Sorprendente y vibrante arrecife hallado en el cenagoso Amazonas
Se encontraron coloridos abanicos de mar, peces y esponjas gigantes en aguas turbias. Una científica afirma que el arrecife posee los animales más increíbles que jamás haya visto en una expedición.
Luego de tomar muestras de agua cenagosa de la boca del Río Amazonas, la oceanógrafa Patricia Yager navegó en el barco de investigación Atlantis hacia la plataforma continental, donde un colega brasileño estaba cazando a un fantasma. El colega de Yager llevaba un documento de investigación de seis páginas de 1977 que incluía un mapa dibujado a mano que sugería que esta región podría esconder un conjunto extraordinario de arrecifes.
Yager se mostraba escéptica. La boca del Amazonas era espesa con más escorrentía y sedimentos que cualquier otro río del mundo. Ella había escuchado que bucear en esta área era como nadar a través de un pegajoso y oscuro estofado. “Pensé que todo simplemente había sido cubierto por lodo fijador proveniente de la vertiente del río”, afirma.
Pero cuando su colega, Rodrigo Moura de la Universidad Federal de Río de Janeiro, excavó en pequeñas áreas cerca de la plataforma ese día de 2012, descubrió uno de los hallazgos más sorprendentes de la investigación marina moderna: un amplio sistema de arrecifes de aguas profundas hasta 120 kilómetros de la costa, debajo de la espesa y sucia vertiente del Amazonas.
“Encontramos los animales más increíbles que he visto en mi vida en una expedición como esta”, afirma Yager en la Universidad de Georgia, que estudia las comunidades microbianas donde el Amazonas desemboca en el Océano Atlántico. Había abanicos de mar, tubos amarillos y pequeños peces con los colores de una puesta de sol, como también algas costrosas de color rosa parecidas al coral llamadas rodolitos y hermosas esponjas amarillas y rojas. “Todos los científicos simplemente no podían mantenerse en pie ante la sorpresa de lo que estaban encontrando”.
El descubrimiento, descrito en detalle el viernes en un estudio publicado en el periódico Science, tomó a muchos por sorpresa, incluidos los investigadores que lo estaban buscando e hizo que los científicos reconsideraran sus conocimientos básicos sobre los arrecifes. A diferencia de los corales tropicales típicos, gran parte de este sistema existe en áreas sin luz, sin fotosíntesis y con cantidades extremadamente bajas de oxígeno. Aun así, algunas secciones alcanzan los 30 metros de altura y se extienden a 300 metros de largo.
“Encontramos un arrecife donde los libros indican que no debería haber uno”, afirma el coautor del estudio, Fabiano Thompson de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Con el paso de varios años, eventualmente los investigadores sudamericanos descubrirían pequeñas ofiuras y estrellas cesta, gusanos marinos segmentados y 73 especies de peces, la mayoría de ellos carnívoros, en aguas entre la frontera brasileña con Guayana Francesa y el Estado de Maranhão. Atraparon 61 tipos de esponjas, incluida una gigante tan pesada como un elefante bebé.
El arrecife apoya a grandes pesquerías de langostas y pargos rojos, pero no tiene una diversidad alta. Los espesos lechos de esponjas son más similares a las áreas del noreste del Océano Atlántico cerca de Canadá y algunas aguas tropicales de Australia Occidental. Pero esos arrecifes no se encuentran cerca de un estuario que recibe hasta 300.000 metros cúbicos de agua dulce por segundo, lo cual suministra el 20 por ciento de la descarga fluvial del mundo.
Los científicos aún no han descendido para ver el arrecife mismo. El agua es turbia, las corrientes son rápidas y los mares hostiles pueden ser mortales, y el arrecife tiene una profundidad de 50 a 100 metros. “Las personas sienten curiosidad por ello, ver para creer”, afirma Thompson. Han trabajado bastante pero durante solo algunos viajes de investigación, realizando un mapa desde la superficie de un sistema de arrecifes que parece abarcar 9.500 kilómetros cuadrados.
La mayoría de las personas tiende a pensar que los arrecifes son corales tropicales y coloridos que crecen en aguas poco profundas en regiones cálidas y que pueden extenderse por miles de kilómetros. Pero incluso las regiones profundas de Alaska albergan extensos jardines de coral.
Sin embargo, como los ríos masivos pueden descargar nutrientes en aguas de mar y cambiar de forma abrupta la salinidad, la química y la penetración de la luz, por lo general este flujo impide la formación de grandes arrecifes. Como supuso Yager, típicamente los sedimentos cubren y recubren el fondo marino y, en esta región en particular, parece probable que los fuertes vientos y las corrientes rápidas limiten la diversidad de invertebrados bentónicos.
En 1977, los científicos capturaron docenas de peces coloridos que normalmente se asocian con arrecifes cercanos a la boca del Amazonas, lo que los llevó a especular que esta región podía ser diferente. Luego, en 1999, Moura encontró corales amarillos pétreos, radiantes corales en forma de disco y otras especies que en última instancia sugieren que los genes de arrecifes de corales provenientes del lado caribeño del Atlántico eran transportados a lo largo de la vertiente del Amazonas, aumentando la posibilidad de que un arrecife más sustancioso conectara las dos regiones.
Resulta que el agua cercana a la plataforma tiene la profundidad suficiente y las corrientes tienen la fuerza suficiente para que los sedimentos no siempre se filtren hacia el fondo. En el sur y el centro del arrecife, los cambios estacionales en la escorrentía y las corrientes permiten que la luz penetre en algunas partes del año. En la sección norte, el arrecife está vivo pero no ha estado creciendo por miles de años y cuenta con mucha menos diversidad. Sin embargo aún ofrece esperanza para el futuro.
Mientras que los científicos se preocupan porque el cambio climático es tan dañino para los arrecifes de todo el mundo que su estructura dejará de ser valiosa para los peces, la sección del norte del arrecife del Amazonas sigue siendo una enfermería importante para los peces.
Aún así, ya está surgiendo una amenaza para este nuevo arrecife. Al menos 35 secciones de la plataforma continental fueron adquiridas por compañías brasileñas o trasnacionales para la exploración petrolera, de las cuales 20 posiblemente produzcan petróleo cerca de los arrecifes.
“Dichas actividades industriales a gran escala presentan un desafío ambiental importante y las compañías deberían catalizar una evaluación socio-ecológica completa del sistema antes de que los impactos sean amplios y los conflictos entre los accionistas se intensifiquen”, recomienda el nuevo estudio.
Como lo indica Thompson, en verdad los científicos recién comienzan a comprender lo que han encontrado.
“Solo hemos examinado 900 kilómetros”, afirma Thompson. No han visto nada del otro 90 por ciento. “Debemos volver a ese lugar 20 veces más”.
Artículo publicado el 22 de abril de 2016.
Craig Welch escribe sobre Medio Ambiente para National Geographic. Síguelo en Twitter.