Breve repaso de la historia de las personas transgénero
El término transgénero no se acuñó hasta la década de 1960, pero la gente siempre ha desafiado el género binario. He aquí un repaso por su historia, desde las civilizaciones antiguas hasta el movimiento de derechos moderno.
Christine Jorgensen luce un anillo de compromiso de diamantes en el Hotel Sahara de Las Vegas. Después de convertirse en la primera estadounidense en someterse a una cirugía de confirmación de género, la veterana del Ejército de EE. UU. se convirtió en una sensación mediática y en la cara pública de la identidad transgénero en todo el mundo.
En 1952, una joven se sentó a escribir una carta a su familia. El acto en sí no fue nada extraordinario: Christine Jorgensen tenía 26 años y se preparaba para regresar a los Estados Unidos después de someterse a algunos procedimientos médicos en Dinamarca. Pero el contenido de la carta de Jorgensen era completamente único.
“He cambiado mucho”, le dijo a su familia, adjuntando algunas fotos. “Pero quiero que sepan que soy una persona extremadamente feliz. La naturaleza cometió un error, que he corregido, y ahora soy su hija”.
Como la primera estadounidense en someterse a una cirugía de confirmación de género, podría decirse que Jorgensen se convertiría en la mujer transgénero más famosa del mundo de su época. Su notable transición de soldado masculino a una figura pública femenina y pulida sería un punto de inflexión en la visibilidad trans.
La palabra "transgénero" no existía en ese momento y no se acuñaría hasta dentro de una década. Recién en la década de 1990 el concepto se haría masivo. Sin embargo, la historia transgénero comenzó mucho antes de que Jorgensen la diera a conocer a un público más amplio. Documentar esa historia no siempre es sencillo, pero Jules Gill-Peterson, profesora asociada de historia en la Universidad Johns Hopkins, asegura que hacerlo es mucho más profundo y alegre de lo que se cree.
Aunque el estigma, la violencia y la opresión son parte de la historia trans, señala Gill-Peterson, las personas transgéneros "vivieron experiencias realmente interesantes, ricas, felices y florecientes". Y han dejado muchas pruebas, sostiene. "Generalmente se esconden a la vista".
Después de someterse a una cirugía de confirmación de género, Christine Jorgensen se convirtió en animadora de clubes nocturnos. Rodeada de su vestuario escénico en Los Ángeles, Jorgensen habla con algunos de los tantos periodistas que cubrieron sin aliento su transición.
Primeros relatos de la historia trans
Hay una amplia evidencia de variación de género a lo largo de la historia humana. Entre los primeros están los relatos de gala y galli, sacerdotes asignados hombres al nacer que cruzaron las fronteras de género en su adoración de una variedad de diosas en la antigua Sumeria, Akkadia, Grecia y Roma. Otras culturas reconocen un tercer género, incluyendo personas de dos espíritus dentro de las comunidades indígenas y Hijra, personas no binarias que desempeñan funciones rituales en el sur de Asia.
Algunos que desafiaron el género binario ocuparon roles oficiales. Durante el breve reinado del emperador romano mejor conocido como Heliogábalo (quien gobernó desde 218 a 222 d.C) el líder nacido en sexo masculino adoptó una vestimenta femenina, solicitó que se la llamara “ella” y expresó su deseo de someterse a una cirugía de extirpación genital. Rechazado y estigmatizado, Heliogábalo fue asesinado a los 18 años y arrojado al río Tíber.
La gente siempre ha desafiado lo binario de género. En el sur de Asia, las comunidades reconocen un tercer género no binario conocido como hijra, representado aquí en Bengala Oriental, en la actual Bangladesh, a principios de la década de 1860.
Albert Cashier, una figura del siglo XIX, fue más reservado. Sirvió valientemente en más de 40 batallas como soldado del Ejército de la Unión en la Guerra Civil de EE. UU. y fue una de las 250 personas que, aunque se les asignó un sexo femenino al nacer, lucharon en la guerra como hombres. Su historial bélico fue cuestionado después de que fue descubierto décadas después. Aunque sus camaradas militares lo defendieron y mantuvo su pensión militar, Cashier finalmente fue confinado a una institución mental y obligado a usar ropa de mujer.
A principios del siglo XX, los avances médicos hicieron posible la terapia hormonal y la cirugía de confirmación de género. Gracias en parte al doctor y reformador Magnus Herschfeld del Instituto para la Investigación Sexual en Alemania, fundado en 1919, la confirmación médica de género cambió tanto la vida de las personas trans como las concepciones públicas de género. No obstante, los primeros intentos de cirugía fueron crudos. Por ejemplo, una de las primeras pacientes de confirmación de género del instituto, una mujer transgénero alemana llamada Lili Elbe, murió en 1931 tras un trasplante uterino fallido.
En la década de los 50, Jorgensen, veterana del ejército estadounidense, se sometió a una terapia hormonal y a una serie de cirugías de afirmación de género en Dinamarca y EE.UU. Por el camino, se convirtió en una sensación, gracias a artículos con titulares tales como: "Ex-GI se convierte en una belleza rubia: La joven del Bronx es una mujer feliz después de 2 años y 6 operaciones". La publicidad prácticamente destruyó la capacidad de Jorgensen de ganar dinero haciendo algo más que autopromoción. Como artista de club nocturno se convirtió en la cara pública de la identidad transgénero en todo el mundo.
A raíz de casos públicos como el de Jorgensen, el término “transgénero” entró en el léxico. Los estudiosos han rastreado los orígenes del término hasta la década de 1960, cuando se usaba tanto en medicina como por activistas trans como Jorgensen y Virginia Prince (fundadora de la revista Transvestia). Se generalizó su uso durante la década de 1990 junto con el floreciente movimiento del orgullo trans.
