víctor Vilar, destacó mediante videollamada a National Geographic: “Probablemente, cada localidad en Egipto tenía su propio dios y, de hecho, existe un listado de localidades donde aparece un dios con su nombre y no sabemos nada más de él”.
Lo que más conocemos del mundo egipcio, cuenta Vilar, son aquellos dioses que tuvieron una influencia mayor en todo el territorio o los que están vinculados principalmente con la monarquía.
“El dios solar Ra o Re, por ejemplo, va a estar vinculado con el rey, porque éste es su hijo. Entonces va ser el patrono de la realeza al igual que Horus”, detalló.
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El templo de Isis de Philae, cerca de Aswan, Egipto.
El mito de la creación en la mitología egipcia
Ahora bien, ¿quiénes son Osiris, Isis, Seth, Horus y cómo surgieron? Según cuenta Raquel García García en su Guía, existen tres teorías sobre la creación desde la perspectiva egipcia:
La primera de ellas nos cuenta que al principio sólo existía el océano, entonces Ra, el sol, surgió de un huevo (o una flor, según otras versiones) que apareció sobre la superficie del agua.
Ra engendró dos dioses, Shu y Geb, y dos diosas, Tefnet y Nut. Shu y Tefnet, a su vez, dieron origen a la atmósfera, apoyándose en Geb, que se convirtió en la tierra, Además, elevaron a Nut, que se convirtió en el cielo.
De acuerdo con este relato, Ra tendría potestad sobre todas las cosas. Eventualmente, Geb y Nut tuvieron dos hijos, Seth y Osiris, y dos hijas, Neftis e Isis. Osiris ocupó el lugar de Ra como regente supremo, lo que hizo crecer la envidia en Seth.
Pero ésta no es la única teoría.
“Geb, la tierra, y Nut, el cielo, estaban separados por su padre Shu, el aire. Y esto ocurre durante 360 días. Gracias a un juego, el dios Thot consigue ganar cinco días, durante los cuales Geb y Nut logran unirse, engendrar y dar a luz cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Neftis, que nacieron por este mismo orden.”
Versiones alternativas del mito de la creación
Sobre esta teoría, Campagno explica que el mito de la creación revela la importancia del parentesco como un modo de organización social. Para el científico, que los dioses estén emparentados entre sí habla de un modo de percepción de los lazos sociales en el Antiguo Egipto.
La segunda teoría sobre la creación del mundo cuenta que el dios Khnum, cabeza de carnero, y su esposa, la diosa con cabeza de rana Heqet, fueron los primeros dioses que estaban en el comienzo, que construyeron a los hombres e hicieron a los otros dioses, así como también moldearon a los animales y a las plantas.
"Cuenta la leyenda que él daba forma a los recién nacidos antes de colocarlos en el vientre de la madre y que ayudaba a la reina de Egipto cuando daba a luz al futuro faraón”, describe la obra de García García.
Finalmente, enumera el autor, “la tercera teoría cuenta que Ptah fue uno de los creadores del mundo, que primero concibió a los hombres, a los animales y a las plantas en su corazón. Para los egipcios, el corazón alberga el pensamiento, la inteligencia y los sentimientos". A continuación dio vida a los seres y a las plantas pronunciando su nombre.
Osiris, Isis y Seth: la tríada fundamental de Egipto
“Las tríadas, que son muy populares en distintas épocas, siempre son padre, madre e hijo. En este caso, la referencia sería Osiris, Isis, Seth y, más tarde, Horus. Todos estos dioses forman parte de una narrativa del origen que desembocan en el surgimiento de la realeza totalmente estructurada por el parentesco”, contó Marcelo Campagno sobre el drama mitológico que protagonizaron estas deidades.
Según detalla García García en su texto, Osiris fue originalmente un dios local de la ciudad de Dêdet, en el Delta, un pilar con proyecciones circulares en bandas de varios colores era su símbolo. Era la divinidad de la muerte, patrón de las almas fallecidas, rey del mundo inferior así como señor de la resurrección y de la nueva y eterna vida.
