¿De qué modo la sobrepesca amenaza a los océanos del mundo y cómo podría terminar en una catástrofe?
Décadas de extracción de los océanos han alterado el delicado balance de los ecosistemas marinos, independientemente de los esfuerzos mundiales para mitigar el daño.
Un pescador levanta una red llena de peces al realizar pesca de arrastre en el canal de la Mancha. El aumento de la pesca industrial ha elevado la captura de vida salvaje a niveles demasiado altos para que las especies puedan reemplazarse. En la actualidad, aproximadamente un tercio de los suministros pesqueros sufren de sobrepesca, implicando una amenaza a la biodiversidad y colocando a los ecosistemas en un peligroso desequilibrio.
Hace tiempo que los científicos alarman sobre una catástrofe inminente debido a la sobrepesca en los océanos: la captura de vida salvaje marina se ha elevado a niveles demasiado altos como para que las especies puedan reemplazarse. Aun así, por dos décadas, los líderes del mundo han estado estancados en sus esfuerzos por revertir el daño ya hecho.
Los científicos marinos saben en qué momento se aceleró la sobrepesca en los mares. También, tienen una idea bastante clara de cuándo esto puede terminar mal (en caso de que no se trate el asunto). En este artículo, se analizan los problemas críticos de la sobrepesca, desde sus efectos sobre la biodiversidad hasta los limitados logros para su mitigación.
¿Por qué ocurre la sobrepesca?
La primera sobrepesca ocurrió a principios de 1800, cuando los humanos, en búsqueda de grasa para aceite de lámparas, diezmaron la población de ballenas alrededor de Stellwagen Bank, en las costas de Cape Cod. Parte del pescado que se consume en Estados Unidos, incluyendo el bacalao del Atlántico, el arenque y la sardina de California, también fue capturado hasta el borde de su extinción a mediados de 1900. Estas grandes disminuciones regionales fueron muy perturbadoras para la cadena alimentaria, la cual se tornó aún más precaria a fines del siglo XX.
A mediados de ese siglo, los países de alrededor del mundo trabajaron para desarrollar sus propias capacidades de pesca y así asegurar la oferta y el acceso a alimentos ricos en proteína. Las políticas favorables, los préstamos y los subsidios fueron los que generaron un rápido incremento en las grandes industrias de pesca, las cuales rápidamente suplantaron a los pesqueros locales como fuente principal de productos marinos.
Estas grandes embarcaciones, con fines comerciales, fueron agresivas, exploraron los océanos del mundo y desarrollaron métodos y tecnologías aún más sofisticadas para la búsqueda, extracción y procesamiento de las especies objetivo. Los consumidores pronto se acostumbraron a tener acceso a una amplia selección de pescados a precios accesibles.
Sin embargo, fue en 1989, cuando 90 millones de toneladas de peces fueron retirados del océano, que la industria llegó a su nivel más alto. A partir de ese momento, su rédito disminuyó o se mantuvo. Las pesquerías con las especies más buscadas, tales como el Hoplostethus atlanticus (conocido como pez reloj anarajado o rugoso anaranjado), la merluza negra o bacalao de profundidad o róbalo chileno y el atún rojo, colapsaron por falta de peces. En 2003, un reporte científico informó que las industrias pesqueras redujeron el número de peces de alta mar sólo al 10% de la población preindustrial.
¿De qué modo la sobrepesca afecta la biodiversidad?
Ante el colapso de las grandes poblaciones de peces, las embarcaciones comerciales comenzaron a ir hacia zonas más profundas del océano y hacia eslabones más bajos dentro de la cadena alimentaria, en búsqueda de capturas posibles. Esta “pesca hacia abajo” ha producido una reacción que altera el antiguo y delicado balance del sistema biológico del mar.
Por ejemplo, los arrecifes de coral son específicamente vulnerables a la sobrepesca. Los peces herbívoros mantienen los ecosistemas en equilibrio al alimentarse de las algas, manteniendo así los corales limpios y saludables para que puedan crecer. La pesca de demasiados herbívoros, ya sea de manera intencional o accidental, puede debilitar los arrecifes y hacerlos más susceptibles a ser destruidos por las temperaturas extremas y el cambio climático. El equipamiento de pesca y los escombros también pueden destruir físicamente los frágiles corales que conforman a los arrecifes.
También, la sobrepesca puede dañar a otras especies marinas. La pesca de arrastre, un método a través del cual las embarcaciones arrastran redes enormes detrás suyo en el agua, arrastra algo más que al camarón y el atún rojo: captura todo lo que está en su camino. Tortugas de mar, delfines, aves marinas, tiburones y otros animales han estado todos bajo amenaza de vida ante posibles capturas accidentales.
Los esfuerzos para prevenir la sobrepesca
A lo largo de los años, a medida que las pesquerías han ido capturando cada vez menos, los seres humanos han empezado a comprender que los océanos, que se suponían interminablemente vastos y ricos, son en realidad muy vulnerables.
En 2006, un estudio sobre las estadísticas de pesca publicado en la revista Science, predijo tristemente que, en el caso de que tales niveles insostenibles de pesca continúen, todas las pesquerías del mundo colapsarán en el año 2048.
Varios científicos afirman que gran parte de las especies de peces, pueden ser restauradas con una gestión agresiva de las pesquerías y un mayor cumplimiento de las leyes en materia de pesca, que incluye el establecimiento de límites de captura. Un uso elevado de la acuicultura (la agricultura de mar) también podría ayudar. Incluso, en varias regiones existen motivos para tener esperanza.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cual establece los estándares internacionales sobre la gestión de las pesquerías, señaló en su informe del 2020 que ha habido un ligero aumento en el porcentaje de poblaciones que están produciendo de manera sostenible la mayor cantidad de alimentos posible, que es el objetivo de la ordenación pesquera.
De todos modos, aún hay muchos desafíos. Alrededor de un tercio de los suministros pesqueros del mundo sufren de sobrepesca, y la proporción de aquellos que se encuentran a niveles sustentables, continúa disminuyendo. La FAO indica en su informe que esta disminución se puede ver especialmente “en los lugares donde la gestión de las pesquerías no está en orden o no es efectiva”. De todas las áreas monitoreadas por la Organización, el Mediterráneo y el Mar Negro contienen el mayor porcentaje de suministros, y 62.5% se encuentran a niveles no sustentables de pesca.
¿Podemos detener la sobrepesca?
Los subsidios gubernamentales aún son un gran desafío para revertir esta tendencia problemática. Una encuesta mundial encontró que, en el 2018, las naciones gastaron 22 mil millones de dólares en los llamados “subsidios perjudiciales” que potencian la sobrepesca, 6% más que en el 2009.
Como National Geographic informó en su momento, los subsidios perjudiciales son aquellos que financian prácticas que, de otro modo, no serían redituables, como los costos del combustible utilizado para los arrastradores. China, por ejemplo, ha incrementado estos subsidios en el 105% en la última década.
Los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) han discutido sobre cómo limitar estos subsidios desde el 2001, con poco progreso. A pesar de la promesa por parte de los miembros de las Naciones Unidas de celebrar un acuerdo en el 2020, se ha pasado la fecha límite sin resolución alguna.
En el 2021, el director general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, solicitó a sus miembros llegar a un acuerdo, con el argumento de que “el no hacerlo puede arriesgar la biodiversidad del océano y la sustentabilidad de los suministros pesqueros de los cuales muchas personas dependen para sus alimentos e ingresos”.
No resulta claro si los países reunirán la voluntad política para culminar con tales subsidios. Lo que sí resulta claro para los científicos es que es una de las varias medidas que son fundamentales para salvar a los océanos del mundo.