La industria de los plásticos europea está a punto de alcanzar un auge impulsado por la fracturación hidráulica en Estados Unidos

Aunque la Unión Europea despliegue planes agresivos para reducir la basura plástica, los países están importando etano barato para estimular sus industrias plásticas.

Por Beth Gardiner
Publicado 5 abr 2021, 12:33 GMT-3
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Un petrolero cargado con gas fracturado estadounidense llega a Rafnes, Noruega, en 2016. Los países europeos están aprovechando el gas fracturado barato para impulsar un auge en la industria plástica.

Fotografía de Ilja C. Hendel, Laif, Redux

Los planes de una nueva planta química enorme y controvertida en Amberes, Bélgica, están atrayendo la mirada del mundo hacia varios países europeos que están aumentando sus importaciones de químicos de Estados Unidos: los subproductos de la fracturación hidráulica de gas natural y petróleo que alimentarán la producción de plástico, a pesar de que la Unión Europea está poniendo en marcha planes agresivos para reducir los residuos plásticos y combatir el cambio climático.

El comercio de derivados petroquímicos desde Estados Unidos hacia Europa , surgido como demanda mundial por el aumento de plásticos, podría comprometer los objetivos europeos tanto en lo relacionado con la basura como con las emisiones de carbono.

La expansión de fracturación hidráulica, o fracking, en Estados Unidos ha creado una abundante oferta de etano, un ingrediente para preparar plástico que fluye como derivado de la fracturación del petróleo y el gas natural. Su disponibilidad y bajo presupuesto, han impulsado la construcción y puesta en marcha de la producción plástica en Texas, Luisiana, y en el oeste de Pensilvania. Según el American Chemistry Council (Consejo de Químicos de Estados Unidos), un grupo perteneciente a la industria, desde 2010, se han planificado o completado casi 350 proyectos de petroquímicos por fracturación, por un total de más de 200 mil millones de dólares estadounidenses.  

Pero hay mucho más etano burbujeando de lo que esas plantas pueden usar, así que las empresas de fracturación están vendiendo grandes cantidades al mundo a precios muy económicos. En 2016, una flota de grandes barcos construidos a medida comenzó a transportarlo por todo el Atlántico, dándoles a los fabricantes de plásticos en Gran Bretaña, Noruega y Suecia acceso al suministro de este componente clave para sus instalaciones de procesamiento.

Estas instalaciones, conocidas por realizar craqueo de etano, emplean presión y calor intenso (alrededor de 815,5 grados Celsius) para romper los lazos de las moléculas de etano. Eso rompe el gas y lo convierte en etileno. Luego, por la presión y la ayuda de un catalizador, el etileno se convierte en resina de polietileno, un plástico común.

Como el proceso usa enormes cantidades de energía, las emisiones de dióxido de carbono son considerables. Eso significa que cualquier expansión de producción plástica implica peligros para el clima junto con su aporte más claro: la basura plástica arruinando paisajes, vías navegables y océanos en todo el mundo.

Un informe calculó que, globalmente, el craqueo de etano y un ingrediente alternativo denominado nafta crearon emisiones de carbono equivalentes a 52 centrales alimentadas por carbono en 2015, y esa huella podría alcanzar al equivalente a 69 plantas de carbono para 2030 si la industria sigue expandiéndose.

"No tiene sentido alguno invertir en nuevas instalaciones alimentadas por combustibles fósiles para producir más plásticos en un momento en el que tenemos una crisis de calentamiento global y una crisis de plástico", reflexionó Andy Gheorghiu, activista que vive en Alemania y que ha organizado campañas contra la planta de Bélgica. 
"De hecho, las dos son parte de una única crisis".

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Los trabajadores inspeccionan las tuberías de la enorme refinería de etano de INEOS en Grangemouth, Escocia, en 2013.

