La increíble historia de Secuana, la antigua diosa que dio origen al nombre del río Sena: ofrendas de sanación y fusión de mitologías
Inaugurada en 2015, esta estatua del escultor Eric de Laclos representa a Secuana, la antigua diosa galo-romana del Sena.
Al pensar en el Sena puede imaginarse Notre Dame, el Louvre, un ballet de barcas bajo los puentes junto a la Torre Eiffel. "Bajo el cielo de París / corre un río alegre", cantaba Edith Piaf. Las superproducciones de Hollywood y las canciones de éxito han contribuido a la fama internacional del río. Allí será la inauguración de los Juegos Olímpicos de París.
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Sin embargo, pocos conocen a la diosa galo-romana que da nombre al Sena. De origen celta, la deidad sanadora Secuana recibió culto tras la conquista romana de la Galia en el siglo I a.C.
Esculturas de brazos, pelvis, órganos internos... Este era el tesoro que aguardaba a los arqueólogos del siglo XIX cuando descubrieron los restos de un santuario galo-romano en el nacimiento del Sena, en Borgoña.
Las excavaciones realizadas entre 1836 y 1967 desenterraron unos 1500 exvotos de piedra, bronce y madera que los peregrinos entregaban a Secuana. Se cree que las partes del cuerpo representaban heridas o enfermedades que necesitaban curación.
"Uno de estos exvotos representa una pierna con una esponja colocada en el tobillo, muy parecida a la que se utiliza hoy en día en la ducha", explica Franck Abert, conservador del Museo Arqueológico de Dijon, donde se conserva la colección.
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Los exvotos de madera, que datan del año 40 a.C., son extremadamente raros, ya que se han conservado en condiciones pantanosas y húmedas durante más de dos milenios. Únicos en Francia son los exvotos de piedra con manos en forma de estribo que sostienen un fruto redondo. Además, las estatuillas incluían niños con cachorros, lo que, según Abert, podría reflejar las procesiones ceremoniales que terminaban con el sacrificio del animal. (Tal ritual era costumbre en la antigua Roma).
Una ninfa descansa en una gruta construida bajo Napoleón III en el nacimiento del Sena, en las colinas de Borgoña. La cabecera del río es también el emplazamiento de un santuario galo-romano donde los peregrinos presentaban ofrendas votivas a la deidad sanadora Secuana.
El Sena, que comienza como un hilo de agua en la meseta de Langres (Borgoña), se hincha a lo largo de 777 kilómetros, pasa por París y acaba desembocando en el mar entre Honfleur y Le Havre.
Se encontraron dedicatorias a Secuana en múltiples inscripciones, como la magnífica tinaja sellada (rebosante de 300 monedas, 120 exvotos y cuatro anillos de oro) ofrecida por un creyente esperanzado llamado Rufo.
No se han encontrado referencias a la diosa fuera de la fuente del Sena. Sin embargo, a pesar de este contexto tan localizado, Secuana pudo tener una profunda influencia más allá de las inmediaciones. "La importancia económica del río tal vez dio a Secuana una reputación extrarregional", escribe la arqueóloga Sylvie Robin en el catálogo de la exposición sobre el Sena que se exhibe actualmente en la cripta arqueológica de la Île de la Cité de París.
Plano de la ciudad galo-romana de Lutecia, antiguo emplazamiento del actual París, del grabador e ilustrador Henri de Montaut (1865).
Al fin y al cabo, la diosa dio su nombre al famoso río de Francia, y la palabra evolucionó con el tiempo hasta convertirse en el apelativo "Sena" universalmente reconocido hoy en día. Una prueba más del origen galo de Secuana. "Es un nombre femenino, mientras que los romanos solían dar nombres masculinos a los cursos de agua", explica Abert y agrega: "El río ya se atribuía como femenino en la época gala".
Los arqueólogos creen que los celtas llevaban ofrendas a la diosa del río para pedir una cura o dar las gracias por los deseos cumplidos, una práctica que evolucionó en la época galorromana con un extenso complejo de templos de piedra con estanques y terrazas. Las ruinas aún son visibles hoy en día.
La historia de la diosa Secuana: fusión de las mitologías celta y romana
A medida que conquistaban innumerables pueblos, los antiguos romanos adoptaban deidades locales y las integraban en su panteón. Secuana representa así una fusión de culturas. "Como señaló César, los galos eran conocidos por tener muchos dioses: tenían dioses para todo", explica Abert.
"Pero no les hacían estatuas como los romanos. Tuvimos las primeras representaciones de dioses galos con la romanización", recalca el conservador del Museo Arqueológico de Dijon. A veces, estos dioses aparecen representados uno al lado del otro, como el Cernunnos celta y el Júpiter romano representados en la icónica escultura de París conocida como el Pilar de los Barqueros. El culto a Epona, diosa gala asociada a la fertilidad y los caballos, se extendió más allá de la Galia hasta los confines del Imperio Romano.
El Sena serpentea a lo largo de un paisaje verde cerca de Esclavolles-Lurey, en el noreste de Francia.
La única personificación de Secuana que se conserva está inmortalizada en una estatua de bronce del siglo I que es una joya de la colección del Museo Arqueológico de Dijon. Descubierta junto a una estatua de cervatillo cerca del nacimiento del Sena en 1933, la diosa, coronada y vestida con una túnica, está a horcajadas sobre una barca cuya proa tiene forma de cabeza de pato o cisne.
"Es joven, de ojos grandes y rasgos refinados, y lleva una mirada de anticipación", escribe la autora Elaine Sciolino en El Sena: El río que hizo París. Al parecer, la estatua se creó en un principio como diosa de la abundancia, y más tarde se desmontó para insertar una barca sobre el pedestal. Se le quitó el cuerno de la abundancia de las manos y ¡voilá! un hábil artesano galo-romano conjuró a la divinidad.
La barca es lo que define a Secuana, ave acuática evocada a menudo como animal protector de los niños y de la familia. En las ruinas de una necrópolis galo-romana cerca de Port-Royal, en París, los arqueólogos encontraron juguetes y talismanes infantiles con formas similares.
Los antiguos gestos de los peregrinos en el nacimiento del Sena inspiran al artista y cineasta Yan Tomaszewski. Su reciente proyecto se centra en exvotos contemporáneos: una serie de esculturas envueltas en algodón que contienen carbón activado. Como parte de una procesión ceremonial artística, se sumergieron en el río durante varias semanas.
"Como los palitos de carbón que se ponen en las garrafas para purificar el agua y hacerla potable, el carbón absorbe los contaminantes y las impurezas", explica. "La idea es que estas esculturas curen el río de forma concreta y simbólica". El carbón saturado de polución se envió a un laboratorio científico para analizar la contaminación, y las esculturas se exhibieron en varios museos. Una de ellas puede verse ahora en la cripta arqueológica de Île de la Cité.
El pequeño esfuerzo de Tomaszewski (inspirado en un antiguo ritual de Secuana, cargado de simbolismo) es un reflejo del colosal proyecto de limpieza del Sena, cuyo objetivo es volver a hacerlo apto para el baño con motivo de los Juegos Olímpicos. "La idea es la de una ofrenda", dice. "Un regalo por otro regalo".