¿El cambio de año afecta a nuestra mente?
Los invitados de la fiesta de fin de año contemplan los fuegos artificiales sobre el lago Michigan en el Festival de la Guardia Costera (Estados Unidos). En algunos casos, los cierres de ciclos impactan a nivel emocional.
La llegada de las fiestas de fin de año suele despertar sentimientos encontrados. Hay quienes se emocionan ante la posibilidad de reencontrarse con personas con las que no se compartió mucho; hay quienes se interesan por las fiestas, los brindis y los intercambios de regalos; y hay también quienes se sienten presionados por la idea del cierre de un ciclo y todo lo que eso significa.
"Después de una época de mucho dolor, sufrimiento, restricción y miedo causados por la COVID-19, este fin de año será un momento en el que volveremos, un poco, a nuestras viejas costumbres de fiestas, celebraciones, encuentro con la gente", destaca el psicólogo Yuri Busin, especialista en neurociencia del comportamiento y profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de São Paulo (Brasil).
Para Busin, incluso para quienes no celebrarán el año nuevo en una fiesta, el 2023 puede significar esperanza de tiempos mejores, un sentimiento clave para la mente humana. "El paso de un año a otro provoca muchas reflexiones que no ocurren a diario, y que pueden ser beneficiosas o no", añade el experto, quien refuerza cómo este "cambio" en el calendario tiene efectos psicológicos.
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El cambio de 2022 a 2023, en concreto, se produce en un contexto en el que la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25% en el primer año de la pandemia, según un resumen científico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en marzo de 2022. Y las repercusiones en la salud mental de este simple adelanto en el calendario pueden colaborar al llamado síndrome de fin de año.
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¿Qué es el síndrome de fin de curso?
Una de las reflexiones que dispara la fecha es: ¿qué ocurre, entonces, con la mente si este "balance" sobre lo que ha pasado acaba siendo más negativo que positivo?
"Tenemos problemas y cuando acaba el año, y no se solucionan, entramos en una fase de auto-culpabilización que puede llevar incluso a la melancolía", afirma Saulo Velasco, psicólogo y profesor de School of Life, y especialista en métodos de enseñanza de habilidades cognitivas complejas (como la resolución de problemas).
Velasco relata que estos sentimientos se conocen como síndrome de fin de año, es decir, un estado en el que la tristeza, la insatisfacción y la presión por sentirse feliz aumentan. "Por ello, son frecuentes los episodios de ansiedad y depresión, con muchos miedos y posibles decepciones", explica el especialista.
¿Qué significa el cambio de año para la mente?
Algunas personas ven el final del año con preocupación y añoranza por los objetivos no alcanzados, y el 31 de diciembre es la materialización de esta ansiedad en relación con los resultados pasados y lo que cabe esperar del futuro.
Para Saulo Velasco, la forma en que entendemos el tiempo está ligada a porqué el fin de año impacta tanto en el aspecto psicológico. "Pensamos mucho en los ciclos. Es una forma de funcionar de nuestro cerebro que tiene una influencia cultural. El cambio de año se ve como el final de uno de esos ciclos, el cierre de un conjunto de oportunidades", dice Velasco.
"Es interesante pensar que, aunque realmente no se produzcan cambios biológicos o sociales de importancia, la ocasión es un gran hito que provoca reflexiones sobre lo que pasó, lo que dejó de pasar, las promesas cumplidas o no, las pérdidas y las ganancias", profundiza Velasco. "Nuestro cerebro hace un gran balance de lo vivido en los últimos 365 días, lo que nos puede producir felicidad o tristeza en función de lo sucedido".
Las mujeres disfrutan del yoga al aire libre después de un picnic en el Palacio Chihilsitoon al comienzo del nuevo año. Kabul, Afganistán.
¿Las promesas de fin de año ayudan o entorpecen?
Los expertos advierten que las promesas y metas trazadas con el cambio de año, muy habituales en estas fechas, pueden potenciar las malas sensaciones del fin de ciclo. "Esto se debe a que las personas se sienten decepcionadas consigo mismas por no haber alcanzado los objetivos que se proponen, insatisfechas con su propio rendimiento", sostiene Velasco.
Otro factor que contribuye a esta autocarga, según Velasco, es la configuración contemporánea del trabajo, en la que hay mucha presión por la productividad. Para el especialista, la persona no puede desentenderse de la presión de exigencias "que no están bajo su control". "Por ejemplo, aunque no se puede predecir la cantidad y dificultad de las tareas que pide un jefe, emerge una preocupación de antemano por ello aunque, incluso, no exista forma de resolverlo en el momento", explica.
El consejo para disminuir la autoculpabilidad, dice Velasco, es entender que muchas cosas no dependen solo del individuo. "Tuvimos dos años de estancamiento debido a la pandemia y muchos objetivos no se alcanzaron por ello, y no por un fracaso personal", destaca.
Busin, por su parte, afirma que las expectativas poco realistas también son parte del problema a la hora de fomentar el síndrome de fin de curso. "Empezar el año pensando que serás capaz de hacerlo todo diferente, o mejor, tampoco es la solución porque la gente suele fijarse metas inalcanzables y se decepciona cuando no las cumple."
Por ello, los expertos recomiendan que para que el fin de año no provoque esta decepción, es necesario hacer ajustes de expectativas a la realidad y tener la claridad de que no todo está bajo control.
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Algunos consejos para evitar la presión de fin de año
Para Busin, trazar objetivos más pequeños con el fin de alcanzar metas mayores puede ser de gran ayuda. "Intenta trazarte objetivos que realmente puedas cumplir y realiza un seguimiento de los progresos. Por ejemplo, no digas que quieres perder 30 kilos el año que viene, sino que quieres ser más activo, reducir el consumo de dulces, tener hábitos más saludables", sugiere el psicólogo.
Otras formas, según Busin, de cuidar la salud mental durante las fiestas son:
- Evitar comparar los resultados con los de otras personas. "A menudo nos olvidamos de tener en cuenta los procesos de los demás y nos menospreciamos a nosotros mismos. Busca, en cambio, usar el ejemplo como inspiración".
- Reflexionar sobre los logros y mostrar gratitud. "No te centres en lo que no has conseguido, sino en los retos que has superado”.
- Sé comprensivo con tus límites y, si no estás contento con el ahora, reflexiona sobre lo que puedes cambiar. "Debemos cuidarnos de los pensamientos crueles hacia nosotros mismos. Ten en cuenta que no puedes cambiar el pasado, pero sí el futuro. Un pequeño cambio de comportamiento ya puede suponer mejoras para el año que viene”.
En resumen, dado que los especialistas sostienen que nuestra mente entiende el cambio de año como un nuevo ciclo, también es posible adoptar nuevos sentimientos que aporten bienestar. En definitiva, el cambio es una cuestión de actitud y empieza por uno mismo.