Fotografía de Robert Ormerod, T​he New York Times, Redux

Un enfrentamiento en Amberes

INEOS, la petroquímica mundial que comenzó a transportar etano fracturado por el océano, planea construir una nueva y gran planta de craqueo en Amberes, Bélgica. Los analistas de la industria señalan que la planta duplicaría el consumo del ingrediente importado en Europa.

El proyecto se convertiría en la primera planta de craqueo de etano del continente desde la década de 1990. Y ha provocado un enfrentamiento con los grupos ambientalistas, para los cuales ha cristalizado las preocupaciones en torno al rol predominante del plástico en la vida moderna y en la economía mundial.

Los oficiales belgas han acogido el proyecto de un complejo de 3,5 mil millones de dólares que le aseguraría a Amberes el segundo puesto como centro petroquímico más grande del mundo (Houston, Texas, es el primero). Los grupos ambientalistas son menos optimistas respecto del plan. Los activistas climáticos ocuparon el lugar propuesto para la planta en octubre de 2020. En noviembre, un tribunal belga emitió una orden para frenar la tala de árboles en el lugar mientras se consideraban las objeciones al proyecto, un proceso que podría tardar hasta un año.  

Amberes ya es un centro de plásticos importante, y las orillas del río Escalda están repletas de basura: gránulos de plástico sin procesar del tamaño de una lenteja, conocidos como nurdles en inglés. Según un cálculo, 2,5 toneladas de ellos (mil millones de gránulos) fueron arrojados en el área en 2018. Estas diminutas partículas son devastadoras para la vida marina. "Se parecen a los huevos de pez", y las aves y los peces que los consumen pueden morir de hambre porque no comen otra cosa, explica Tatiana Luján, abogada de ClienEarth, grupo defensor que participa en el cuestionamiento del proyecto.

La planta INEOS no produciría estos gránulos minúsculos, pero proveería etileno a las instalaciones que sí lo hacen. La empresa señala que el proyecto simplemente remplazaría al craqueo de etano antiguo y menos eficiente, y es improbable que aumente la producción plástica global de etano. La eficiencia mejorada implica que la nueva huella de carbono por el craqueo será la mitad de la huella antigua, explicó Tom Crotty, vocero de INEOS.

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    El sitio de procesamiento de etano en Grangemouth es uno de los muchos que se benefician del etano estadounidense vendido a costos muy bajos como derivado de las operaciones de fracturación.

    Fotografía de Ashley Cooper, Construction Photography/Avalon/Getty Images

    Llevar la expansión petroquímica a Europa 

    La construcción de una nueva instalación no garantiza que las antiguas cierren, argumentan los opositores. Y aún si cerraran, la nueva planta proveería un flujo de etileno que mantendría la producción plástica hasta en un futuro lejano, justo en el mismo momento en que Europa está intentando usar menos.

    Una gran presión europea por reducir los plásticos desechables está por entrar en vigencia en julio. Se prohibirán los artículos desechables como los cubiertos, los platos, los vasos y los palillos para revolver, y las tapas tendrán que estar adheridas a las botellas para que no sean un problema separado de estas últimas. Se planea que la iniciativa vaya aumentando en los próximos años con un objetivo de recogida para las botellas plásticas y el requisito de que las botellas estén compuestas por un 25 por ciento de material reciclado para 2025.

    La iniciativa europea de combatir la basura plástica es la más ambiciosa del mundo, dijo Tim Grabiel, abogado sénior de Environmental Investigation Agency (Agencia de Investigación Ambiental), un grupo defensor del medioambiente. Construir una nueva central de producción "está completamente en conflicto" con la iniciativa y con los ambiciosos objetivos de Europa de reducir el carbono, agrega.

    Como respuesta, PasticsEurope, un grupo industrial, destaca al reciclaje como opción en vez de reducir la producción plástica. Los materiales alternativos tienen sus propios costos ambientales, advierte el grupo.

    A pesar de la preocupación por la basura plástica, la demanda global del versátil material es probable que siga creciendo, comentaron los analistas de la industria. Su uso en automóviles, aviones, electrodomésticos, materiales de construcción, ropa y electrónica implica que el consumo generalmente sigue a la expansión económica, así como también al crecimiento de las clases medias en las naciones en desarrollo.

