¿Sonríe la Mona Lisa? La respuesta de la ciencia a una de las incógnitas más destacadas del arte
La Mona Lisa, protegida por una gruesa capa de cristal, en el Museo del Louvre, París, Francia.
La Gioconda, más conocida como Mona Lisa, es una de las obras más conocidas del polímata florentino Leonardo da Vinci y probablemente el cuadro más famoso del mundo, sostiene un artículo publicado en el sitio web del Museo del Louvre (Francia), cuya Sala de los Estados alberga la destacada pintura. Se trata del retrato de una mujer cuya enigmática sonrisa ha captado la atención desde hace siglos.
La pintura fue realizada a principios del siglo XVI y fue concebida como un retrato de Lisa Gherardini a quien llamaban “la Gioconda” (lo cual le confiere el nombre a la obra) por ser la esposa de Francesco del Giocondo, un comerciante de telas florentino, explica el Museo del Louvre. En ella, Da Vinci utilizó el sfumato, una técnica pictórica que consiste en superponer finas capas de pintura para crear las formas atenuando los contornos y los contrastes.
Llegó a Francia en 1518, cuando el rey Francisco I invitó a Leonardo da Vinci a su país y adquirió el cuadro. La obra maestra se encuentra expuesta en el Museo del Louvre desde su inauguración, siendo uno de los principales atractivos entre los visitantes que llegan al lugar para admirar su icónica sonrisa.
Pero… ¿Realmente sonríe la Mona Lisa? La incógnita ha atrapado a miles de espectadores a lo largo de los siglos e incluso ha sido objeto de estudio de los investigadores. En el Día Mundial de la Sonrisa (4 de octubre) hecha un vistazo a la obra y descubre la respuesta.
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Un autorretrato con tiza de Leonardo da Vinci (1452-1519). (Biblioteca Reale, Turín, Italia). Da Vinci destacó no solo como pintor, sino también como escultor, inventor, ingeniero, poeta y músico, por lo que se lo considera un “polímata”, o sea, una persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas.
¿Sonríe la Mona Lisa? Cómo lo perciben los espectadores
El enigma sobre la sonrisa de La Gioconda se deriva probablemente de la multiplicidad de emociones que pueden leerse al contemplar el gesto de la mujer retratada, reconoce un artículo de Smithsonian Magazine, revista del Museo Smithsonian de Historia Natural (una institución educativa y de investigación gestionada por el gobierno estadounidense).
Un estudio publicado en 2017 en la revista Scientific Reports demuestra que la mujer que pintó Da Vinci sonríe, o al menos así lo percibe la mayoría de las personas.
Un equipo de científicos del Centro Médico de la Universidad de Friburgo, del Instituto de Psicología de la Universidad de Friburgo y del Instituto de Áreas Fronterizas de Psicología y Salud Mental de Friburgo (Alemania) tomó la imagen del cuadro, manipuló la curvatura de la boca de la Mona Lisa como una fuente potencial de ambigüedad y presentó a un grupo de 12 espectadores una copia de La Gioconda original y 8 variantes con tristeza y felicidad crecientes para estudiar cómo influye en la percepción una gama de variantes de caras más alegres y más tristes.
Luego de observar las imágenes en orden aleatorio 30 veces, los voluntarios informaron si la cara estaba feliz o triste y su confianza en ese juicio. Como resultado, los expertos detectaron que la versión original siempre fue percibida por los espectadores como feliz, mientras que las variantes de estímulo más ambiguas tenían una caída más prominente de la curvatura de la boca, en comparación con el original. En otras palabras, los resultados del estudio publicado en Scientific Reports demostraron que la expresión facial de la modelo de Da Vinci era menos ambigua de lo esperado.
No obstante, los investigadores aclaran en su estudio que “la percepción y la reacción al contenido emocional de la cara son relativas y dependen en gran medida de la gama de estímulos utilizada”. “Nuestra percepción, por ejemplo de si algo es triste o feliz, no es absoluta, sino que se adapta al entorno con una velocidad asombrosa", dijo en un comunicado de prensa Jürgen Kornmeier, coautor del estudio e investigador del Instituto de Psicología y Salud Mental de Friburgo y del Centro Oftalmológico del Centro Médico de la Universidad de Friburgo.
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La Mona Lisa es una obra pictórica creada por el artista italiano Leonardo da Vinci a principios del siglo XVI, usando la técnica del sfumato. Sin dudas, uno de los aspectos más llamativos del cuadro es la expresión de la mujer, que parece cambiar a medida que se aprecia la obra.
La Bella Principessa es una obra anterior a La Gioconda. En este cuadro, el artista logró crear un efecto ambiguo similar al de la Mona Lisa, una ilusión óptica que los investigadores llaman “sonrisa inalcanzable”.
La verdad detrás de la “sonrisa inalcanzable” de la Mona Lisa
A pesar de que el estudio de 2017 puede resultar esclarecedor, lejos está de cerrar el asunto.
Un artículo de la revista Scientific American detalla que “la ambigua sonrisa de la Mona Lisa se explica por un principio visual simple: cuando las imágenes están borrosas en la periferia de nuestra visión, su sonrisa también está borrosa”.
Entonces, ¿es posible que el artista pintara intencionalmente una sonrisa ambigua? Una investigación publicada en 2015 en Vision Research argumenta que la enigmática sonrisa de la Mona Lisa no fue una casualidad, sino “una característica intencional de la maestría de Da Vinci para expresar emociones sutiles”.
El estudio de 2015 analiza La Bella Principessa, un cuadro anterior a La Gioconda, también pintado por el artista florentino, en el cual la boca de la mujer retratada parece cambiar de inclinación dependiendo de la distancia de visualización y del nivel de desenfoque aplicado a una versión digital del retrato (lo que también sucede en La Gioconda).
A través de una serie de experimentos psicofísicos, los investigadores descubrieron que un cambio percibido en la inclinación de la boca de La Bella Principessa influye en su expresión, generando una ilusión óptica denominada "sonrisa inalcanzable".
La ilusión consiste en que, al mirar en su conjunto la obra, la mujer parece estar sonriendo. Sin embargo, cuando el espectador se centra en la boca, esta parece estar inclinada hacia abajo (más “triste”) y cambia la expresión.
“La calidad esquiva de la sonrisa de la Mona Lisa ya se había informado anteriormente, por lo que la existencia de una ilusión similar en un retrato pintado anteriormente se vuelve más interesante”, señala el artículo de 2015. No obstante, aclara Smithsonian Magazine, no hay evidencia de que Da Vinci desarrollara la enigmática sonrisa intencionalmente.
Como bien demuestran las investigaciones sobre el tema, la respuesta a si la Mona Lisa sonríe o no sigue siendo incierta y probablemente siga así. ¿Pretendía Leonardo da Vinci crear esta ilusión en La Gioconda y La bella Principessa o fue solo una coincidencia? No lo sabemos. “En cualquier caso, se puede argumentar que la ambigüedad creada aumenta el atractivo del retrato”, concluye el artículo de Vision Research.