Qué es el Matzá y qué simboliza en la Pascua judía
Las restricciones que rodean a este alimento son significativas para muchos: he aquí por qué.
El matzá es fundamental en la Pascua judía, en la que los fieles tienen prohibido comer alimentos con levadura. Debe hornearse en unos 18 minutos para evitar que se levante.
El matzá, conocido por los judíos de todo el mundo como "el pan de la aflicción", es un alimento parecido a una galleta. Está hecho de harina y agua y se come para conmemorar el éxodo de Egipto de los esclavos hebreos. Este crujiente sustituye al pan durante los ocho días de la Pascua judía.
Aunque la aflicción antes mencionada puede haber cambiado a lo largo de los años, pasando de la privación de la travesía del desierto a la penuria palatal, la mayoría de los eruditos hebreos están de acuerdo en una cosa: se supone que no debe saber bien.
Sin embargo, al menos el primer día de la fiesta, a mucha gente le apetece. ¿Por qué?
Para responder a esta pregunta sobre la naturaleza del matzá, recurrimos a Michael Wex, autor de Rhapsody in Schmaltz: Yiddish Food and Why We Can't Stop Eating It (Rapsodia en Schmaltz: La comida yiddish y por qué no podemos dejar de comerla).
"Ahora lo comemos porque no tenemos que comerlo", comenta. En otras palabras, como el pueblo elegido de Dios tiene otras opciones el resto del año, les apetece comer matzá para conmemorar la época en que los judíos no tenían más remedio que comer ese alimento. Y cuando aparece en las tiendas de comestibles, muchos no judíos también compran algunas cajas.
Según la Biblia hebrea, tras una larga batalla en la que Dios envió plagas como ranas, langostas y la matanza de los primogénitos, los egipcios liberaron a los esclavos hebreos.
Los judíos se marcharon apresuradamente, sin tiempo para dejar levantar su pan. Dios básicamente les dijo que tomaran su masa y se fueran, y que se separarían de Él si comían algo leudado, es decir, con levadura o fermentado, durante siete días. De ahí el primer matzá, la "comida rápida del antiguo Oriente Próximo", como la llama Wex.
La cena del séder de Pascua gira en torno al matzá y es una recreación virtual de la historia del Éxodo. En nuestra familia, la larga cena ritual se suele resumir así para los invitados no iniciados: "Intentaron matarnos, seguimos aquí, comamos".
Y así se consume el matzá, tanto solo como en formas que intentan hacerlo más apetecible, añadiendo sal y huevo para crear bolas de matzá parecidas a albóndigas para la sopa de pollo, o cubriéndolo con mermelada azucarada. A los niños les encanta el matzá cubierto de chocolate como postre.
Sí, hay otras comidas que se sirven en Pascua, muchas de las cuales varían según el lugar de procedencia o lo que siempre haya hecho la abuela. La nuestra casi siempre incluye pecho de ternera (brisket en Estados Unidos) y algún tipo de verdura simbólica. Pero el matzá ocupa un lugar destacado.
(Ver también: Hebreo: Tras 2000 años sin hablarse esta lengua milenaria logró resurgir)
Cómo se hace el matzá
Hay especificaciones estrictas para hacer matzá, por supuesto. En primer lugar, solo se dispone de 18 minutos desde que se añade el agua a la harina hasta que se cuece. Ese es el tiempo que, según los eruditos, se tiene antes de que la masa empiece a subir, lo que haría que todo el asunto no fuera kosher para la Pascua judía.
El resultado es un barquillo delgado y plano, del tamaño de un plato, "sin ni siquiera una pizca de sal", dice Wex. Los primeros matzá eran probablemente redondos. La llegada de los matzá hechos a máquina dio lugar a la maravilla cuadrada, más fácil de empaquetar y apilar, que muchos conocemos hoy en día. ¿Pero el sabor? Más o menos el mismo, para mi gusto.
El matzá tradicional se parte ceremoniosamente al principio del Séder judío de Pascua.
El matzá tradicional se parte ceremoniosamente al principio del séder judío de Pascua.
También se prescribe que el matzá se recoja a una hora determinada del día y cuando esté lo bastante seco, según prescriba un rabino, para evitar la fermentación (es decir, la levadura). Dan Barber, defensor de la vuelta a la tierra y cocinero, argumentó que el resultado de esta estrecha supervisión puede significar que el trigo cosechado es de mayor calidad y, por tanto, la ley judía puede hacer que la comida sepa mejor.
Pero Wex y otros estudiosos dicen que esto no viene al caso. De Rhapsody in Schmaltz:
"Hay quien dice que Dios nos dio el cartón para que pudiéramos describir el sabor del matzá, pero no se trata del sabor... El matzá no tiene que estar bueno, solo tiene que estar ahí, en 18 minutos. O 22, según algunas autoridades, el tiempo que se tardó en llegar a pie a Tiberíades desde Migdal Nunia, el probable hogar de María Magdalena: una sola milla romana".
Wex sostiene que la creación de las leyes dietéticas judías, en particular en lo que se refiere al matzá, crean para los judíos una sensación de alteridad. Aunque normas como no comer cerdo ni hamburguesas con queso puedan parecer opresivas hoy en día, en la antigüedad proporcionaron al pueblo judío una nueva forma de pensar. Una vez que dejaron de ser esclavos, fueron "libres para actuar de formas que no tienen nada que ver con Egipto", entre ellas, desechar todas sus nociones aprendidas sobre qué comer.
Hay comunidades enteras, por supuesto, que siguen al pie de la letra las antiguas prescripciones para la Pascua judía y más allá. Pero, ¿necesitan los judíos modernos seguir estas antiguas leyes? Wex dice que se puede tener una fuerte conciencia judía y no seguir las leyes dietéticas, pero que hay que entenderlas "si se quiere que la religión perdure".