Pequeñas centrales hidroeléctricas en la Amazonía: ¿por qué científicos aseguran que son insostenibles, ineficientes e injustificables?
Thiago Couto, doctor en Ciencias Acuáticas y Pesqueras y explorador de National Geographic Society analiza la situación de estos proyectos energéticos en Brasil.
Indígena enawene nawe revisa la tradicional trampa para peces en el río Juruena. Los enawene nawe son uno de los pueblos más afectados por la reducción de peces provocada por las pequeñas represas hidroeléctricas en la Amazonía. Se vieron obligados a comprar pescados para el Yaokwa, un ritual reconocido como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Nota del editor: este artículo de opinión fue realizado por Thiago B. A. Couto, explorador de National Geographic Society, doctor en Ciencias Acuáticas y Pesqueras por la Universidad de Washington, y actualmente es investigador en el Instituto de Medio Ambiente de la Universidad Internacional de Florida.
¿Cuántas centrales hidroeléctricas la Amazonía sustenta y cuántas de ellas son realmente necesarias? Esta reflexión es fundamental para garantizar la sostenibilidad de la selva amazónica y ha motivado investigaciones científicas que ofrecen respuestas claras a la sociedad. De la misma manera que la generación de energía es absolutamente necesaria para abastecer a las sociedades modernas; sus costos económicos y socioambientales, y su potencial contaminante no pueden superar los beneficios.
No faltan ejemplos de verdaderas catástrofes causadas por las represas hidroeléctricas en la Amazonía desde una perspectiva ambiental, social, económica y ética. Aunque el tema ha avanzado mucho en el debate público en los últimos años, curiosamente se habla muy poco de la creciente amenaza de las centrales hidroeléctricas catalogadas como “pequeñas”. En la actualidad, representan el 80% de las 275 centrales hidroeléctricas de la cuenca amazónica y al menos 300 proyectos de este tipo están en fase de planificación.
La mayoría de ellos se encuentran en la Amazonía andina y en las cuencas de los ríos Tapajós, Xingu, Madeira, Tocantins y Araguaia; en los estados de Mato Grosso, Goiás, Tocantins y Rondônia. Incluso se prevén proyectos de este tipo para ríos que actualmente no contienen centrales hidroeléctricas, como la cuenca del río Purús. Esta es la fuerza impulsora detrás de una verdadera proliferación de hidroeléctricas por la cuenca amazónica.
Lo más contradictorio de esta historia es que la proliferación de pequeñas centrales hidroeléctricas es reflejo de políticas para incentivar fuentes de energía más sostenibles. Esto se debe a que parte del sector hidroeléctrico ha experimentado un “rebranding” para desprenderse del estigma negativo asociado a las grandes centrales hidroeléctricas y aprovechar los incentivos. Se autodenominan “pequeñas” – por las siglas SHP o CGH, en Brasil – y comenzó a beneficiarse de simplificaciones en el proceso de concesión de licencias, subsidios y favoritismo en los precios de la energía y financiamiento por parte de los bancos públicos.
Sin embargo, investigaciones recientes muestran que esta clasificación de tamaño artificial no está respaldada en la realidad y que los impactos socioambientales de las pequeñas hidroeléctricas pueden ser sorprendentemente grandes.
Los círculos rojos representan plantas de energía hidroeléctrica que operan en la Amazonía. El tamaño es relativo a la potencia. Las plantas con menos de 30 megavatios se consideran pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH).
Centrales hidroeléctricas en operación y planificadas para la cuenca del Amazonas.
Pérdida de conectividad fluvial y otros impactos críticos
En un artículo publicado en 2021 en la revista Nature Sustainability, junto a mis colaboradores Julian Olden y Mathis Messager de la Universidad de Washington, en los Estados Unidos, demostramos que las pequeñas hidroeléctricas tienen un papel fundamental en la pérdida de conectividad de los ríos brasileños, un componente crítico para que los peces migratorios completen su ciclo de vida.
Los peces migratorios viajan cientos o incluso miles de kilómetros para llegar a los lugares de reproducción durante el desove, lo que los hace muy vulnerables a las represas hidroeléctricas. El número de hidroeléctricas clasificadas como pequeñas es tan grande que sus impactos acumulados en la conectividad de los ríos son hasta cuatro veces mayor que los de las grandes centrales hidroeléctricas. Se espera que esta pérdida de conectividad empeore en un 21% en el futuro y afecte a los ríos ocupados por al menos 120 especies de peces migratorios (14 de ellas están en peligro de extinción y 20 de ellas son de gran importancia para la pesca comercial y recreativa).
Los impactos sociales y ambientales causados por las pequeñas centrales hidroeléctricas ya se están sintiendo las comunidades indígenas y ribereñas de la Amazonía, que dependen directamente de la pesca de especies migratorias para su sustento. Por ejemplo, la construcción de nueve pequeñas hidroeléctricas en la parte alta del río Juruena, afluente del río Tapajós, estado de Mato Grosso, está impactando directamente la vida de varios pueblos indígenas, como los enawene nawes.