    El etano estadounidense provee el 10 por ciento de la producción de etileno europea, y la planta de Amberes aumentaría eso a casi un 20 por ciento, señaló Patrick Kirby, analista de Wood Mackenzie, una consultora química y energética. 

    El nuevo suministro "está tomando la expansión petroquímica de Estados Unidos y la está llevando a Europa", declaró Steven Feit, abogado del Center for International Environmental Law (Centro para el Derecho ambiental internacional), un grupo defensor e investigador. 

    Un salvavidas para las empresas en apuros

    Las ventas de etano, nacionales y en el extranjero, han brindado ingresos necesarios para las empresas de fracturación estadounidenses, muchas de las cuales han luchado recientemente con grandes deudas y con los bajos e históricos precios del gas natural y del petróleo.

    Europa es el único lugar donde el etano estadounidense está dándole un impulso a los fabricantes de plástico. En su conjunto, las exportaciones de etano estadounidense han aumentado un 585 por ciento, de 800.000 toneladas en 2014 a más de 5,5 millones de toneladas en 2020, según ICIS, una empresa de análisis químicos y energéticos. 

    ICIS informa que Canadá es el mercado principal, seguido por India, Europa y China.

    Las grandes empresas de combustibles fósiles, desde ExxonMobil a Saudi Aramco, ven al plástico como un producto de crecimiento en un futuro donde las preocupaciones por los vehículos eléctricos y el cambio climático podrían poner a la producción de gas y petróleo en una caída permanente. En 2016, el Foro Económico Mundial predijo que la producción de plástico se duplicaría en 20 años. Y la International Energy Agency (Agencia Internacional de Energía) espera que los petroquímicos, entre ellos los plásticos, impulsen la mitad del crecimiento de la demanda de petróleo en las próximas tres décadas.

    "Los plásticos son el Plan B de la industria de los combustibles fósiles", explica Luján.

    Aun así, a principios del año pasado, la expansión global ha llevado a una sobreoferta de gránulos de plástico y de sus componentes químicos básicos. Inicialmente, parecía probable que el desvanecimiento económico global producido por la pandemia de 2020 exacerbaría la sobreoferta. Las preocupaciones sobre esto podrían haber estado detrás de la decisión de INEOS de posponer el trabajo en una planta que se suponía trabajaría en paralelo a la planta de Amberes de craqueo de etano y de creación de propileno, otro ingrediente plástico.

    Pero resulta que el COVID-19 no ha sido tan malo para los fabricantes de plástico como parecía en un principio. Como el año de alteraciones transformó los patrones de gastos, la comida para llevar y las compras en línea aumentaron la demanda de empaquetados, y las mascarillas y los equipos de protección también estuvieron en auge
    El dinero que alguna vez se había utilizado para viajar o entretenerse comenzó a gastarse para comprar computadoras portátiles, consolas de juego, máquinas para hacer ejercicio y electrodomésticos, todos artefactos que contienen plásticos.

    "La demanda se ha sostenido bastante", señaló Will Beacham, editor adjunto de ICIS Chemical Business, una publicación comercial. "Ahora parece que esa sobreoferta no era tan grave como se temió".

    Aunque, cuando hablamos de plásticos, los críticos dicen que las dinámicas de los mercados familiares se revierten con frecuencia. "Lo que hemos visto una y otra vez es que el plástico es un material en el que la oferta impulsa la demanda", indicó Feit.

    Primero, el exceso de etano ha impulsado la producción de plásticos, explicó. Y las empresas le endosan ese material barato a los consumidores que suelen no tener demasiadas opciones sobre de qué material se hace un artículo o cómo se empaqueta.

    "En el fondo, la cuestión tiene una única dirección", señala. "Se trata de cuánto plástico estamos produciendo. Y, hoy en día, estamos produciendo mucho".  

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