Detectan una serie de impactos de rayos cerca del Polo Norte, algo inusual en estas latitudes

El calentamiento del Ártico podría haber proporcionado el combustible necesario para que las nubes de tormenta productoras de rayos se desplazaran al norte.

Por Robin George Andrews
Publicado 14 ago 2019, 11:37 GMT-3
La tarde del sábado 10 de agosto se documentaron una serie de impactos de rayos a ...
La tarde del sábado 10 de agosto se documentaron una serie de impactos de rayos a 300 millas náuticas del Polo Norte. Es la mayor cantidad de impactos de rayos registrados hasta la fecha en latitudes tan septentrionales.
Fotografía de National Weather Service, Fairbanks

Caen rayos todo el tiempo, pero en algunas partes del mundo caen menos que en otras, incluida la zona cercana al Polo Norte. Los rayos requieren inestabilidad atmosférica, algo que se produce cuando el aire frío y seco se coloca sobre aire más cálido y húmedo. Ese aire más cálido y húmedo no suele visitar latitudes tan altas.

Por eso los científicos se quedaron desconcertados cuando detectaron decenas de impactos de rayos a 300 millas náuticas del Polo Norte el pasado fin de semana. De hecho, era tan insólito que la oficina del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos en Fairbanks, Alaska, lo resaltó en Twitter. Uno de sus boletines declaraba que este era "uno de los impactos de rayos más septentrionales en la memoria de los pronosticadores de Alaska".

Aunque deben combinarse varios factores para producir un espectáculo de luces, el espectro del cambio climático acecha en este misterio meteorológico. Es posible que un Ártico muy cálido, una falta asombrosa de banquisa e incluso el humo de unos incendios forestales sin precedentes dentro del círculo polar ártico, entre otros factores, contribuyeran a la aparición inesperada de los rayos cerca del Polo Norte.

"Ha sido un año inusual y un verano inusual en el lejano norte", afirma Daniel Swain, climatólogo de la Universidad de California, Los Ángeles.

En el Ártico están ocurriendo cosas raras y los rayos son otra peculiaridad que añadir a la lista creciente.

¿Cómo se detectaron los rayos?

Los rayos fueron detectados por la red GLD360 de Vaisala, que emplea una red distribuida por todo el mundo de receptores de radio sincronizados con GPS que captan las potentes ráfagas de ondas de radio que desatan las descargas de rayos. Cada sensor puede detectar dichas ráfagas de ondas de radio a más de 9600 kilómetros de sus fuentes, lo que permite que la red registre rayos en cualquier lugar de la Tierra, incluidas las partes más remotas del Ártico.

Ryan Said, investigador en Vaisala e inventor del sistema GLD360, explicó que ya se habían documentado antes rayos a 300 millas náuticas del Polo Norte. Entre 2012 y 2017, solo se detectaron rayos un solo día en cada verano dentro de este área y, a veces, no se detectó ninguno. Esos años, la mayor cantidad de descargas registradas en dicha zona en un solo día fue de seis rayos.

La tormenta del pasado fin de semana fue insólita debido a la gran cantidad de descargas de rayos detectadas en un periodo tan breve. Se produjeron 48 descargas individuales a 300 millas náuticas del polo y se detectaron más de mil a 600 millas náuticas.

Los rayos en el círculo polar ártico en su conjunto no son fenómenos insólitos y caen rayos en algunas partes del norte de Alaska y Siberia casi cada verano. Pero, según Swain, al llegar a la costa del océano Glacial Ártico e ir hacia el norte, no se suelen observar corrientes ascendentes intensas ni suficiente inestabilidad atmosférica para producir nubes capaces de generar rayos.

Los rayos también prefieren nubes altas que dejan espacio para que se separen las partículas cargadas de agua y hielo, pero cerca del Polo Norte, eso resulta problemático. Allí, la tropopausa —la capa estable que forma el límite de la troposfera— tiene casi la mitad de altura de la que tiene cerca del ecuador. Swain explica que eso significa que resultaría difícil que las nubes alcanzaran las alturas necesarias para producir la importante separación de cargas.

Said afirma que, con eso en mente, es comprensible que los científicos se mostraran escépticos en un principio ante esta detección de rayos. No era normal que aparecieran tantos rayos tan al norte.

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    Preparando una tormenta

    Rick Thoman, climatólogo del Centro Internacional de Investigación del Ártico, especula sobre la formación de los rayos. Una masa de aire caliente y húmedo que se desplazaba hacia el norte desde Siberia ha ascendido a latitudes más altas, por encima del aire fresco de los niveles más bajos de la atmósfera. Eso ha creado un gradiente térmico vertical muy intenso, es decir, que la temperatura del aire disminuyó muy rápidamente con la altitud.

    Ese gradiente térmico intenso, así como el alto contenido de humedad de la masa de aire, contribuyó a crear nubes hinchadas capaces de generar rayos. Claramente, esto no ocurre todo el tiempo, así que ¿qué ha sido diferente este año?

    Históricamente, según Swain, las aguas del Ártico están congeladas incluso en verano. Pero la situación está cambiando y este verano algunas partes de la cuenca oceánica carecían de hielo.

    "Este es un año de calor extraordinario y con ausencia de banquisa en todo el Ártico", afirma. Estas precondiciones insólitas podrían haber preparado el terreno para la formación de rayos.

    Ahora mismo, las aguas de las costas del océano Glacial Ártico se calientan porque han permanecido bajo la luz estival durante meses, sin la protección de la banquisa reflectante. Junto a un Ártico más cálido en general, este mecanismo incrementó el calor y la humedad del aire de la región.

    En el pasado, si una columna de aire cálido y húmedo como esta hubiera migrad desde Siberia, se habría encontrado con el hielo, enfriado rápidamente y quizá desaparecido. El océano actual, más cálido y sin hielo, podría haber permitido que la columna se acercara mucho más al Polo Norte.

    Al mismo tiempo, los intensos incendios que están arrasando Siberia podrían haber proporcionado una inyección de humo a la masa de aire caliente. Esas partículas contribuyen a la formación de nubes, por lo que, según Swain, es posible que también hubieran desempeñado un papel en la creación de nubes productoras de rayos.

    Asimismo, según Thoman, un entorno polar en proceso de calentamiento expandirá la troposfera, donde se producen los fenómenos meteorológicos. Esto quizá deje más espacio para el desarrollo de nubes altas que contienen gotas de agua y hielo y que son capaces de generar rayos.

    Un futuro de rayos

    Las observaciones remotas de rayos en latitudes tan elevadas solo se remontan a hace unas décadas, pero su aparición cerca del Polo Norte parece ser "extremadamente rara", afirma Swain. Es necesario investigar más para confirmar los mecanismos desencadenantes, pero poseen algunos "vínculos circunstanciales con el estado inusual del Ártico este verano, que a su vez está vinculado al cambio climático", afirma.

    Aunque seguirán siendo fenómenos relativamente raros, los rayos casi polares se volverán más habituales conforme el mundo siga cociéndose.

    Por otra parte, nuestras capacidades de detección de rayos y teledetección están mejorando. Eso, según Marshall Shepherd, científico atmosférico de la Universidad de Georgia, significa que es probable que vivamos más momentos como este en el futuro.

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