Aunque no se han construido hidroeléctricas dentro de la tierra indígena enawene, la pérdida de conectividad fluvial en la cuenca de Juruena ha reducido drásticamente la cantidad de peces migratorios que pueden subir al río para reproducirse. Hoy, la pesca de los enawene nawe está seriamente comprometida debido a las pequeñas centrales hidroeléctricas que amenazan la seguridad y la soberanía alimentaria de los enawene y las relaciones culturales de estos pueblos con la pesca.
El ritual Yaokwa, por ejemplo, involucra ceremonias de pesca colectivas y es reconocido por el Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional (Iphan) y la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Con la escasez de peces en el río debido a las hidroeléctricas, los enawenes se ven obligados a comprar peces de las piscifactorías para realizar el ritual. Sin embargo, esta es una alternativa con menor valor nutricional y que no repara los daños a la cultura enawene.
Otros ejemplos de impactos socioambientales de las pequeñas hidroeléctricas en la cuenca amazónica incluyen la pérdida de biodiversidad y los daños al turismo y la recreación. Veamos: la pesca recreativa en el río Araguaia es parte fundamental de un mercado que mueve 17 mil millones de reales al año y se concentra mayoritariamente en especies migratorias como Pintado, Piau, Matrinxã, Pacu, Barbado y Pirarara, entre otras. Sin embargo, decenas de proyectos de pequeñas hidroeléctricas previstos para la cuenca del Araguaia podrían resultar en reducciones poblacionales de estas especies y hacer inviable el mercado turístico de pesca recreativa en varios municipios de Mato Grosso, Tocantins y Goiás.
También está el río Sucuruína, afluente del Juruena en Mato Grosso, conocido mundialmente por sus aguas cristalinas y rápidos que constituyen uno de los mejores lugares del mundo para la práctica de canotaje extremo. A pesar de atraer deportistas de todo el mundo y estar sobre límites de pueblos indígenas, en Sucuruína están previstas al menos seis pequeñas centrales hidroeléctricas, dos de ellas en avanzado estado de implementación.
Pequeña central hidroeléctrica (PCH) Rondinha, en Santa Catarina. En todo Brasil, las PCH corresponden al 85% de las 1.517 centrales hidroeléctricas en operación, pero son responsables de generar solo el 7% de la energía hidroeléctrica del país.
¿Los beneficios superan todos estos costos?
Algunos pueden argumentar que Brasil necesita energía para desarrollarse, lo que justificaría este tipo de tragedia. Sin embargo, la factura no cuadra. Demostramos en el artículo de Nature Sustainability que invertir en tantas pequeñas hidroeléctricas traerá enormes daños a la conectividad de los ríos brasileños sin necesariamente reflejar ganancias significativas en la generación de energía. En Brasil, las pequeñas hidroeléctricas corresponden al 85% de las 1.517 hidroeléctricas en operación, pero son responsables de generar solo el 7% de la hidroelectricidad del país.
A partir de un análisis costo-beneficio, hemos demostrado que es posible generar la misma cantidad de energía sin construir cientos de hidroeléctricas, la mayoría pequeñas e ineficientes. Además, es importante destacar que la energía generada por la gran mayoría de las pequeñas centrales hidroeléctricas del país no está destinada a abastecer a las comunidades rurales sin acceso a la electricidad. La energía se exporta generalmente a otros municipios y estados, siguiendo una perspectiva de mercado y con una confiabilidad cuestionable.
El actual contexto de crisis hídrica expone las debilidades de una política energética poco diversificada, problema que tiende a agravarse con la crisis climática. Llenar los ríos con pequeñas presas hidroeléctricas en una perspectiva de que se va a tener cada vez menos agua disponible no es una estrategia inteligente.
Por lo tanto, es absolutamente necesario que se realice una planificación estratégica que considere las ganancias y los riesgos socioambientales de las pequeñas hidroeléctricas en la Amazonía y que este proceso involucre a representantes de todos los sectores de la sociedad que se verán afectados. En la actualidad, la concesión de licencias ambientales a este tipo de construcción se realiza a nivel estatal, de forma simplificada y poco transparente.
Además, el proceso de concesión de licencias se centra en proyectos individuales y no es capaz de evaluar los posibles impactos acumulativos de varias hidroeléctricas que se construyen en un mismo río. La situación se vuelve aún más preocupante cuando se considera el curso reciente de la política nacional y los crecientes esfuerzos para simplificar aún más la concesión de licencias ambientales. El ejemplo del proyecto de ley (PL) 3729/2004, recientemente aprobado por la Cámara Federal, que en la práctica debilita aún más el proceso de concesión de licencias y de consulta previa a las comunidades afectadas para proyectos hidroeléctricos llamados pequeños.
El concepto de sostenibilidad de las pequeñas centrales hidroeléctricas necesita una revisión urgente por parte de las autoridades. Para que esto suceda, la sociedad brasileña necesita reconocer la gravedad del problema y tomar una posición sobre el futuro que queremos para la Amazonía. Después de todo, ¿cuál es la justificación de tantos proyectos hidroeléctricos que aportan tan poco a la generación de energía del país? Quizás las respuestas a esta pregunta no sean cuáles son los beneficios, sino quién se beneficia.