Las ciudades emiten 60% más carbono de lo que se pensaba
Un nuevo estudio, presentado en la IPCC Cities and Climate Change Science Conference, estima aquellas emisiones de carbono generadas por productos que consumen los residentes de grandes urbes, pero que se producen fuera de los límites de las metrópolis.
La huella de carbono de algunas de las más grandes urbes del mundo es 60% mayor que lo que se había estimado anteriormente, cuando se incluyen todos los productos y servicios que una ciudad consume, según un nuevo estudio.
El informe se publicó el 6 de marzo, en la IPCC Cities and Climate Change Science Conference en Edmonton, Canadá, y estima las emisiones de carbono por la comida, ropa, productos electrónicos, transporte aéreo, materiales de construcción, entre otros elementos que consumen los residentes, pero se producen fuera de los límites urbanos.
Las ciudades emiten 70% del dióxido de carbono del mundo; y esto es probablemente mayor cuando se incluyen las emisiones del consumo, dice el autor del informe Michael Doust, director del programa en C40 Cities, una red de ciudades comprometidas a enfrentar el cambio climático.
“Estamos ignorando el otro lado de la moneda si sólo medimos las emisiones involucradas en la producción de alimentos, energía u otros productos y servicios”, afirmó Doust en una entrevista en Edmonton. “El saber lo que son las emisiones de consumo y de dónde provienen, permite a las ciudades y residentes tomar mejores decisiones sobre cómo reducir sus emisiones de carbono”, agrega.
“Ciudades consumidoras” prósperas como Londres, París, Nueva York, Toronto o Sídney que ya no tienen grandes sectores industriales han reducido significativamente sus emisiones locales. Sin embargo, cuando se incluyen las emisiones asociadas con su consumo de bienes y servicios, las emisiones de estas ciudades han crecido sustancialmente y están entre las más altas en el mundo per cápita, explica el informe. Mientras tanto, ciudades “productoras” en India, Pakistán o Bangladesh generan mucha contaminación industrial y emisiones de carbono en la fabricación de productos que se venderán y consumirán en Europa y Norte América.
El informe, “Consumption-based GHG emissions of C40 cities” (Emisiones de Gases del Efecto Invernadero basado en el consumo de ciudades C40), examina las emanaciones asociadas con los bienes y servicios consumidos por los residentes de 79 ciudades en la red C40, incluidas las industrias del alimento, ropa, equipo electrónico, transporte aéreo, camiones repartidores y de la construcción.
“Todavía vamos en la dirección equivocada acerca del cambio climático”, afirmó Mark Watts, director ejecutivo de C40 Cities. Las emisiones de carbono a escala global se han incrementado 60% desde el acuerdo internacional de Kyoto en 1997. “El uso de más energía renovable y transporte de masas no será suficiente para revertirlo”, asevera Watts. “Tenemos que reducir nuestro consumo”.
“Esta nueva investigación ayudará a los funcionarios que dictan las políticas a entender mejor el verdadero impacto de su ciudad en el cambio climático global, y así desempeñar un papel de liderazgo aún más grande al tomar acciones climáticas”, agregó.
¿Tercerización de la contaminación?
“Lo que compramos debe ser parte de nuestro empeño para reducir nuestras emisiones. No podemos simplemente tercerizarlo a otras regiones”, dice Don Iveson, el alcalde de Edmonton. Iveson dijo que la contabilidad basada en el consumo es clave para conocer cuál es la verdadera huella de carbono de una ciudad. “Compras más inteligentes, comprar localmente y reducir los desechos son parte de lo que se puede hacer para reducir las emisiones por consumo”, agrega.
Matt Gray, el jefe de sustentabilidad de la ciudad de Cleveland, Ohio, afirma que agradece este nuevo enfoque. Con el antiguo método de contabilidad, las ciudades productoras como Cleveland a menudo se clasifican entre las peores en medidas de sostenibilidad en curso, comenta. Mientras las ciudades con economías basadas en los servicios que consumen las cosas que Cleveland produce se clasifican en mejores posiciones. El consumo de recursos no era un factor en el “U.S. Cities Sustainable Development Goals Index” (“Índice de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Ciudades de Estados Unidos) del año pasado, el cual colocaba a a dicha ciudad en la parte baja. El hecho de que esta ciudad es considerada ampliamente una líder nacional en producción local de alimentos no fue un factor en el índice, asevera Gray.
Al trabajar en esta nueva contabilidad de emisiones de consumo, la ciudad de París apunta sus campañas turísticas a países desde los que los viajeros pueden visitar en tren, en un esfuerzo por reducir las emisiones del transporte aéreo. También alienta a los residentes a cambiar su dieta de carnes, que emiten mucho carbono, a comida vegetariana.
Por su parte, Estocolmo ha pedido a todas sus empresas de desarrollo inmobiliario que estimen sus emisiones incorporadas en los materiales de construcción. Simplemente ver los datos ha llevado ya a decisiones de utilizar materiales con bajas emisiones, dice Doust. Y ha ayudado en decisiones urbanas sobre acondicionar antiguos edificios o construir nuevos.
Lo que este informe muestra, reconoce el autor, es que las ciudades tienen una mayor oportunidad de reducir las emisiones globales si abordan el consumo que realizan.