Por su parte, Isis, esposa y hermana de Osiris, simboliza el cielo como esposa y madre del sol, las representaciones la muestran con alas en los brazos, a veces con un trono sobre la cabeza u ostentando un tocado especial en forma de buitre con las alas abiertas y caídas a ambos lados del rostro.
Seth es caracterizado, según la especialista, “como el adversario de la tríada” y es conocido con frecuencia como el “señor del sur”. García García explica que este dios era representado con la forma de un animal que dejaba perplejos incluso a los antiguos egipcios (ya que no representaba directamente a ningún animal conocido en concreto), aunque también podía aparecer representado con forma humana.
Seth, hijo de Nut, se mantuvo como una deidad especialmente honrada por los soldados, que adoraban a este dios de implacable carácter por su fuerza y fiereza.
Por último, Horus es una deidad solarizada con cabeza de halcón. Hijo de Osiris e Isis y esposo de Hathor. Su culto era tan extendido que el jeroglífico del halcón sirvió como un signo clásico para designar a todas las divinidades masculinas. Su nombre parece haber significado “el muy alto”.
Entrada del Templo Mortuorio de Hatshepsut con acantilados y montañas al fondo, Djeser-Djeseru, Deir el Bahari, cerca del Valle de los Reyes, Luxor, Egipto.
El mito de Horus
Según cuenta la leyenda, Osiris nació en el primero de los cinco días que cierran el año y que eran considerados sagrados. Nació junto a su hermana gemela y esposa Isis. Tal como cuenta la mencionada Guía, su hermano mayor, Seth, sintió celos de él, lo acechó y lo mató. Su esposa lo encontró en el desierto o en un río, según versiones, y lo revivió con algún tipo de magia.
En algunos relatos, según narra la Guía, la diosa descubrió que Seth había troceado a Osiris en 14 pedazos.
Sin embargo, y gracias a la ayuda de Anubis o quizás de Thot, Isis concibió a Horus del cadáver de su marido, después de traerlo temporalmente de vuelta al mundo de los vivos.
“Con él vuela para protegerse de Seth y llega a los verdes arbustos de la selva. Distintos dioses y diosas como Neftis o Thot ayudan a protegerla y alimentarla junto al pequeño Horus. Al crecer, el dios solar va en busca de su tío para vengarse. En la gran batalla Seth es vencido”, reconstruye en su texto García García.
La dualidad en la mitología egipcia
Uno de los planteos filosóficos que se desprende de este mito es la existencia o ausencia de la bondad y la maldad en el mundo egipcio.
Según comentó Vilar, Egipto es un país de dualidades por lo que sus ciudadanos veían en su vida cotidiana un universo dual muy marcado. “Por ejemplo, el día y la noche, la orilla oriental y occidental del Nilo, donde sale el sol y donde se pone, el Alto y el Bajo Egipto”, enumeró el egiptólogo.
Lo cierto es que, al observar su entorno, una de las cosas que más claramente se distingue en Egipto es que hay una parte fértil y otra desértica, “ambas en continua danza”.
De acuerdo con Vilar, esta misma observación de la naturaleza propició el elemento mítico de Seth y Osiris. Es decir, Osiris es la fertilidad y Seth simboliza lo desértico.
“Cada año Seth intenta quitar territorio, seca la tierra, la mata y Osiris, con su poder fecundo y las lágrimas de Isis, vuelve a renacer, y con él la tierra revive”, profundizó el egiptólogo español radicado en México.
Los mitos que nos hablan de las luchas entre Osiris, Horus y Seth nos han llegado bajo la imagen del espejo deformador de la época griega, de la mano de Plutarco y Diodoro. “Recordemos que el concepto de bueno y malo, de bien y mal, es un invento griego y no egipcio”, afirma la escritora e investigadora de la egiptología Teresa Bedman González en el documento El mito del dios Seth, difundido por el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto (España) y recogido digitalmente por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
El orden y el caos en la mitología egipcia
Osiris es el dios de la fertilidad, la agricultura y la navegación. Por su parte, Seth enseñó a los hombres la caza en el desierto, la supervivencia y la guerra.
