Los rayos cósmicos ayudan a radiografiar un túnel desconocido de la Gran Pirámide de Egipto
La comunidad científica acaba de confirmar la existencia de un vacío de nueve metros detectado por primera vez en el interior del monumento hace años. Esta es la tecnología que ayudó a los científicos a encontrarlo y la explicación de para qué sirvió.
Un hombre cabalga en burro por el desierto cerca de las Grandes Pirámides de Giza. La tecnología moderna está permitiendo a los científicos observar el interior de estas antiguas maravillas egipcias y revelar vacíos ocultos en ellas.
El ser humano lleva milenios intentando desentrañar los secretos de las pirámides de Guiza. Construidas hace unos 4500 años, contienen tumbas y cámaras que en su día albergaron los restos de los primeros faraones egipcios.
Pero la tecnología moderna ha revelado que las pirámides también contienen túneles ocultos. En 2016 y 2017, un grupo de investigadores conocido como el proyecto ScanPyramids identificó varios de estos corredores dentro de las maravillosas construcciones. Recientemente, las autoridades egipcias anunciaron nuevos detalles sobre uno de los túneles, es decir, sobre el Corredor de la Cara Norte, que se encuentra justo encima de la entrada a la Pirámide de Khufu (la "Gran Pirámide"), la mayor de las pirámides de la meseta de Guiza.
Con la ayuda de una tecnología llamada radiografía de muones (que utiliza partículas de rayos cósmicos para sondear objetos y construir modelos tridimensionales de su interior), los científicos han confirmado que el Corredor de la Cara Norte se extiende 9 metros de largo y más 1.8 metros de ancho.
Los arqueólogos se muestran escépticos ante la posibilidad de que estos pasadizos tengan algún significado ritual. Como la arqueóloga Kate Spence dijo a National Geographic en 2017, y como el arqueólogo Mark Lehner declaró al New York Times, la investigación ha demostrado que los egipcios probablemente construyeron huecos en las pirámides para aliviar la presión y mantenerlas estructuralmente sólidas.
Sin embargo, al igual que las propias pirámides, estos vacíos siguen generando fascinación. Entonces, ¿cómo sabemos que existen y cómo los miden los científicos? En este artículo, National Geographic desarrolla la ciencia que hay detrás de esta tecnología.
La ciencia de la radiografía de muones
Los científicos consiguieron llegar a las entrañas de la pirámide gracias a una ingeniosa técnica de imagen llamada radiografía de muones, que se probó por primera vez sobre el terreno en las pirámides de Giza hace más de 50 años.
La radiografía de muones se basa en el muón, un tipo de partícula subatómica muy similar al electrón, con la diferencia de que es unas 200 veces más masiva y solo dura unas pocas millonésimas de segundo. A pesar de su corta vida, los muones llueven constantemente sobre nosotros. Los objetos cósmicos extremos de la Vía Láctea y de otros lugares producen constantemente partículas de alta energía que de vez en cuando chocan contra la Tierra. Cuando estas partículas (llamadas rayos cósmicos) colisionan con nuestra atmósfera superior, el impacto produce una lluvia de partículas que incluye muones.
La llovizna natural de muones de la Tierra no supone ninguna amenaza. Si estás leyendo esta historia en un celular moderno, 10 muones habrán pasado inofensivamente a través de tu pantalla para cuando termines esta frase. Además, tienen las propiedades adecuadas para ayudar a los científicos que intentan ver a través de estructuras, ya sean pirámides, monasterios o volcanes. Tienen la fuerza suficiente para atravesar objetos sólidos y también son fáciles de detectar con películas de emulsión y detectores especiales.
Los muones atraviesan el espacio vacío mucho más fácilmente que los objetos sólidos. Por eso, instalando una serie de detectores de muones en distintos lugares y ángulos dentro de una estructura, los científicos pueden determinar qué es sólido y qué es un vacío.
Eso es exactamente lo que han hecho los investigadores, según se describe en un nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications. Dos equipos diferentes de investigadores (uno de la Universidad japonesa de Nagoya y otro de la Comisión de Energías Alternativas y Energía Atómica de Francia) instalaron una serie de detectores de muones en dos pasadizos conocidos de la pirámide: su corredor descendente y un pasadizo excavado en la pirámide en el siglo IX d.C. que ahora sirve de entrada turística. Estos detectores se colocaron orientados hacia el corredor de la cara norte descubierto anteriormente.
Después de meses de recopilación de datos a partir de 2019, los investigadores combinaron las diferentes mediciones de muones para averiguar el tamaño y la ubicación del espacio vacío del Corredor de la Cara Norte. En total, mide unos nueve metros de largo, unos dos metros de alto y unos dos metros de ancho.
Pero aunque los investigadores han obtenido ahora medidas precisas para el corredor, su propósito exacto en la Gran Pirámide seguirá siendo un misterio para algunos, y una confirmación de la conocida destreza de la ingeniería del antiguo Egipto para otros.