Lili Elbe (1886-1931), la primera receptora conocida de cirugía de reasignación sexual.
Hoy en día, la palabra "transgénero" se usa como "un término general para describir una variedad de identidades y comunidades con variantes de género", dice el fundador de Transgender Archives (publicación digital con archivos transgénero), Christan Williams.
Christine Jorgensen, de 55 años, actúa en un club nocturno.
Cuándo surge el movimiento por los derechos de las personas trans
A partir de mediados del siglo XX, los activistas trans comenzaron a presionar por una mayor aceptación social y fueron radicales en algunos de los primeros intentos de obtener derechos civiles para los estadounidenses LGBTQ+. En 1959, trans, drag queens y otras personas lucharon contra la policía de Los Ángeles que había estado atacando a mujeres trans en arrestos aleatorios en Cooper Donuts, un café popular entre dicha comunidad. Apodado “motín”, el incidente involucró a personas de la comunidad que arrojaron donas y otros artículos a la policía en un esfuerzo por detener el acoso.
Otros esfuerzos de organización tempranos incluyeron un levantamiento de drag queens de San Francisco en Compton's Cafeteria en 1966, y el establecimiento de Transvestia, una revista que sirvió a la comunidad transgénero y de género no conforme durante décadas. Además, las personas trans y de género no conforme, como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, participaron en 1969 en el levantamiento de Stonewall, que avivó el movimiento más amplio del orgullo gay.
La activista estadounidense por la liberación LGBTQ+ Marsha P. Johnson (centro izquierda, con traje oscuro y cabello negro), junto con otras personas no identificadas, en la esquina de Christopher Street y 7th Avenue durante la Marcha del Orgullo en Nueva York, el 27 de junio de 1982.
Pero aunque figuras como Johnson y Rivera lucharon contra la injusticia sistémica contra las personas LGBTQ+, a menudo se encontraron defendiendo sus derechos dentro de su propia comunidad. En el desfile del orgullo de 1973, le dijeron a Rivera que no se le permitiría hablar y fue abucheada fuera del escenario después de que agarrase el micrófono sin responder a las exigencias.
Sin embargo, las personas trans continuaron luchando contra los prejuicios sociales y la persecución en muchos frentes diferentes, desafiando las leyes que les prohibían casarse, permitiendo la discriminación y amenazando su derecho a vivir abiertamente en la sociedad. Lo hicieron incluso frente a la violencia, uniéndose para formar comunidades de apoyo mutuo en nombre de la liberación. "Míranos. Estamos luchando por la supervivencia”, escribió la autora transmasculina Leslie Feinberg en 1992. “Estamos luchando para ser escuchados”.
En 1999, la activista trans Monica Helms diseñó un símbolo que vendría a definir el movimiento: la bandera del orgullo transgénero. Usando franjas azules y rosas (colores con profundas conexiones con la asignación de género) la bandera también presentaba una franja blanca para representar a las personas intersexuales, en transición o no binarias.
El movimiento moderno por los derechos de las personas transgénero
A pesar del floreciente movimiento del orgullo transgénero y la conciencia sin precedentes de las personas de esta comunidad en Estados Unidos, la marginación de las personas trans y no binarias continúa. Solo en el año 2021, según las estimaciones de la Campaña de Derechos Humanos, 50 personas trans y no binarias fueron asesinadas. Un sorprendente 82% de estas personas informa haber considerado el suicidio mientras que el 56% de los jóvenes encuestados en 2022 dijo haberlo intentado. El Centro Nacional para la Igualdad Transgénero de ese país informa que más de una de cada cuatro personas trans ha experimentado un asalto motivado por prejuicios; esas tasas son aún más altas para mujeres trans y personas de color.
El impulso por la igualdad y la visibilidad se extiende a la academia, donde historiadores como Gill-Peterson están trabajando para documentar las vidas de las personas trans. Las historias de estas personas fueron transmitidas por ancianos de forma oral. “Siempre hemos sido nuestros propios historiadores”, afirma Gill-Peterson.
Y aquellos que castigarían o menospreciarían a las personas transgénero (muchas veces sin darse cuenta), conservaron sus historias. Los historiadores recurren a una amplia evidencia en la literatura médica, los registros judiciales y los informes policiales, fuentes que, aunque sesgadas, capturan cómo vivían y se expresaban las personas transgénero en el pasado.
“Como historiadora, el mayor problema al que me enfrento no es la dificultad de encontrar material, sino que hay demasiado sobre lo que escribir”, señala Gill-Peterson, y agrega: “No me alcanza el tiempo”.
Pero como saben los historiadores, puede ser complicado aplicar conceptos modernos al pasado. ¿Deberían usar términos como "transgénero" cuando se refieren a personas que vivieron antes de que existiera la palabra? ¿Y cómo deberían escribir sobre personas que no tenían la opción de compartir sus pronombres, o que no querían mostrarse divergentes de género?.
En última instancia, así como no existe una experiencia transgénero única, no había una forma única de ser trans en el pasado, y no existe un manual para abordar este tipo de historias. Gill-Peterson dice que estas preguntas reflejan preocupaciones modernas con las etiquetas. En cambio, señala, que los historiadores deberían desenterrar las muchas historias de personas que desafiaron lo binario, dejando que sus vidas hablen por sí mismas.
Sin embargo, según la especialista, primero, tanto los historiadores como el público deben dar la espalda a la idea de que la existencia de las personas trans es un fenómeno reciente y aprender a escuchar sus historias. “La historia LGBT+ no está físicamente oculta para nosotros”, advierte. “Está oculta a nuestra imaginación sobre el pasado”.