Ambos aspectos se complementan y por eso hay un símbolo conocido como Sema-tauy o Sema-taui que representa la unión de las dos tierras a partir de la imagen de dos plantas que se unen en el medio.
En ese símbolo aparece, a veces, la representación de Horus, que es el hijo de Osiris y que, por lo tanto, representa la vida, el renacimiento. En estos casos suele ser representado también Seth. Como enfatizó Vilar, ambos son los dos complementos de Egipto.
Esa misma dualidad entre Osiris y Seth se proyecta luego con la aparición de Horus. Para el investigador argentino, “el principio central de Seth, más allá de la maldad, es la turbulencia, mientras que el de Horus es el orden, lo estable”.
Los faraones, hijos de Ra
En la cultura egipcia, el sol permea todos los aspectos de la vida. Por eso, un dios central de Egipto es Ra. Su figura está vinculada estrechamente con la noción de rey. Los monarcas del Nilo se consideraban hijos de Ra, que pasó a ser el patrono de la realeza, igual que Horus, expresó Vilar.
El dios solar es considerado una deidad creadora. “Se manifestaba bajo distintos aspectos, un hombre con cabeza de halcón tocado con el disco solar rodeado por una cobra, al renacer por la mañana se transforma en Khepri, el dios naciente, con cabeza de escarabajo”, destaca la Guía de García García.
La luna en al mitología egipcia
La luna también tenía su propio dios: Jonsu o Khonshu. La Guía Mitológica del Antiguo Egipto relata que dicha deidad asumía el carácter de un dios lunar representado, generalmente, por una forma humana que utilizaba un rizo lateral para indicar juventud.
El libro aclara que, más adelante, Jonsu es asociado tanto a una forma de momia como a Horus (con cabeza de halcón) y a Ptah o Thot.
En cuanto al significado de Khonsu, revela García García, podría traducirse como “el vagabundo, el errante”.
La palabra Khonshu es difícil de entender literalmente, pero para algunos egiptólogos significa “la placenta del rey, lo que está representado por la luna. Es donde el rey ha sido engendrado, es decir, el momento antes de nacer”, contó Vilar.
Khonsu está relacionado con la luna, porque está vinculado a ese proceso oculto en el que luego emerge el sol. En la mitología, el sol es tragado por la diosa Hathor y luego es parido por ella. La luna, expica Vilar, es ese elemento donde está escondido el sol antes de nacer.
Para Campagno, el nombre de Khonshu viene del verbo genes que es atravesar, recorrer una distancia. Los antiguos egipcios eran una sociedad fuertemente solar y aunque la luna es simbólica, tiene un lugar menor respecto al sol.
El Nilo es el gran protagonista de la mitología egipcia. En esta imagen se observa la orilla occidental del río.
Cuál es el origen de las pirámides de Egipto
Las pirámides de Egipto constituyen una de las maravillas del mundo que más han fascinado a la humanidad a lo largo de la historia. Su perfecta forma triangular, su técnica de construcción y los mitos que las envuelven son misterios que persisten de generación en generación.
Según el libro Las pirámides de Egipto: Introducción a su estudio y técnicas de construcción, del egiptólogo y ex presidente de la Asociación Española de Egiptología, Rafael Agustí Torres, “es muy posible que para la gran mayoría de las personas a lo largo y ancho del mundo la primera imagen que aparezca en su mente al oír la palabra Egipto sea la de las grandes pirámides de Guiza.
Agustí Torres cuenta cómo ya desde hace muchos siglos estas tres grandes pirámides construidas durante la cuarta dinastía por Kefrén, Keops y Micerino fueron consideradas en su conjunto como la primera de las siete maravillas del mundo antiguo.
Sin embargo, advierte el libro, en Egipto existen muchas otras pirámides, las cuales y, según los últimos datos que recogió Agustí Torres, superan ampliamente la centena.
