Perú: Atrapan niebla para tener agua y hacerle frente a la sequía
La escasez inspira el ingenio en la cada vez más seca Lima, Perú. El delicado método permite recoger entre 189 y 378 litros de agua diarios.
En la desértica Lima (Perú), una ciudad de 10 millones de habitantes junto al océano Pacífico, la niebla es una importante fuente de agua. Este recurso clave para la vida puede ser difícil de conseguir en tierra, pero gruesos mantos de niebla llegan desde el océano Pacífico durante los meses de otoño e invierno en esta ciudad del hemisferio sur.
Durante los meses grises y nublados del otoño y del invierno, se pueden encontrar más de 100 redes verdes en las afueras de Lima, Perú, cosechando un recurso sorprendente: la niebla.
La técnica es elegante en su simplicidad. Cuando el vapor de agua queda atrapado en las redes verticales, se condensa en agua líquida y gotea en un depósito. El artilugio, que solo consta de dos postes y una red de nylon, puede constituir una importante fuente de agua, ya que recoge entre 50 y 100 galones diarios (entre 189 y 378 litros).
Para algunos, es la única forma de recoger este recurso vital.
Garúa es el nombre que los peruanos dan a la niebla estacional de Lima. En esta época del año, las corrientes marinas empujan el agua fría de las profundidades del océano hacia la superficie, donde enfría el aire y forma densas nubes bajas. La garúa continúa su viaje por tierra, a través de los valles fluviales, hasta que llega a la cordillera de los Andes.
Abel Cruz sabe lo que es vivir sin agua. Tras abandonar su ciudad natal, Cuzco (Perú), vivió en uno de los campamentos de emigrantes de Lima, donde el agua llega en camiones a un precio desorbitado. Ahora, este ingeniero industrial es presidente de una organización sin ánimo de lucro que ayuda a otras comunidades a crear sus propios atrapanieblas.
Lima, envuelta en la bruma costera durante la mitad del año, es la segunda ciudad más grande construida en un desierto. Y los inmigrantes que viven en la periferia carecen de acceso a las cañerías que suministran agua potable al resto de la ciudad.
En estos campamentos, los camiones distribuyen agua potable a un precio a veces mil veces superior al del agua del grifo en las zonas acomodadas de Lima. El agua recogida en las redes de niebla no es potable, pero puede utilizarse para bañarse o hervirse para cocinar, lo que reduce la cantidad de agua que hay que comprar.
El ingeniero industrial Abel Cruz se percató de esta disparidad hace 20 años, cuando se trasladó a un asentamiento de emigrantes donde el agua escaseaba. Cruz empezó a pensar en cómo convertir el aire brumoso de Lima en agua utilizable y ahora, como presidente de la organización Movimiento Peruanos Sin Agua, comparte su estrategia casera con otros necesitados.
Para el fotógrafo Alessandro Cinque, proyectos como éste ilustran el tipo de ingenio que las comunidades con escasez de agua necesitarán más en el futuro.
Vecinos del barrio limeño de Triunfo preparan una red para atrapar la niebla. El invento es sencillo: se cuelga una gran red de nylon entre dos postes. A medida que atrapa la niebla, las gotas se condensan como el vapor en una cortina de ducha y fluyen hacia los depósitos de agua. Cada red puede durar cinco años.
Las redes antiniebla pueden ser enormes, de más de 9 metros de largo y 9 metros de alto, del tamaño de dos coches grandes apilados uno encima del otro. Para llenar sus cubos, los residentes deben subir unas 20 escaleras. Para el fotógrafo Alessandro Cinque, las grandes redes, encaramadas en lo alto de las colinas, recuerdan a las cruces católicas.
El agua dulce es un recurso cada vez más escaso. A medida que avanza el cambio climático, los regímenes de precipitaciones son cada vez menos fiables. Ciudades como Ciudad del Cabo (Sudáfrica) o Los Ángeles sufren sequías crónicas. Cuando la lluvia cae en estos lugares secos, es más propensa a los diluvios, precipitaciones sobrealimentadas por una atmósfera más cálida.
En la actualidad, cerca de dos tercios de la población mundial sufre escasez de agua durante al menos un mes al año, según la ONU, y para 2030, 700 millones de personas podrían verse obligadas a desplazarse para encontrar agua.
Para Cinque, ver la sencilla eficacia de las redes de niebla le dio la esperanza de que herramientas baratas podrían ayudar a la gente a sobrevivir al cambio climático.
"Ver [las redes] desde abajo me recordó a las cruces católicas en lo alto de las montañas. Me sorprendió cómo algo tan sencillo puede ayudar realmente a la gente", reflexiona.
Lima está en un desierto costero, y la mayor parte del agua de la ciudad se canaliza desde reservas de glaciares andinos derretidos y aguas subterráneas. Pero no todo el mundo tiene acceso a las tuberías urbanas. Alrededor de 430 000 personas viven en Villa María del Triunfo, que se ve aquí, y cerca del 20% sufre pobreza extrema.
Apodada Lima la Gris, la ciudad está nublada y llena de niebla la mitad del año. Las redes solo se utilizan durante la temporada de otoño e invierno de Lima, de abril a septiembre, cuando la niebla costera es lo bastante espesa para que las redes recojan agua.
La población de Lima se ha duplicado en las últimas cuatro décadas. Las personas se mudan por trabajo, educación, atención médica y algunas se ven obligadas a abandonar sus hogares como resultado del cambio climático. Los desastres naturales, la sequía, la reducción de los glaciares y otros cambios relacionados con el clima están poniendo en peligro los medios de vida de más de 12 millones de peruanos, según un estudio de 2021.
Con el agua que recoge de las redes de niebla, Mercedes Huamani Mitma cultiva un huerto de frutas y verduras que ayuda a alimentar a su familia. "Donde hay agua, hay vida", dice a Cinque.
Durante la pandemia de COVID-19, el gobierno peruano pagó a las empresas locales de suministro de agua para que donaran agua a los barrios que antes tenían que pagar por el agua suministrada a través de camiones. A partir de marzo de 2023, el agua dejará de ser gratuita y, a menudo, tendrá un precio mucho más alto que el que pagan los residentes de los centros urbanos por el agua del grifo.
Las tecnologías que se están desarrollando para suministrar agua en un clima cambiante pueden ser caras, como convertir el agua salada en agua dulce. Para quienes carecen de recursos o acceso, las redes de niebla son sencillas: funcionan al instante, duran años y ayudan a garantizar el acceso a una necesidad humana básica.
Afincado en Perú, Alessandro Cinque fotografía las consecuencias medioambientales del cambio climático, especialmente en las poblaciones indígenas.
Un nuevo Mapa Mundial del Agua permite a los ciudadanos informarse sobre el suministro de agua en su lugar de residencia. Al teclear una dirección, se revela el déficit hídrico de la zona, es decir, la diferencia entre la demanda humana de agua y el suministro renovable de fuentes como ríos, lagos y acuíferos. El mapa (desarrollado por los exploradores de National Geographic Marc Bierkens y Niko Wanders, con el apoyo de la National Geographic Society, la Universidad de Utrecht y ESRI) también muestra las regiones donde el déficit de agua es mayor y el agotamiento de las aguas subterráneas más grave, como el Valle Central de California, el delta del río Nilo en Egipto y la cuenca del río Indo en Pakistán.