La amenaza de la minería de arena en el Sudeste de Asia
Vietnam es el ejemplo principal de una amenaza global poco conocida: la minería de arena de río para construir las ciudades en expansión del mundo.
Una tarde del año pasado, Ha Thi Be, 67, estaba sentada con su hijo en su pequeña cafetería de la ciudad de Hong Ngu, mirando el tranquilo río Tien, el afluente principal del río Mekong en Vietnam. De repente, cedió el suelo debajo de ellos. La ribera del río se derrumbaba en el agua. “Gritamos fuerte y corrimos”, menciona. “Se estrelló con un sonido enorme, boom, boom, boom”.
Be y su hijo escaparon sin presentar lesiones, pero la cafetería y su casa aledaña fueron destruidas. “Nos costó todo lo que teníamos para construir la casa y ahora todo ha desaparecido”, susurra Be. Aun así, Be considera afortunada. “Si hubiera pasado durante la noche, mis nietos y yo habríamos muerto. Solíamos dormir en esa casa”, dice.
Las causas principales del colapso pueden verse flotando en muchos lugares en las aguas turbias: botes dragados, que usan bombas ruidosas para recoger cantidades enormes de arena del cauce del río. En los años recientes, esa humilde sustancia se ha vuelto una materia prima increíblemente codiciada. La arena es un ingrediente clave en el hormigón, el material esencial para la construcción de las ciudades de rápido crecimiento en Vietnam. Su demanda está creciendo y eso causa estragos no solo en los ríos de Vietnam sino también en el importantísimo delta del río Mekong.
En las ciudades y poblaciones a lo largo del río Mekong y muchos otros ríos alrededor del país, las riberas socavadas por el dragado están colapsando en el agua, llevando consigo campos de cultivos, estanques de peces, tiendas y hogares. En los últimos años, miles de acres de granjas de arroz se perdieron y al menos 1200 familias tuvieron que ser reubicadas. Cientos más se han evacuado en los remansos del río que literalmente desaparecieron bajo sus pies. Los funcionarios del Gobierno estiman que solo alrededor de 500 000 personas en el área del delta del río Mekong necesitaron trasladarse de tales zonas de aludes.
La minería de arena del río no es solo un problema para la gente: también enturbia las aguas y erosiona los cauces, ocasionando la muerte de los peces, las plantas y otros organismos que viven allí. “Cuando era niña, recogíamos peces y caracoles para comer”, recuerda Ha Thi Be. “Esos peces y caracoles ya no existen más desde que comenzó el dragado”, reconoce.
Vietnam está lejos de ser el único lugar en donde la minería de arena está infligiendo tales daños. En todo el mundo desarrollado, las ciudades están creciendo a pasos agigantados, devorando arena en cantidades sin precedentes. La cantidad de vietnamitas que viven en las ciudades se ha duplicado en los últimos 20 años, a unos 32 millones. En todo el mundo, la población urbana está aumentando a unos 65 millones de personas por año; ese es el equivalente a agregar ocho ciudades de Nueva York al planeta cada año. Casi 50 mil millones de toneladas de arena y grava se extraen anualmente para crear todas las torres de oficina de hormigón, los bloques de departamentos, las carreteras y los aeropuertos que esas personas necesitan. (Un poco de la arena vietnamita también se vende en las cercanías de Singapur, que usa cantidades colosales para construir un terreno artificial).
¿Por qué, se preguntará, simplemente no extraen arena del Sahara y otros desiertos? La respuesta es que la arena del desierto no funciona para el hormigón, los granos erosionados por el viento son demasiado suaves y redondos. Como resultado, desde China a Jamaica, desde Liberia a India, los mineros de arena están despojando los cauces, las llanuras inundables y las playas de los preciosos granos.
En Vietnam, la minería de arena representa otro peligro: está contribuyendo a la lenta desaparición del delta del río Mekong, el hogar de 20 millones de personas y la fuente de la mitad de todos los alimentos del país y mucho del arroz que alimenta al resto del sudeste de Asia.