A pesar de todas las dudas que encierran estos complejos arquitectónicos, lo cierto es que su significado es uno de los aspectos más destacados.
“Hay dos planos que, en lo personal, son relevantes. El primero, entiende que el origen previo a la creación era un universo líquido y turbulento pero cuando el dios Atum creó, apareció una columna primigenia, una especie de montículo de barro. Es probable que esa idea de montículo tenga que ver con estas pirámides”, conjeturó Campagno.
El especialista contrapone otra posibilidad, ya que está la idea de que el rey asciende al cielo y la pirámide tiene una forma ascensional que apunta como una escalera.
Qué significan las pirámides de Guiza: dos teorías
Se estima que las pirámides derivan de las "mastabas", unas construcciones funeraria de forma rectangular que utilizaron los primeros monarcas de Egipto.
De acuerdo con Campagno, en la primera y segunda dinastía se construyeron las tumbas de los reyes en mastaba, pero Vilar añade que en la tercera se produjo una especie de cambio en la teología, porque lo fundamental deja de ser la preservación del cuerpo y pasa a ser la ascensión del rey al cielo.
Siguiendo la propuesta de Vilar, podría decirse que cuando el rey fallece, su parte inmortal sube al cielo, para acompañar al sol en su barca nocturna, es decir, "en su periplo diario por las estrellas”.
Según el documento La Dinastía IV: la era de las pirámides de la ya mencionada Bedman González, publicado en el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto y recogido por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, existen dos posiciones respecto al cómo y al porqué de las pirámides: la de los positivistas y la de los simbolistas.
Entre los primeros se encontrarían autores tales como Borchardt, Petrie, Speleer y Edwards. Bedman González afirma que para esta corriente, la pirámide se concibe únicamente como el resultado de la suma de intentos por parte de varias generaciones de arquitectos de encontrar una forma arquitectónica perfecta.
Desde la perspectiva de los simbolistas, por el contrario, las pirámides serían escaleras que permiten a los reyes ascender a regiones celestiales.
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Perfil completo de la Gran Esfinge, incluyendo las pirámides de Micerino y Kefrén en el fondo.
Cómo se construyeron las pirámides de Egipto
Aunque poco a poco han ido apareciendo indicios de la construcción de las pirámides, lo cierto es que no hay certezas.
Vilar se inclina a pensar que la construcción de las pirámides se pensaba en función de un complejo arquitectónico mayor.
De este modo, se diseñaba un templo a los pies de la pirámide, donde se realizaban rituales funerarios. Luego, tenía una calzada que terminaba en otro templo cercano al río donde las personas podían hacer ofrendas en homenaje al rey y finalmente otra calzada que conducía a una parte más privada.
En cuanto a su construcción, el investigador argentino cuenta que la falta de un manuscrito que nos explique cómo se hicieron ha dado margen a la especulación.
Si bien no hay una receta de cómo se hicieron, sí se conocen algunas técnicas indirectas. Por ejemplo, que el traslado de las piedras se hacía mediante barcos que usaban trineos y arena mojada para hacerlas rodar.
“En particular, la construcción hacia arriba tiene que ver con un sistema de rampas que se demolían cuando se terminaba de depositar los bloques en las pirámides”, agregó Campagno.
Adicionalmente, el egiptólogo nos cuenta que existía el llamado tributo al trabajo, mediante el cual el Estado regimentaba a las personas en diferentes tipos de empleos, entre ellos: la construcción de pirámides.
Lo cierto es que la mayor parte del proceso constructivo sigue siendo una incógnita para los estudiosos e investigadores contemporáneos.
Aún así, resulta evidente que las pirámides y los antiguos dioses del Nilo siguen fascinando a millones de personas alrededor del mundo e inspirando productos culturales de todo tipo.
Afortunadamente para las futuras generaciones, y pese a los enormes descubrimientos alcanzados hasta ahora, los científicos aseguran que Egipto tiene, todavía, muchos secretos por develar.
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