La elevación del nivel del mar generada por el cambio climático es una de las razones por la cual el delta está perdiendo el equivalente a una cancha y media de fútbol cada día. Pero otra, creen los investigadores, es que las personas están quitando la arena del delta.
Durante siglos, el delta se ha reabastecido mediante el sedimento transportado desde las montañas de Asia central a través del río Mekong. Pero en estos años, en cada uno de los numerosos países de su curso, los mineros han comenzado a sacar grandes cantidades de arena del cauce. De acuerdo con un estudio realizado en 2013 por tres investigadores franceses, se extrajeron cerca de 50 millones de toneladas de arena solo en 2011, la cantidad suficiente para cubrir la ciudad de Denver a dos pulgadas de profundidad. Mientras tanto, se han construido cinco importantes represas en los últimos años en Mekong y otras 12 tienen programada la construcción en el Mekong en China, Laos y Camboya. Las represas disminuyen todavía más el flujo de sedimento del delta.
En otras palabras, mientras continúa la erosión natural del delta, su reposición natural no lo hace. “El flujo de sedimento se ha reducido a la mitad”, explica Marc Goichot, un investigador del programa el gran Mekong con la Word Wildlife Federation. A este paso, explica, cerca de la mitad del delta se destruirá para fines de este siglo.
Mercado negro de arena
El problema está siendo más complicado por el hecho de que la mayoría de la minería de arena de Vietnam es completamente de venta libre e ilegal. El mercado de arena es tan lucrativo que ha generado un próspero mercado negro, con cientos de botes sin licencia que navegan en los ríos. Solo en 2016, la policía vietnamita capturó a casi 3000 personas dragando sin permisos o en las áreas protegidas alrededor del país.
Muchos de los mineros, legales o de otro tipo, son vietnamitas comunes que simplemente tratan de ganarse la vida. Algunos de ellos llevan a sus familias en sus botes ya que viajan río arriba y abajo.
Nguyen Van Tu, 39, solía realizar minería de arena desde el Tien cerca de la residencia de Ha Thi Be, hasta que la policía lo descubrió. “El negocio era tan bueno”, explica. A veces, ganaba tanto como 13.000 dólares por mes. “Dinero fácil. Piensa, simplemente extraes arena y obtienes dinero. Simple”, agrega.
Los funcionarios vietnamitas declaran regularmente su determinación de terminar con la minería de arena ilegal pero, como muchos otros países, algunos de ellos prefieren llevarse un porcentaje de la acción a acabar con ella. En 2013, tres funcionarios del Gobierno local en el área de Hong Ngu fueron acusados de recibir sobornos a cambio de ignorar la minería de arena en el río Tien. En marzo pasado, el Viceprimer Ministro Trương Hòa Bình reconoció que la minería de arena ilegal a gran escala continúa de manera parcial debido a que los administradores locales han “reducido su gestión, cubriendo y ofreciendo protección” a los mineros.
En algunos casos, los mineros ilegales han recurrido a la violencia para que sus negocios sigan funcionando. En India y otros países, las “mafias de la arena” han asaltado e incluso asesinado a policías, ambientalistas, periodistas y otros que se interpusieron en su camino. Durante una ofensiva en Vietnam la primavera pasada, de acuerdo con los medios locales, los mineros ilegales intentaron hundir un bote de la policía al ponerle arena.
Hartos de la inacción policial, docenas de pescadores vietnamitas intervinieron personalmente el año pasado, al atacar a los mineros de arena a quienes culpaban por destruir sus medios de vida. En junio pasado, el enfrentamiento entre los mineros y los pobladores ocasionó la hospitalización de dos personas.
A medida que la tensión aumenta, el delta del río Mekong sigue erosionándose y también lo hace el suelo debajo de los pies de los pobladores como Ha Thi Be.